CADENA NACIONAL

El presidente Milei en cadena nacional dio un discurso de campaña

Un mensaje que concitó la atención de gran parte de la población y de todos los sectores productivos y económicos, repleto de lugares comunes y auto elogios.

El discurso en cadena Nacional de Javier Milei duró 15 minutos y apeló a conceptos economicistas sin asumir la crítica situación de la mayoría

El presidente Javier Milei, envalentonado por algunos índices macro económicos; el cambio de clima en los hombres de negocios financieros;  un notable apoyo de su electorado, e impelido por la marcha en defensa de la Universidad Pública,  grabó un discurso más propio de una campaña y de un ministro de economía que de un presidente en ejercicio.

Los economistas le dan la espalda

Antes de este discurso, economistas que comulgan con la ortodoxia liberal, vienen criticando duramente el rumbo de la economía y las decisiones del gobierno nacional. Quienes aplauden los aspectos ideológicos, observan las contradicciones metodológicas de la gestión y le restan el apoyo inicial. Carlos Rodríguez, el referente más destacado del CEMA, Centro de Estudios Macroeconómicos de la Argentina, e asesor de Milei, vaticinó que será uno de los 100 argentinos más odiados.

Menos histriónico pero más rimbombante.

Con una postura más serena y un gesto serio, Milei utilizó metáforas exageradas y épicas. Dijo que su equipo, en un país incendiado, se arrojó hacia el fuego, de manera heroica. Esos "bomberos", que estuvieron durante el discurso, parados a su diestra y siniestra, como edecanes de un mariscal, son los más criticados por los expertos en economía. Y en el caso del ministro de economía, Luis Caputo, escrachado en Washington y en Buenos Aires

Superávit y cuentas perfectas

Tal como anticipáramos, el tema central fue haber alcanzado un superávit fiscal y primario, después de 2008, e inmediatamente después de recibir las arcas del BCRA en rojo. El arco de periodistas especializados y economistas, sostienen que el superávit obedece al brutal ajuste de los sectores más desprotegidos, pero además, agregando deudas a futuro. Y más allá de lo opinable, lo incontestable es que ese superávit es un promedio del trimestre, pero ya en Marzo, despejándolo de, no daría superávit.

¿Hacia donde va el plan?

Aunque la mayor parte del tiempo la utilizó para criticar a las gestiones anteriores -tan común y habitual como en todos los gobiernos del Globo- cuando expresó hacia donde se dirige el modelo (si lo hubiese) cifró las expectativas en tres activos primarios. Minería, petróleo y el campo. 

Lo que no dijo

En un tramo del discurso planteó la brecha cambiaria que recibió, entre el dólar oficial y el resto, pero no arriesgó algo referido a la ya olvidada dolarización y tampoco sobre la cotización que especulan para cuando liquiden las exportaciones, presiones que empiezan a hacerse notar

Categórico y preocupante

Hizo un fugaz repaso por los beneficios otorgados en planes asistenciales. De  ninguna manera explicó que esos incrementos quedaron muy por debajo de la inflación, aunque lo más contundente fue cuando -antagónico con este autoelogio- fijó la diferencia, el hito político y moral en decir que nunca más habrá un Estado presente. Una elipsis que no le alcanzará para detener la Marcha del martes, a la que cada vez se suman más adherentes.

Una visión muy singular 

Luego de reiterar que nadie nunca antes se atrevió a hacer una hazaña como la que vienen haciendo desde el gobierno, abrevó un concepto que incomodó, sin dudas, a la mayoría de la población, dijo que por primera vez los costos de estos ajustes no los estaban soportando justos por pecadores, como ha sido siempre, antes. Esto, a horas de que él, su gabinete y todos los legisladores de la Cámara Alta se acomodaron sus haberes a como les pareció mejor. 

Discurso previsible de final recortado

El tenor del mensaje sirve para acentuar una nueva grieta transversal, en la que ahora empuja hacia el otro margen a personajes impensados, como Lanata o María Laura Santillán, pero fideliza a los propios, a puro slogan y postura. Cerró su alocución, con su típica invocación a "las fuerzas del cielo", pero mutiló su tradicional "viva la libertad, carajo". Un signo de sensatez o una aproximación a la realidad.

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