resignación

Pobreza digna: Es el poder adquisitivo, estúpido

Los argentinos nos estamos acostumbrando a vivir en esa resignación que se disfraza de fortaleza. La capacidad real de comprar, vivir, proyectar. Ahí está la verdadera grieta, la que separa a los que tienen de los que apenas sobreviven.

Pobreza digna. Miseria digna. Los argentinos nos estamos acostumbrando a vivir en esa resignación que se disfraza de fortaleza. La escuchamos en charlas de café, entre amigos, en la sobremesa del domingo. "Por lo menos tenemos comida y un techo", nos decimos. Nos convencemos. Nos anestesiamos.

Por Martín Tula | martin.tula@portada.com.ar

Hace décadas que nos venimos conformando. Lo que hace un año era un gusto, hoy es un lujo. Cada paso adelante en nuestras vidas de adultos nos enfrenta con la misma pared: vivir cuesta más y rendimos menos.

El sábado pasado, en la mesa de Mirtha Legrand, una escena de la película Esperando la Carroza me volvió a la cabeza. Fue después de escuchar a Ricardo Darín hablar sobre las empanadas. No era un debate culinario: era social, era económico. Hablaban del precio, sí, pero también de lo que representa.

Pobreza digna: Es el poder adquisitivo, estúpido

Todo había comenzado unos minutos antes, cuando Darín se refirió al dinero que la gente supuestamente esconde en el colchón. En medio del anuncio del gobierno sobre la posibilidad de blanquear fondos sin penalidad -una medida todavía sin respaldo legal-, el actor fue al hueso: ¿qué poder de compra tiene hoy ese dinero?.

No voy a entrar en la discusión superficial de sí una docena de empanadas es cara o barata. Lo relevante, lo central, lo que nos atraviesa a todos es el poder adquisitivo. La capacidad real de comprar, vivir, proyectar. Ahí está la verdadera grieta, la que separa a los que tienen de los que apenas sobreviven.

Hoy, en mayo de 2025, el ingreso promedio de un argentino ronda los 800 dólares. Lo traduzco para que se entienda mejor: unos 920.000 pesos. Hace un año, en mayo de 2024, el ingreso en pesos era prácticamente el mismo. Pero si retrocedemos a mayo de 2023, con un dólar a $490, esos 920.000 pesos equivalían a más de 1.870 dólares. En otras palabras: en dos años, el salario nominal se mantuvo, pero el poder adquisitivo cayó en picada. Hoy compramos mucho menos. Perdimos frente al dólar y también frente a los aumentos acumulados en tarifas, prepagas y servicios, pese a una inflación general en baja. Eso es empobrecimiento. Eso es retroceder.

No alcanza con bajar la inflación si no hay un plan de generación de empleo, si se destruye la matriz productiva y la microeconomía se sigue hundiendo. Lo sabemos. Lo vivimos. Y, sin embargo, nadie lo dice en voz alta. Volvemos al "sálvese quien pueda" como si fuera el único camino.

Roma no paga traidores, el mileísmo los amontona

Hay una frase que el gobierno de Javier Milei repite seguido: Roma no paga traidores. Se refiere a un hecho histórico: cuando un traidor ofreció a una ciudad enemiga al general romano Marco Furio Camilo, éste aceptó la entrega pero, al obtener la ciudad, mandó a ejecutar al traidor con esa sentencia.

El problema es que Milei no ejecuta traidores, los premia, los amontona en las filas de LLA. Les da cargos, lugares en listas, ministerios. Casos como los de Pilar Ramírez, Patricia Bullrich o Nicolás Posse (sí, incluso hasta el amigo que dejó de servir a la causa) demuestran que el mileísmo no discrimina: si servís para el plan, entrás, vengas de donde vengas. Scioli, Bullrich, o quien sea.

Lo llamativo no es sólo la incoherencia. Lo preocupante es cómo ese mismo principio de obediencia vertical empieza a trasladarse a la sociedad. Lo vimos antes, durante el kirchnerismo, cuando la grieta partió familias, amigos, lugares de trabajo. Hoy volvemos a lo mismo, pero más profundo. La división ya no es entre bandos opuestos: es entre propios.

El que se corre una coma de lo que dice el Presidente, es un traidor. El que disiente, aunque sea levemente, es señalado. Marcado. La lógica empieza a rozar lo sectario y preocupa.

Y si volvemos a Roma, vale recordar dos cosas: que esa frase también la utilizó Benito Mussolini en su aparato de propaganda fascista y que en 1945, Mussolini fue colgado en la Plaza Loreto de Milán.

Todos ven lo que aparentas ser, pocos advierten lo que realmente eres.

Nicolás Maquiavelo, El Príncipe, 1513.

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