La Escuela del espanto
Mauricio Macri llegó a Luján de Cuyo para inaugurar una Escuela de Gobierno Municipal que busca "capacitar al personal municipal en liderazgo genuino". La ceremonia se realizó en el mismo edificio que alguna vez albergó al Instituto Provolo, epicentro de los abusos más crueles cometidos en Mendoza.
El viernes 11 de abril del 2025, Mauricio Macri llegó a Luján de Cuyo para inaugurar una Escuela de Gobierno Municipal. Fue recibido con aplausos, cámaras, promesas y sonrisas de ocasión. Según se anunció, la escuela busca "capacitar al personal municipal en liderazgo genuino".
Palabras que suenan bien. Que llenan un acto, decoran un discurso, cierran una foto.
Pero el lugar elegido no es cualquier lugar
El edificio donde se realizó la ceremonia fue el mismo que alguna vez albergó al Instituto Provolo, epicentro de los abusos más crueles cometidos en Mendoza. Allí, niños sordos fueron sometidos durante años a torturas físicas, psicológicas y sexuales. Allí, el silencio no era solo una discapacidad: era castigo. Allí, la impunidad caminaba por los pasillos con sotana y poder.
Ese edificio -hoy sede de la Municipalidad de Luján de Cuyo- fue adquirido por Omar De Marchi. Con los fondos de esa compra, según consta, se financió la defensa legal de los pederastas. Las víctimas, hasta el día de hoy, no han sido indemnizadas. De Marchi, mano derecha de Macri en Mendoza, aparece una vez más detrás del telón.
Y ahora, en ese mismo escenario de crímenes -no de hace un siglo, sino de hace apenas unos años- se pretende formar "líderes".
La verdad, con los antecedentes del lugar, y con los antecedentes de Macri, uno podría pensar que, en lugar de abrir una escuela para fomentar el liderazgo, bien podrían aprovechar la ocasión para dictar materias en las que tienen vasta experiencia. Por ejemplo:
Y quizás una optativa en cinismo institucional: cómo inaugurar una escuela en un edificio donde la historia aún llora... sin pedir perdón, sin mencionar el pasado, sin bajar la voz.
No sabemos si enseñarán liderazgo. Pero sabemos quiénes enseñan. Y eso, a veces, es lo único que importa.