desregulación indiscriminada

El país de la carne importará asado desde Brasil: el último síntoma de un modelo sin industria

Si nos hubieran dicho hace unos años que en Argentina, la tierra del asado, los supermercados venderían carne importada habríamos pensado en una distopía económica. Consecuencias de un modelo de apertura sin planificación que liquida industrias enteras y miles de puestos de trabajo.

Adrián Characán
Adrián Characán

Si nos hubieran dicho hace unos años que en Argentina, la tierra del asado, los supermercados venderían carne importada porque la producción local es demasiado cara, habríamos pensado en una distopía económica. Pero es real: en los próximos días, grandes cadenas de supermercados comenzarán a ofrecer asado brasileño a precios más competitivos que los nacionales.

Este fenómeno no es aislado. Es la continuación de una política de apertura irrestricta que ya permitió que los hospitales compren medicamentos de la India, aun cuando Argentina tiene laboratorios de primer nivel capaces de abastecer al mercado interno y exportar. Lo mismo ocurre con la industria textil, el calzado y la línea blanca: una avalancha de productos importados que destruyen el empleo genuino.

Grandes cadenas de supermercados comenzarán a ofrecer asado brasileño a precios más competitivos que los nacionales.

Grandes cadenas de supermercados comenzarán a ofrecer asado brasileño a precios más competitivos que los nacionales.

Importación indiscriminada: una economía que expulsa a sus propios productores

La importación de asado es solo otro síntoma de una economía que expulsa a sus propios productores. La combinación de atraso cambiario, presión fiscal y desregulación indiscriminada hace que el kilo de asado en la Patagonia ronde los $22.000, mientras que la carne brasileña llegará a los supermercados por $9.000 el kilo. Lo que parece una ventaja para el consumidor en el corto plazo es, en realidad, la antesala de la destrucción de la ganadería nacional y la industria frigorífica, con su consecuente pérdida de empleos y cierre de empresas.

Brasil, además, se prepara para mejorar su estatus sanitario, declarándose libre de aftosa sin vacunación a partir del 1° de abril. Mientras tanto, Argentina se convierte en el mercado de descarte de productos extranjeros. ¿Qué será lo próximo?. ¿Importaremos pan de Uruguay porque el trigo argentino es demasiado caro?.

El modelo de apertura sin planificación ya lo vivimos en los '90 y terminó con industrias enteras desaparecidas y miles de trabajadores en la calle. Hoy, con la eliminación de aranceles, el crecimiento de las importaciones y el desfinanciamiento de sectores productivos estratégicos, la historia se repite.

Lo que está en juego no es solo el precio del asado. Es el trabajo de los argentinos, la producción nacional y el futuro de una economía que, si sigue este camino, solo dejará desocupación y dependencia.

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