Blanco Encalada: la obra hidráulica que podría convertirse en un monumento al despilfarro

En Mendoza hay obras que se venden como estratégicas y otras que terminan siendo estratégicamente inútiles. La ampliación del colector Blanco Encalada, en Luján de Cuyo, podría pertenecer a la segunda categoría. Aunque los medios amigos del gobierno la muestran como la intervención aluvional más grande de los últimos 20 años, los datos duros y las internas en las reparticiones provinciales sugieren otra cosa.

De $561 millones a casi $4.000 millones: la Montaña Rusa presupuestaria

En el cartel oficial de obra figura un presupuesto inicial de 561.428.419 millones de pesos para la "Construcción Colector Blanco Encalada II", con un plazo de ejecución de 240 días y adjudicada a la empresa Luis M. Pagliara S.A.. Sin embargo, diversas fuentes indican que esa cifra inicial se habría multiplicado hasta superar los 4.000 millones de pesos, producto de redeterminaciones de precios, inflación, connivencia y presuntos sobrecostos.

Mientras tanto, el movimiento de suelo, el hormigón y el hierro que deberían proteger a los vecinos de las lluvias podrían terminar convertidos en un simple cordón de acequia. Eso sí, un poco mucho más caro.

Porque lo que está mal diseñado desde el papel difícilmente funcione bien en la realidad.

Inicio, parate y la falta de respuestas oficiales

La obra habría comenzado en marzo de 2023 y quedó paralizada en octubre del mismo año, según se desprende de un intercambio de mensajes entre técnicos e ingenieros que siguieron de cerca los trabajos.

En paralelo, mediante una solicitud de acceso a la información pública registrada bajo el ticket 5345389 (fecha: 31/10/2024), se pidió al Ministerio de Energía y Ambiente detalles sobre la paralización de la obra y sobre el presunto desvío de un cauce natural para beneficiar a un barrio privado. La respuesta oficial fue escueta y poco clara, sin aportar los datos técnicos que por ley deberían ser públicos.

Un colector que no colectaría nada

El cauce Sosa, donde se ejecuta la obra, históricamente arrastró agua y sedimentos de manera violenta hacia zonas como Blanco Encalada, Las Compuertas y Chacras de Coria. Ahora, la promesa oficial es desviar 50 metros cúbicos por segundo hacia el río Mendoza y evitar así que las crecidas lleguen a las áreas urbanas.

Pero algunos técnicos habrían advertido desde hace tiempo que la solución es insuficiente y que el diseño tiene errores estructurales graves. Otros, más permeables a las presiones políticas, habrían terminado cediendo.

Cóndores Pueblo de Montaña: la especulación inmobiliaria sobrevuela la zona e invita a la inversión extranjera

Mientras los medios oficialistas inflan la épica de la obra, en paralelo ya habría aparecido la especulación inmobiliaria de siempre. En la misma zona se está comercializando un complejo denominado "Cóndores Pueblo de Montaña", que ofrece terrenos a la venta como si la infraestructura pública fuese un servicio exclusivo del barrio privado.

Lo curioso es que una parte de la obra aluvional se estaría ejecutando sobre espacios públicos, beneficiando directamente a este emprendimiento inmobiliario. Incluso trascendió que una de las condiciones para el desarrollo del barrio sería que Hidráulica construyan un puente u obra de altísimo costo para atravesar un pequeño badén en la zona. 

Por ahora si Ustedd quisiera ser parte de este exclusivo emprendimiento necesitaría disponer desde 39.600 dólares en adelante. 

Ese puente, aunque es presentado como infraestructura propia del proyecto, en realidad sería financiado por el Estado y, por lo tanto, pagado por todos los ciudadanos mendocinos. Un detalle no menor: los únicos beneficiarios concretos serían los propietarios e inversores de Cóndores, Pueblo de Montaña que ya estarían usando esta "ventaja" como argumento de venta.

Un mausoleo de dinero público enterrado para siempre

En los videos se evidencia con crudeza cómo esta obra terminará sepultada bajo toneladas de tierra, convertida en un simple recuerdo para quienes la vieron nacer y morir sin sentido. Tal vez, dentro de cientos o miles de años, futuras civilizaciones intenten descifrar el propósito de este monumento al absurdo. 

Quizás queden tan perplejos como nosotros al contemplar las pirámides de Egipto o las construcciones del Imperio Incaico. La diferencia es que aquella arquitectura milenaria encerraba sabiduría, arte y trascendencia.

Esto, en cambio, no tiene ni la más mínima lógica: no hay estética, no hay funcionalidad, no hay un faraón al que rendirle tributo. Es simplemente la tumba de millones de pesos dilapidados, extraídos de las arcas del pueblo mendocino, enterrados para siempre en un proyecto que nunca debió existir.

En el paralelo olvidado de la calle Pública Kilómetro 48: otra cara del abandono

Lo más llamativo es que mientras se destinan miles de millones de pesos a una obra que los informes técnicos indican que va a  fracasar en Blanco Encalada, otras zonas estratégicas llevan más de 20 años de abandono total.

La calle pública Kilómetro 48, donde se encuentra la Escuela Luis Contreras, es un ejemplo crudo:

un camino rural olvidado que complica el acceso de alumnos, docentes y productores, que no ha recibido el más mínimo mantenimiento de Vialidad Provincial, Hidráulica ni la Municipalidad de Luján de Cuyo desde hace dos décadas.

En esa misma calle hoy se construye un campo de 400 hectáreas de paneles solares para generar energía fotovoltaica. Sin embargo, si nada cambia, muy pronto ni siquiera habrá acceso para realizar el mantenimiento de esa infraestructura energética.

Allí también funciona la central térmica Anchoris, que genera electricidad con camiones que suministran gas. Que la provincia haya dejado morir esa arteria clave no solo es preocupante: es estratégico y peligroso ya que se pierde soberanía energética.

La situación se agravó cuando Vialidad Nacional prolongó la doble vía de la Ruta 40 y permitió que YPF modificara cauces naturales para no afectar sus pozos petroleros y en paralelo contamino pozos de riego, que grandes terratenientes viñateros del oeste desviaran cursos de agua para proteger sus cultivos y que areneras como Palumbo y otras extrajeran material sin control.

Esta falta de fiscalización terminó derrumbando ya hace mas de cinco años dos puentes clave sobre la Ruta 40: el de Los Pozos y el de Los Chañares. Desde Portada advertimos que algo similar podría ocurrir con la obra de Blanco Encalada, si se confirma su mal diseño y falta de control estatal.

• 8 de febrero de 2020: Se derrumbó el puente del arroyo Los Chañares.
• Un año más tarde (2021): Se derrumbó otro puente ubicado a 5 km al norte, sobre el arroyo Los Pozos.

Un iceberg de hormigón que quedará enterrado y sin funcionar

Los medios afines al oficialismo siguen celebrando la obra como un hito que traerá tranquilidad a las familias del piedemonte. Pero la realidad que se observa en el terreno sugiere otra cosa: un colector que apenas sobresaldrá como la punta de un iceberg inútil, incapaz de contener, desviar o proteger a los vecinos. Es decir solo se vera como un cordon de una acequia incapaz de detener o desviar la furia del agua.

Con una planificación más eficiente, esos recursos podrían haberse destinado a solucionar problemas reales como los del Valle de Uco o los de la calle Pública Kilómetro 48, con impacto directo en la educación, la energía y la producción.

Dinero enterrado, sueños postergados

¿Cuántas casas podrían haberse construido con ese presupuesto, cuando miles de familias mendocinas siguen alquilando o viviendo en asentamientos? ¿Cuántas escuelas y jardines maternales para que nuestros hijos no se apiñen en aulas sin ventanas? ¿Cuántos hospitales y salas de primeros auxilios para dar respuesta a una salud pública que colapsa cada invierno?

Son preguntas que jamás tendrán respuesta porque nadie en el Estado se detuvo a hacerlas. Lo único cierto es que ese dinero ya no está: quedó enterrado bajo cemento y promesas incumplidas. Como un iceberg que apenas asoma, la obra de Blanco Encalada será recordada no por lo que resolvió, sino por lo que no fue. Quizás dentro de unos años el colector Blanco Encalada no sea recordado como la obra hidráulica más grande de las últimas dos décadas, sino como un símbolo de la improvisación, la falta de control y la vieja costumbre de enterrar millones de pesos en el suelo mendocino... para que nunca más asomen.