FRANCISCO

Las frases de Francisco que marcaron su papado y explican su mirada sobre la Iglesia y el mundo

De la apertura hacia las personas LGBT+ hasta sus críticas a los excesos de poder y la indiferencia social, las palabras del papa Francisco reflejan la esencia de su liderazgo: humano, provocador y profundamente reformista.

Corresponsalía Diario PORTADA

Un papado atravesado por palabras que desafiaron la tradición: "Yo no he querido ser Papa", confesó Jorge Bergoglio apenas unos meses después de su elección, en una charla con estudiantes jesuitas en Roma. Aquella afirmación inicial ya anticipaba que su pontificado no seguiría los moldes tradicionales. Las declaraciones de Francisco, muchas veces sorpresivas y disruptivas, no solo desafiaron a la estructura conservadora de la Iglesia católica, sino que también sirvieron como brújula para comprender su visión pastoral y política.

A lo largo de sus 12 años como líder del Vaticano, el papa argentino construyó un legado basado en gestos y palabras. No todo lo que propuso pudo traducirse en transformaciones institucionales profundas, pero sus frases dejaron una marca imborrable en el escenario mundial y ayudaron a abrir discusiones postergadas dentro y fuera de la Iglesia.

"¿Quién soy yo para juzgar?": el gesto de apertura hacia los homosexuales

Durante el vuelo de regreso de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, en julio de 2013, Francisco pronunció una de sus frases más célebres y polémicas: "Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?". Esa declaración, pronunciada ante la prensa internacional, fue un parteaguas. Marcó un tono de mayor inclusión y humanidad hacia la comunidad LGBT+ dentro del catolicismo, aunque sin abandonar la doctrina tradicional.

En 2016, volvió sobre el tema y reconoció que la Iglesia debía pedir perdón a las personas homosexuales por haberlas "marginado". Años después, en 2023, autorizó la bendición de parejas del mismo sexo, aunque aclaró que no debía confundirse con el sacramento del matrimonio. Su postura dejó en claro que, para Francisco, el acompañamiento pastoral no debía depender de la orientación sexual.

"Una Iglesia pobre y para los pobres": el mandato de su nombre

El nombre elegido al asumir el papado no fue casual. Inspirado en San Francisco de Asís, símbolo de humildad y entrega a los pobres, el pontífice argentino expresó con contundencia su deseo de transformar la Iglesia en una institución despojada de lujos y más comprometida con los vulnerables. "Cómo me gustaría una Iglesia pobre... y para los pobres", expresó en su primera conferencia de prensa en marzo de 2013.

Fue un mensaje que también dirigió hacia dentro del clero. "A mí me duele ver a un sacerdote o una monja con un auto último modelo. Ellos deben cumplir con su voto de pobreza", criticó meses después. Francisco insistió en que los pastores debían ser testimonio de sobriedad, alejarse de los privilegios y acercarse a los más necesitados.

Contra el fundamentalismo: la paternidad responsable también es doctrina

En enero de 2015, al ser consultado sobre una mujer que había tenido ocho hijos por cesárea, Francisco respondió con una metáfora inesperada: "Algunos piensan que para ser buenos católicos tenemos que reproducirnos como conejos, pero no". Para el Papa, confiar en Dios también implicaba actuar con responsabilidad.

Aunque la Iglesia siguió oponiéndose a los métodos anticonceptivos artificiales, el papa promovió el uso de métodos naturales y la importancia del discernimiento en cada familia. Rechazó el dogmatismo rígido y puso el foco en la conciencia individual y la salud de las mujeres como factores legítimos en la toma de decisiones.

"Abusar de niños es una enfermedad": el abordaje del horror dentro de la Iglesia

La pederastia clerical fue una herida profunda que atravesó al Vaticano durante décadas. Francisco no se mantuvo al margen. "Abusar de niños es una enfermedad", dijo en una entrevista en 2017. Reconoció la gravedad del problema y el daño causado a las víctimas. También asumió públicamente la responsabilidad institucional.

En 2019, eliminó el "secreto pontificio" en casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia, lo que permitió compartir documentación y colaborar con la Justicia civil. Aunque muchas víctimas reclamaron medidas más contundentes, el pontífice avanzó en la visibilización del problema y la necesidad de prevención y reparación.

La justicia social por encima del orden represivo

Aunque no volvió a pisar suelo argentino durante su pontificado, Francisco siguió con atención los acontecimientos de su país. En 2024, criticó con dureza la represión de una protesta de jubilados en Buenos Aires, donde una niña fue afectada por gas pimienta. "Me hicieron ver una represión... y la Policía rechazaba a la gente con lo más caro que hay, ese gas pimienta de primera calidad", ironizó.

La frase siguiente fue aún más dura: "El gobierno se puso firme y, en vez de pagar justicia social, pagó el gas pimienta". La crítica apuntó directamente a la falta de sensibilidad de las autoridades ante la pobreza y el sufrimiento social. Su mensaje resonó como un llamado de atención a los líderes políticos que priorizan el orden antes que la dignidad.

"Construir puentes y no muros": la política según Francisco

En sus declaraciones sobre el expresidente estadounidense Donald Trump, el Papa dejó en claro su visión sobre el rol de la política: "Una persona que piensa en construir muros y no en construir puentes, no es un cristiano". Sin nombrarlo directamente, cuestionó la política del aislamiento, el miedo al otro y la xenofobia.

Para Francisco, el cristianismo debía ser sinónimo de apertura, diálogo y empatía. Sus palabras no solo interpelaban a los líderes, sino también a las sociedades que eligen el cierre y la exclusión como formas de convivencia.

La herencia de un pontífice que prefirió incomodar antes que callar

El papa Francisco eligió hablar. Muchas veces fue incómodo, incluso para los propios fieles y miembros del clero. Otras veces fue criticado por no avanzar lo suficiente en sus reformas. Pero si algo dejó como huella fue su insistencia en poner a las personas en el centro, en recuperar el espíritu del Evangelio como faro, y en demostrar que el poder no tiene sentido si no es para servir.

En un mundo polarizado, su papado abrió grietas necesarias. Su legado está en esas frases que todavía resuenan, desafiando al dogma y recordando que, incluso desde el trono de Pedro, se puede predicar la ternura.

Con información de BBCMundo.com

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