Rezo por Vos.
Creer o reventar. Gracias a un católico atento que me envió lo que había dicho el Papa Francisco (Jorge Bergoglio) sobre el periodismo, me resulta inevitable poner en consideración de buenos lectores las reflexiones que surgen de las palabras del Sumo Pontífice o de Jorge Bergoglio, según prefiera. Corresponsales de paz. A propósito de la… Continúa leyendo Rezo por Vos.
Creer o reventar.
Gracias a un católico atento que me envió lo que había dicho el Papa Francisco (Jorge Bergoglio) sobre el periodismo, me resulta inevitable poner en consideración de buenos lectores las reflexiones que surgen de las palabras del Sumo Pontífice o de Jorge Bergoglio, según prefiera.
Corresponsales de paz.A propósito de la visita de una delegación de la Fundación Biagio Agnes, que otorga premios a los más destacados en periodismo y en otras disciplinas parientes a las artes y a la comunicación, Francisco se refirió a la labor del periodismo y enfatizó en el rol educador que tiene esta profesión y a la obligación de hacerlo con rigor y pasión.
Lapicera, cuaderno y consciencia.Hizo mención a tres elementos: cuaderno, lapicera y mirada, aceptando que pueden sonar anacrónicos frente a las herramientas tecnológicas, pero con sentido figurado, igual sirven. Argumentó la importancia de cada uno y el desafío que hoy implica utilizar los tres a consciencia, impidiendo la profusión de noticias falsas y discursos belicistas.
Tan obvio que es imperceptible.Aunque esté de moda la secularización también en el periodismo, suena además de sensato el llamamiento, necesario y urgente.
Estas consignas que cualquiera puede juzgar de obvias no lo son o acaso por obvias se omiten cotidianamente. Y no es intención de este espacio pontificar la concordancia ni evitar las disidencias, pero sí poner en consideración la inminente revisión de los modos de comunicar, de informar, de hacer periodismo decentemente.
Carezco de facultad para determinar si es por maldad, ignorancia, ambición mercantil o por apropiación ilegítima del oficio, algunos colegas (o mercenarios disfrazados de) periodistas, erosionan el único patrimonio colectivo: la credibilidad. Y como es sabido, edificar requiere de tiempo, conocimiento, planos bien concebidos, materiales nobles, cálculos correctos y personal idóneo mientras que demoler es rápido y sencillo. Algo de esto nos viene ocurriendo.
Imperativos categóricos o al menos, honestidad intelectual.Entender que el periodismo implica desempeñar un papel de servidor público sería un buen primer paso. Bajarse del pedestal que ha sido construido sobre la vanidad carente de argumento, otro. Decir (transparentar me corregirá alguien) qué interés se defiende y con qué ideología se identifica, lejos de ser un ?pecado? debería ser una obligación. Perspectivismo, bien distinto al relativismo.
Aunque en apariencia terminan igual, impunidad y libertad no tienen el mismo fin.Asistimos a diario en distintos medios a delaciones falaces, imputaciones difamatorias y condenas anticipadas, acciones que generan daños irreparables tanto a las personas alcanzadas como al tejido social.
Las leyes que promueven la libertad de expresión dan protección al ejercicio del periodismo, pero no otorgan un carnet perpetuo para la irresponsabilidad, la negligencia ni la ofensa injustificada. Rara vez los que provocan estos destrozos son sometidos a los procesos judiciales correspondientes, mientras que esos mismos suelen ser los que ya han condenado al escarnio público a víctimas convertidas por sus relatos adulterados en victimarios.
Los hechos sí existen y son interpretados. Quienes insisten en referir al filósofo alemán autor de ?Así habló Zaratustra? cuando sostuvo que ?los hechos no existen, todo es interpretación? deben terminar los deberes y leer los textos completos.
Aquella aseveración respondía a rebatir al positivismo acrítico que defendía la verdad absoluta, material e inalterable, pero también Nietzsche abominó del relativismo y manifestó su oposición al subjetivismo.
Así como a cada hecho le cabe una interpretación, cada lectura de los hechos, cada traducción de los datos muestra la perspectiva de quien se pronuncia, y como podemos ver sin demasiado esfuerzo, la miserabilidad es una de las posiciones elegidas por algunos para manipular los acontecimientos y metamorfosear la historia.
La duda es una prerrogativa de la filosofía, el periodismo asienta su razón de ser en las certezas. Esto no nos prohíbe tener dudas razonables, pero acentuarlas deliberadamente y tender un halo de sospecha permanente sólo contribuye al malestar y a la desconfianza. Vemos con tristeza y a veces con temor cómo retorna al discurso de algunos el maldito ?algo habrá hecho?.
Inclinación patológica.Eli Pariser, pensador contemporáneo, sostiene que existe en la sociedad de hoy a través del uso intensivo de medios y redes digitales una tendencia a elegir aquello que, si no es violento en sí, incita a la violencia -casi como entretenimiento de rutina- y aunque no está científicamente probado, la incidencia que esto genera en el devenir diario, al menos, no fomenta relaciones amables ni cordiales y tampoco contribuye al crecimiento de una sociedad más equitativa y democrática.
La otra religión.Tanto el laicismo como la religiosidad no han podido limitar y mucho menos impedir los comportamientos sociales de la otra religión: el consumismo. Tampoco las corrientes políticas ni las escuelas filosóficas han sido eficaces en desincentivar el consumo, por lo cual desde aquí, y a propósito de las recomendaciones que ofreció el Papa Francisco, o Jorge Bergoglio en su versión laica, sólo nos atrevemos a sugerir y tímidamente que ya que la vocación de consumir es irrefrenable, tanto en bienes como en servicios, cuando se trate de consumir información, exija que sea nutritiva, sin exceso de espectáculo amarillento y no contaminante, tal vez así no debamos acudir nuevamente al barbijo mental que hoy algunos medios obligan a usar.