MINERÍA MARÍTIMA

Los nódulos del abismo: Una historia que se juega bajo el mar

La transición energética que el mundo celebra tiene su reverso: necesita metales. Y no hay suficientes en la superficie. Entonces bajamos. Allí abajo, donde la luz ya no llega, vive otro mundo. Sí, el mundo necesita metales, pero, al extraer un nódulo del fondo del mar, no solo tomamos un mineral: arrasamos un ecosistema que no se regenera.

Allí abajo, donde la luz ya no llega, vive otro mundo. Uno sin nombre, sin rostro, sin voz. Un mundo donde los seres no caminan, flotan. Donde el tiempo es más lento y la vida es microscópica, pero no por eso menos sagrada. En ese mundo dormido, el fondo marino, se esconde un tesoro que de pronto todos quieren. No es oro ni diamantes. Son nódulos: pequeñas rocas negras, redondas, que parecen inofensivas. Pero en su interior contienen litio, cobalto, manganeso, níquel. Los minerales críticos para una nueva era, la eléctrica, la verde, la que promete salvarnos... si no la arruinamos antes.

La fiebre del fondo

La transición energética que el mundo celebra tiene su reverso: necesita metales. Y no hay suficientes en la superficie. Entonces bajamos. La empresa canadiense The Metals Company fue de las primeras en decirlo sin rodeos: el futuro está en el lecho marino. Desarrollaron un robot autónomo, silencioso, que se desliza sobre el lecho del Pacífico recogiendo nódulos como si juntara flores. Dicen que el impacto será mínimo. Dicen que la vida marina ni lo sentirá. Dicen muchas cosas.

Los nódulos del abismo: Una historia que se juega bajo el mar

Pero nadie ha podido responder todavía qué pasará con los microbios de las profundidades, esos organismos que sobreviven en condiciones extremas, capaces de resistir el calor volcánico, el frío eterno, la oscuridad más absoluta. Muchos de ellos aún no han sido descubiertos. Otros podrían contener claves para curar enfermedades, incluso el cáncer. ¿Qué pasará cuando removamos su casa con aspiradoras gigantes?.

China, el pionero silencioso

Mientras las empresas debaten protocolos y los científicos firman alertas, China avanza. Ya tiene cinco permisos oficiales para explorar y explotar zonas del fondo marino. Nadie se lo impidió. Se movieron rápido, con paciencia asiática y pragmatismo feroz. Para ellos, el fondo del mar no es un misterio, es una frontera más. Y las fronteras, ya se sabe, no se respetan: se conquistan.

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Jamaica: el corazón burocrático del abismo

En Jamaica, funciona la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, el organismo que decide -en teoría- qué se puede hacer y qué no en las profundidades internacionales. Cada país miembro tiene una silla, un voto, una mano que se alza. Se discute, se demora, se redactan borradores. Pero el tiempo de los océanos no es el mismo que el de los negocios. Y muchas veces, cuando las resoluciones llegan, los robots ya están trabajando.

Los nódulos del abismo: Una historia que se juega bajo el mar

¿Y Argentina? ¿Y las Malvinas?

En Argentina, el tema aún vive en los márgenes. Las miradas siguen puestas en el litio salteño, en el petróleo, en el gas que falta o que sobra. Pero debajo del mar Argentino, especialmente en la zona sur, ya hay reportes de presencia de nódulos y sulfuros polimetálicos. La mirada británica en las Malvinas no es ingenua. Saben que el futuro también puede estar allí, en esas aguas frías donde los pingüinos no sospechan que debajo de sus patas duerme un mercado de miles de millones.

El precio del silencio

La vida en el fondo marino es vieja, lenta y sabia. Los nódulos tardan millones de años en formarse. La vida microbiana que los rodea se organiza alrededor de ellos como lo haría un pueblo alrededor de una plaza. Al extraerlos, no solo tomamos un mineral: arrasamos un ecosistema que no se regenera.

Los nódulos del abismo: Una historia que se juega bajo el mar

El mundo quiere salvarse de la contaminación... y corre el riesgo de matar lo que aún no entiende.

Nadie baja a mirar. Nadie escucha. Porque allá abajo no hay gritos. Solo silencio. Y ese, a veces, es el más desgarrador de todos.

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