La continuidad de una marcha que comenzó 75 años atrás
La Revolución Libertadora hizo hogueras con libros y, en nombre de la lucha contra el totalitarismo, quemaba las ideas impresas del otro. Otro al que deshumanizó para que su persecución, encarcelamiento y exterminio fuera "aceptable" para una sociedad que podía inducirse al odio.
Reflexión sobre el 23 de abril
Sólo habían pasado 2.131 días de la publicación de aquel decreto 29.337 de 1.949, que en su artículo primero decía: "Suspéndese con anterioridad al 20 de junio de 1949 el cobro de los aranceles universitarios actualmente en vigor.
El Ministerio de Educación, propondrá a la consideración del Poder Ejecutivo, dentro de los 30 días de la fecha del presente decreto, con intervención del Ministerio de Hacienda, las normas a que se ajustará la aplicación del presente decreto", y la población estudiantil, que en 1943 era de 63.319 alumnos, ascendió a 201.437 en 1949.
Golpe de Estado al Gobierno Constitucional y Democrático
Corría el día 23 de septiembre de 1.955 y asumía la presidencia de la nación el General Eduardo Lonardi. En ese contexto, el Contraalmirante Arturo Rial dijo a trabajadores municipales:
Sepan ustedes que la Revolución Libertadora se hizo para que en este bendito país el hijo del barrendero muera barrendero.
Esa misma Revolución Libertadora que hizo hogueras con libros y, en nombre de la lucha contra el totalitarismo, quemaba las ideas impresas del otro. Otro al que deshumanizó para que su persecución, encarcelamiento y exterminio fuera "aceptable" para una sociedad que podía inducirse al odio.
¿Tan grande era el odio que había despertado que las universidades se llenaran de hijos de obreros? ¿Tan grande como el que generó -en parte de la clase media- encontrar a la "chica que ayuda en las tareas de la casa" con su familia ,disfrutando de las mismas playas? ¿Tan grande como ver al pibe o la piba del barrio popular con una notebook igual o mejor que la que, con tanto sacrificio, habían comprado a sus hijos? ¿Será como escribía Daniel Santoro? ¿Que hay una clase media que sufre con el "fantasma neurótico del goce"? ¿Que hay un sector de la sociedad que se desangustia cuando le dicen que le van a arancelar la salud o la educación a un puñado de hermanos latinoamericanos?
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Pensando que hay un chileno, peruano o boliviano en un hospital o universidad que es para argentinos, que es la salud o la educación que no les corresponde, o sea, que están trabajando para ellos. ¿O será peor aún?.
Siendo trabajadores asalariados ¿Estarán dispuestos a renunciar a la posibilidad de que sus hijos o nietos puedan asistir a la universidad, con tal de que un puñado de extranjeros que no la pueden pagar en su patria, como decía Arturo Rial, "mueran barrenderos"? ¿Acaso el odio inoculado no les permite darse cuenta que su descendencia también está condenada a la escoba?
En términos académicos, soy producto de una educación de gestión privada, primaria, secundaria y universitaria, pero soy peronista, y como peronista quiero la felicidad del pueblo, no el goce... el goce es pasajero.
La felicidad es lo que disfrutan miles de trabajadores y trabajadoras humildes recibiendo sus títulos universitarios, o viendo a sus hijos, hijas, nietos o nietas recibirlos y aspirar a un futuro mejor... ¡Eso es felicidad!
Puedo entender el odio que sienten los que con o sin universidad pública, por su situación, podrían acceder a educación superior: "están obligados a competir con los negros y negras en carreras profesionales que (en su opinión) no deberían tener" ... con algunos de ellos compartí el aula o el banco. No obstante, sé que son una minoría y, como ferviente admirador de la filosofía jauretcheana, creo que "La multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, perder privilegios provoca rencor".
Por eso, como un simple ciudadano, desde el profundo amor a mis hijos y nietos y, consecuentemente a tus hijos y nietos, marcharé e invito a marchar el 23 de abril en defensa de la universidad pública, gratuita, laica y accesible. Porque a poco más de 27.000 días de que Rial lo dijera, me resisto a que en mi bendito país "el hijo del barrendero muera barrendero".