CONFIRMACIÓN DEL VETO PRESIDENCIAL

El negocio del discurso violento y la descalificación le otorgan otra victoria a Milei

Javier Milei consiguió que en Diputados prosperara el Veto a la Ley de Financiamiento Universitario, venciendo a la mayoría parlamentaria y a una porción muy importante de la sociedad que se manifestó a favor de esa Ley

Es tiempo de estudiar: Milei sin diploma consiguió una victoria que tendrá consecuencias inmediatas y a largo plazo

Lo que ocurrió este miércoles en la Cámara de Diputados de la Nación excede lo anecdótico y también, la coyuntural situación de la económica de la Educación Pública Superior de la Argentina. Consiguió suficiente apoyo para vetar la misma Ley que surgió desde ese recinto y que había sido aprobada por una suficiente mayoría. En términos literales, un retroceso, en términos políticos, también.

Dominando las herramientas

Quien desdeñaba "la política" por las "roscas" y criticaba con vehemencia los acuerdos poco transparentes, está superando ese rechazo y se viene capacitando con notable habilidad, tanto que en el Congreso de la Nación con una tímida minoría de legisladores -algunos improvisados y otros, despojo de los grandes partidos- acaba de conseguir su segunda victoria impactante.

Victorias por puntos que terminan provocando un knockout 

Después de lograr voltear la Ley de Movilidad Jubilatoria, esta vez consiguió aplazar la Ley de Financiamiento para las Universidades Públicas, sumando a los votos de los propios libertarios, las manos ávidas de legisladores del PRO, comandados por Macri, pero también de dos gobernadores con sello Justicialista y no menos de los "independientes", o sea, una heterogénea minoría que para estos casos, tiene más peso que la mayoría. En aritmética legislativa, también se eximió Milei y su promesa destructora gana por ahora dos a cero.

Signos y símbolos en la actual política de Argentina

Pretender en un breve artículo desenmarañar la actualidad sería tan soberbio como estéril, igualmente es un deber analizar sintéticamente las circunstancias que a primera lectura parecen desafiar leyes invariables, como la de los consensos necesarios para construir democracia. Milei no es un signo de los tiempos -según nos enseñaba Carl Jung, es todo un "símbolo".

Un concepto anacrónico: "Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar"

Las promesas de Milei, desde su aparición, responden a la demolición. Ni refacciones, ni arreglos, tampoco modificaciones, ampliaciones, decoraciones, restauraciones y mucho menos a nuevas edificaciones: propuso destruir, vaciar, achicar, fustigar, castigar y eliminar, este último verbo omnipresente en toda dictadura y modelo de corte intolerante (omitimos categorías políticas clásicas que hoy confunden). Mal haríamos en no admitir que no sólo ganó la presidencia tras un balotaje, está ganando en terrenos más profundos, es quizá el mejor -si no el único- que supo emplear la sobremodernidad (*) que ofrece la vinculación social a través de artefactos y mecanismos digitales, o sea, prescindiendo del cuerpo, del perfume y del ambiente. No es poco.

Comprensión versus resignación

Observar el proceso de hoy inquieta, incomoda e inclusive asusta a quienes vivieron y padecieron la dictadura 1976-1983. La similitud de la gestión actual no sólo concierne en la aparición de algunos personajes y en la similitud de la propuesta económica, sino en los conceptos, o sea, en la finalidad de carácter política: desactivar toda vocación colectiva; someterse a los arbitrios del poder económico -sin evaluar procedencia ni destino- y desarticular cualquier construcción ideal que promueva la armonía y la coexistencia pacífica e inclusiva, contemplando a todas las personas y sus comunidades y respetando el lugar (el ambiente) La complejidad de hoy es que el gobierno de Milei avanza en idéntica dirección que la dictadura 76-83 pero con las armas que ofrece el sistema republicano y democrático, mientras los propietarios idóneos de ese arsenal vienen perdiendo en cada batalla. Indignarse es legítimo pero inútil, es tiempo de traducir la intención en acción y la esperanza en presente continuo.

Sobreponerse

Esta reciente victoria de Milei debería servir como punto de partida (sin alusión alberdiana) para resetear la acción política. Aunque ingiere mucha energía, es requisito saber que la nostalgia impide concebir un futuro posible y mejor, y eso no guarda relación con ignorar la historia, muy por el contrario, se trata de revitalizar lo posible, darle sentido a los cimientos y aventar la tentación de edulcorar el pasado. Una realidad distinta, no lineal, atiborrada de falacias, datos mendaces, y un relato mentiroso inoculado a fuerza de violencia y repetición, es lo que se presenta enfrente de quienes pretenden un País menos arbitrario y castigador, más amable, querible y respetable. 

Como decía Marco Aurelio "si utilizás los mismos métodos que aborrecés de tu enemigo, has perdido la batalla antes de darla" 

Por este decreto no habrá marcha, pero es igual de peligroso

Interpretar cabalmente los discursos de Milei, alocuciones que -sin exagerar- producen vergüenza porque cuando no se trata de un dislate, acude a un plagio o a la caprichosa adulteración de la historia, es imprescindible. Entre furcios y mentiras, pronuncia ideas y conceptos que está concretando ante la anestesia social. Y esto no circula por las redes y difícilmente alguien fabrique un efectivo "meme". Mediante el Decreto 888 del Poder Ejecutivo Nacional, acaba de eliminarse el  Fondo Fiduciario para la Protección Ambiental de los Bosques Nativos (FOBOSQUE), fiducia establecida por Ley en el gobierno de (el ahora socio político) Macri, con el fin de darle recursos para cumplir con la Ley 26.631  (FNECBN) destinada además para cumplir con el Plan de Acción Nacional de Bosques y Cambio Climático, compromiso además asumido por el Estado Nacional en Acuerdo de París. Vincular este desfinanciamiento con los incendios intencionales es indispensable para comprender desde dónde se origina el fuego.

Consolidar una forma abyecta o crear una mejor manera de hacer política

La primera idea que suele aparecer cuando se admite una derrota es la de resistir, como si aún fuese posible disputar un trofeo que ya fue arrebatado por el adversario. Asimilar la pérdida es imprescindible, casi tanto como no enamorarse del resultado. Regodearse en la autocompasión empeora las cosas y aunque no siempre, ni todos ni todas , tienen la capacidad de levantarse luego de quedar tendidos en la lona, intentarlo no confiere ningún mérito, es un deber, una obligación para quienes no auspician la crueldad como política ni la ajenidad como diseño de Nación. 

Levanten la mano

Los números de la votación para que prosperase el Veto a la Ley de Financiamiento Universitario les sirvieron a Javier Milei para obtener otro triunfo, pero fueron más los que hicieron para que la Ley se implementara. No se trata de un consuelo, sino de tomar consciencia de que no basta con los consensos primarios, es indispensable construir un Proyecto de país y para eso, es necesario el concurso de una mayoría superior y comprometida, que posterguen las discusiones de matices y decorativas, y trabajen en favor de sí y de quienes confían en sus voluntades y trayectorias. A la mezquina alianza (ojalá efímera) no se la puede confrontar, hay que derrotarla con proyectos y acciones, con trabajo decente y convicción ideológica. Si más del 52% de la población argentina es pobre, pues trabajen para que ese 52% no esté en la consideración estadística solamente, sino en la participación política, colectiva, revirtiendo esa situación y logrando escaparse de la prédica sensible y compasiva y formar parte de un entramado social con oportunidades y recursos. Nadie dice que es fácil, tampoco imposible.

(*) Término acuñado por el antropólogo Marc Augé en su ensayo "Los no lugares"


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