Ser Docente

?La identidad se construye en situaciones de conflicto? así lo explicita el Prof. Antonio Castorina. Nada más acertada y oportuna la frase del profesor, en esta situación percibida como conflictiva, donde el sistema educativo no es ajeno, es preciso e imprescindible que un docente reconozca su autonomía sin la aprobación del otro. Frente a la transformación… Continúa leyendo Ser Docente

?La identidad se construye en situaciones de conflicto? así lo explicita el Prof. Antonio Castorina. Nada más acertada y oportuna la frase del profesor, en esta situación percibida como conflictiva, donde el sistema educativo no es ajeno, es preciso e imprescindible que un docente reconozca su autonomía sin la aprobación del otro.

Frente a la transformación de la actividad escolar, se produce la valoración en la sociedad de la actitud que cada docente visibiliza y empiezan a reconocerse en ellos, los saberes específicos de los mismos.

Ese reconocimiento de la sociedad que pareciera haber estado adormecido juega un papel fundamental en la construcción identitaria del educador.

Dice Castorina que el reconocimiento es un término asociado con el pensamiento que refiere a una necesidad en el sujeto de que otros lo confirmen como un sujeto libre.

Hay otro que lo valora, que lo constituye en esa valoración como sujeto con identidad, pero no es natural ni individual, y esa búsqueda del reconocimiento social para alcanzar su propia identidad solo se da en situaciones de conflicto.

Castorina retoma el fundamento del filósofo Axel Honneth, que otra forma de reconocimiento es a través de la solidaridad, como valores compartidos, de valorar al otro dentro del mismo colectivo docente.

La solidaridad como grupo y en la interacción además con otras instituciones.

Y es ahí donde entran en juego el papel de las instituciones quienes pueden actuar como incluyentes o excluyentes al subestimar, desvalorizar o valorar a cada trabajador de la educación.

Esto es puramente ideológico y entra en juego aquí, la percepción que se adjudique al docente.

Esto es ni más ni menos la reafirmación de la existencia de prácticas preestablecidas para que cada docente se reconozca.

Depende de la ideología que cada institución y ministerio tenga del trabajador de la educación.

Que un docente sea reconocido como un maestro eficaz, eficiente y emprendedor es un reconocimiento positivo propuesto por la sociedad.

Sin dudas que al crear identidades preestablecidas responde a un plano ideológico (hacerte creer que sos…)

Existen entonces diferentes estilos de reconocer a los docentes y como cada docente logra imponer su autonomía batallando con esas imposiciones ideológicas.

Un docente que no es reconocido en su actividad no puede elaborar su propia experiencia, siendo indispensable el compromiso del mismo, pero también el tiempo y el espacio adecuado para poder elaborar lo vivido y aportar al sistema educativo transformado e interpelado de manera inesperada por una pandemia.

Que su experiencia pueda ser su biografía lo llama Castorina o su catarsis.

Y estos espacios y tiempos los debe garantizar no solo la escuela sino también los Ministerios.

Cada maestro merece elegir y decidir su libertad recorriendo un camino del que sin dudas dejará huellas en ese transitar y en esa complicidad única e inexplicable que se logra solo con quien está dispuesto a desafiar las batallas.

Batallar contra un sistema perverso que deja al docente inmerso en un espacio donde se obstruye la lucha colectiva, la conquista de derechos y la complicidad es desafiar un espacio político y no partidario fortalecido por el poder, condicionando y determinando las relaciones humanas.

Prof. Sandra Ferrero

Militante por los Derechos Humanos

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