Roger Waters, el que incomoda (y nos hace mirar)

Waters con pelo cano alborotado, campera oscura y el pañuelo palestino anudado al cuello. Se paró frente a cámara, habló del genocidio en la Franja de Gaza.

Adrián Characán
Adrián Characán

Lo vimos de cerca: pelo cano alborotado, campera oscura y el pañuelo palestino anudado al cuello. Ese detalle -el keffiyeh- ya nos decía todo. Se paró frente a cámara, habló del genocidio en la Franja de Gaza y, cuando nombró a los responsables, lo dijo textual:

Roger Waters, el que incomoda (y nos hace mirar)

Trump, Monsieur Macron, Netanyahu, Noboy in Ecuador, Millei in Argentina.

Y al pronunciar cada nombre e incluso "Millei in Argentina" lo acompañó con un escupitajo. Un gesto gráfico, brutal, más fuerte que cualquier adjetivo. Otra vez Roger en modo Roger, sin eufemismos.

Y acá es donde conviene ordenar: no se trata solo de "la polémica de siempre". En estos días, la Comisión Internacional Independiente de Investigación de la ONU -creada por el Consejo de Derechos Humanos- publicó un informe demoledor: concluye que Israel cometió genocidio en Gaza, describiendo cuatro de los cinco actos tipificados por la Convención de 1948 y señalando intención genocida a partir de declaraciones de altos funcionarios. Israel lo rechaza; pero el documento existe y es, hasta ahora, la postura legal más fuerte emanada de un órgano de la ONU.

Roger Waters, el que incomoda (y nos hace mirar)

Waters, nos guste o no, viene sintonizando con esa denuncia desde hace años. Y cuando lo acusan de exagerado, él responde con hechos, con cifras, con nombres propios; por eso el gesto gráfico -escupir- funciona más como símbolo que como exabrupto: interpela a los que, a su juicio, sostienen o blanquean una masacre.

Roger Waters, al pronunciar cada nombre e incluso "Millei in Argentina" lo acompañó con un escupitajo.

Roger Waters, al pronunciar cada nombre e incluso "Millei in Argentina" lo acompañó con un escupitajo.

También es cierto: al poder real no le cae simpático. Tras el ataque de Hamas de octubre de 2023 y sus declaraciones, empezaron los escraches y los vetos. En el Río de la Plata, hubo hoteles que se negaron a hospedarlo -primero en Buenos Aires y luego en Montevideo-, con versiones cruzadas sobre presiones de grupos de lobby y acusaciones de antisemitismo.

¿Y qué dicen de él sus "propios"?

Puertas adentro del universo Pink Floyd la convivencia es, desde hace décadas, áspera. David Gilmour -y su esposa, la escritora Polly Samson- lo han señalado en público con dureza; Nick Mason suele mostrarse diplomático, pero admite que una reunión es improbable. Incluso su hijo, el tecladista Harry Waters, contó que su padre lo despidió de la banda y lo dijo sin anestesia. No hay aura romántica ahí: hay tensiones, quiebres y egos gigantes.

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Contra el imperialismo (también el "propio")

A nosotros nos tocó particularmente cuando, consultado por Malvinas, respondió sin rodeos: "Deberían ser argentinas". Y agregó que se avergüenza del pasado colonial británico. Lo dijo hace años, sin encuestas que lo empujen, sin necesidad de caer simpático en el sur del mundo.

Una memoria nuestra: el día que bajó a la villa

No todo en Waters son diatribas. En 2008 compuso "The Child Will Fly" para la Fundación ALAS, con voces de Gustavo Cerati, Pedro Aznar, Shakira y un solo de Eric Clapton

Roger Waters, el que incomoda (y nos hace mirar)

El videoclip se filmó en 2012 en la Villa 31 de Buenos Aires, dirigido por Diego Kaplan, con pibes del barrio y Vitillo Ábalos. La canción -mezcla de rock y folclore- hablaba de infancia, de oportunidades, de desigualdad a la latinoamericana; bilingüe, con Cerati y Shakira en español. Ahí también nos vimos: la cámara recorriendo pasillos, chapas, ollas; y al artista global metiéndose donde duele. En una parte de la canción , menciona a muchas personalidades de la cultura y de la historia y ahí la coherencia del músico mencionando a Eva Perón, la abanderada de los humildes . 

¿Por qué nos importa hoy?

Porque Milei, otra vez, equivocando de qué lado de la historia se para -el de la celebración del látigo- mientras la ONU lanza palabras que pesan: genocidio. Y porque figuras como Waters -polémicas, sí; a lo Maradona, sí- nos recuerdan que la música y el arte también sirven para señalar. Si no son ellos, ¿quiénes? Necesitamos voces que pidan redistribución, agua para vivir y no para especular, trabajo con dignidad, comida sin condicionamientos, un mundo sin desplazados a empujones.

Milei, siempre equivocado

Lo volvimos a ver  eufórico, desbordado, mostrando las oscilaciones que ya se le hicieron costumbre. El lunes pasado, luego de la derrota electoral, hablaba en un tono casi mesurado, como queriendo aparentar sensatez, aunque sin apartarse un milímetro del rumbo que viene empobreciendo a todo el país. Y el viernes, en Córdoba, se desató desaforado, arengando, cantando, mezclando consignas con provocaciones.

Lo más lamentable fueron esas frases como "saquen al pingüino del cajón", una expresión de pésimo gusto que desnuda la inestabilidad emocional de quien hoy conduce la Nación. No es un detalle menor: estamos en medio de uno de los momentos económicos más complejos de nuestra historia, y la figura presidencial oscila entre la sobriedad impostada y la exaltación grotesca.

Lo peor es que lo hace con plena conciencia, porque sabe que entre Macri y Milei han hipotecado el futuro. No se trata solo del presente inmediato: es el porvenir de generaciones enteras el que se juega en estas decisiones. Un país atado, otra vez, a la improvisación, al endeudamiento y a la soberbia de quienes se creen iluminados.

Roger Waters, el que incomoda (y nos hace mirar)

Nosotros, desde acá, en plural y con la memoria inquieta, preferimos a los que incomodan al poder antes que a los que lo entretienen. Y si levantar la voz trae consecuencias -veto de hoteles, linchamientos mediáticos, viejas bandas que nunca se recomponen-, bueno: que así sea.

Al final del día, lo que queda es simple: que no haya más niños bajo escombros ni madres haciendo fila por un bidón.

Y mientras tanto, nos quedamos con esa imagen de Waters, pelo blanco y keffiyeh, nombrando uno por uno a los responsables -Trump, Macron, Netanyahu, Noboa y Milei- y escupiendo con bronca contenida.

No será perfecto, pero dice lo que muchos callan.

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