Los megalómanos del dinero y el poder
Sam Bankman-Fried y Jan Marsalek pasaron de ser considerados genios financieros a símbolos globales de fraude. Sus historias, que involucran decenas de miles de millones de dólares, encuentran un inquietante paralelo con los hermanos Milei.
Del desplome de FTX y Wirecard al experimento Milei. Sam Bankman-Fried y Jan Marsalek pasaron de ser considerados genios financieros a símbolos globales de fraude. Sus historias, que involucran decenas de miles de millones de dólares, encuentran un inquietante paralelo con los hermanos Milei, denunciados por cobros irregulares, escuchas y vínculos turbios con laboratorios.
El espejismo de las criptomonedas: FTX
Durante años, Sam Bankman-Fried fue el chico prodigio de la era cripto.
Desde su base en Bahamas, su empresa FTX alcanzó una valoración de 32.000 millones de dólares, captando inversores institucionales, famosos y medianos ahorristas que confiaron en su discurso altruista y su aura de genio.
El derrumbe llegó en 2022, cuando se reveló que 10.000 millones de dólares de clientes habían sido desviados a Alameda Research, su firma privada. Las promesas de transparencia se transformaron en un fraude colosal. La Justicia estadounidense lo condenó a más de 25 años de prisión, y su nombre quedó grabado en la historia como el responsable de una de las mayores estafas financieras modernas.
El fantasma de Wirecard: Marsalek
En Alemania, Jan Marsalek, director de operaciones de Wirecard, protagonizó un escándalo de proporciones similares. La fintech llegó a cotizar en el índice DAX y a valer más de 24.000 millones de euros, hasta que en 2020 estalló la bomba: faltaban 1.900 millones de euros en sus balances.
Mientras su CEO era detenido, Marsalek desaparecía en las sombras. Hoy sigue prófugo, con fuertes sospechas de protección por parte de la inteligencia rusa. Wirecard se hundió y los pequeños inversores quedaron con las manos vacías. En Alemania lo recuerdan como el mayor fraude financiero de su historia.
El espejo argentino: los hermanos Milei
Aquí es donde la comparación se vuelve inevitable. Javier y Karina Milei construyen un relato de mesianismo político, prometiendo refundar el país. Pero detrás del discurso libertario se acumulan denuncias por cobro de cargos desde los primeros meses de gestión, un verdadero peaje para quienes aspiraban a ingresar al círculo oficialista, entre estas acciones se encuentra la cripto estafa $LIBRA.
A eso se suman las escuchas filtradas que dejan al descubierto maniobras de recaudación política y favores en nombre de "la jefa". Y como si fuera poco, aparecen los retornos vinculados al laboratorio Suizo Argentina, señalados como proveedores de fondos en concepto de coimas y aportes oscuros para la maquinaria oficial.
Lo que en otros países fue fraude financiero, en Argentina toma forma de estafa política: balances dibujados en FTX, agujeros contables en Wirecard y ahora una administración que reproduce las mismas lógicas de apropiación, disfrazadas de proyecto de libertad.
Bankman-Fried y Marsalek defraudaron principalmente a millonarios, fondos de inversión, bancos internacionales y grandes jugadores de las finanzas. Su accionar, aunque devastador, apuntó sobre todo a sectores con poder económico.
Lo perturbador de los hermanos Milei es que, presuntamente, lo habrían hecho con los más débiles: discapacitados y sectores populares que confiaron en ellos. No hablamos de engañar a magnates de Silicon Valley o banqueros de Frankfurt, sino de aprovecharse de quienes dependen del Estado para sobrevivir.
Esa diferencia ética los coloca en un plano todavía más oscuro. Porque si en FTX y Wirecard hubo millonarios engañados, en Argentina las denuncias presumen que la estafa recae sobre el pueblo y los más vulnerables. Y eso es, sin dudas, infinitamente más ruin.
La megalomanía como hilo conductor
Bankman-Fried en las Bahamas, Marsalek desde Moscú y los Milei en la Casa Rosada comparten un mismo rasgo: la megalomanía. Esa convicción de creerse únicos, iluminados, destinados a cumplir un papel histórico.
Bankman-Fried se creyó un visionario altruista mientras desviaba miles de millones.
Marsalek se pensó un estratega intocable que podía reinventarse como espía internacional.
Los Milei actúan como si hubiesen encontrado la fórmula para refundar un país, pero las denuncias por coimas, cobro de cargos y escuchas revelan que detrás del discurso libertario hay una trama de poder tan vieja como conocida.
La megalomanía arrastra, seduce, convence. Pero siempre deja el mismo saldo: ruinas, estafas, traiciones y un pueblo o una masa de inversores que pagan el precio.
De Bahamas a Múnich, de Wirecard a FTX, de los balances inflados a las coimas locales, el patrón es idéntico. Promesas de grandeza, confianza ciega y un final de derrumbe.