FALSAS DENUNCIAS

Los sospechosos de siempre

Después de la condena mediática y la prematura y errática sentencia social, Fabián Gianola, actor y conductor de TV, fue sobreseído. El fallo es contundente. El hecho por el que se lo denunció no existió. La reflexión es inevitable, el resarcimiento, imposible.

Los sospechosos de siempre

Verdad y justicia son dos términos contundentes, irreductibles, inexorablemente asociados.

Las disquisiciones aparecen en las academias, y en la lejanía de padecer lo contrario. Cobran otro sentido, más vigoroso y doliente cuando se es víctima directa.

De un tiempo a esta parte, la profusión de denuncias contra algunos personajes públicos se incrementó exponencialmente.

En distintos países y especialmente en lo que se llama el mundo del espectáculo, vemos modalidades parecidas, carátulas similares y propósitos idénticos.

Ninguna explicación puede ser concluyente, pero provisoriamente elegimos tres respuestas posibles: que se ha acelerado la ocurrencia de delitos de orden sexual en ese ámbito, el de la llamada industria cultural; que se expone lo que antes no; que a propósito de la formidable réplica acrítica ante una denuncia, y la falta de rigor de los medios de difusión, se aprovecha esa multiplicación para otros fines, lejos de la pretensión de alcanzar la justicia y violando un valor tan primitivo como el de pronunciar la verdad

Le tercera ¿será la vencida?

Esa tercera posibilidad viene ganando (o perdiendo, según de qué lado prefiramos ubicarnos) con fallos tan contundentes como inadvertidos. Allá y acá.

Precisamente quien ganara un Oscar por su actuación en "Los sospechosos de siempre", Kevin Spaecy, fue absuelto hace pocos meses en siete causas, en un tribunal de Londres. Una de las denuncias desacreditadas en ese tribunal databa de un presunto hecho ocurrido en 1986, sin embargo, en los diarios lo trataron como un acontecimiento reciente, adulterando las circunstancias posibles, sin ningún reparo

La desproporción acentúa los daños

La reputación y el honor no son atributos reservados para una elite, pero es innegable que para quienes tienen exposición pública, y su trabajo está supeditado a su buen nombre, la afectación se amplía. Esa vulnerabilidad es, quizá, el móvil para que se efectúen denuncias falaces.

Participación necesaria

Hemos expuesto aquí y en los ámbitos jurídicos más encumbrados sobre la responsabilidad que nos cabe a quienes hacemos y dirigimos medios. Sortear todos los pasos que deben respetarse en el servicio de justicia colabora para que se confunda víctima con victimario y, además, se condena al denunciado con un criterio preventivo perverso.

Sentencia prematura y errática

El aludido pierde su condición de inocencia en el acto. La venda de la justicia no puede impedir que se inocule la visión y audición del aparato institucional y social. El escándalo pretendido reemplaza toda intención informativa seria, acética y bien intencionada. Con esos escasos cuando no inventados elementos, la comunidad sentencia.

Imposible resarcimiento para FABIÁN GIANOLA

El 28 de agosto, o sea más de tres meses atrás, el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°49, a cargo de la Dra. Ángeles Mariana Gómez Maiorano, dictaminó el sobreseimiento a FABIÁN GIANOLA, actor y conductor de televisión, de vasta trayectoria. Un dato que no debería pasar desapercibido. La argumentación para este sobreseimiento es el inciso 2 del artículo 336 del Código Procesal Penal de la Argentina. Esa normativa es la que señala que NO EXISTIÓ el HECHO denunciado. Aquí podrá leer el fallo: https://acrobat.adobe.com/id/urn:aaid:sc:VA6C2:35218306-5aa7-473d-aa1e-a336d0f6d06b ¿Cuál podría ser la compensación para remediar lo que la inexistencia de un hecho le produjo? ¿Es correcta la pregunta? No. Definitivamente está mal formulada. Y no habrá algo que pueda reparar el daño, pero sí la obligación, de quienes ejercemos el periodismo con pretendida honestidad, poner en relieve la verdad y ahora sí replicar lo que la administración de Justicia sentenció.

Con el proyecto ¿alcanza?

Dimos cuenta hace meses atrás de un proyecto presentado en el Senado de la Nación por Carolina Losada, muy corto y sintético, para modificar el CPP e incorporar la figura de las "falsas denuncias", debido a los muchos casos, como el de FABIÁN GIANOLA y como el del entrenador de fútbol femenino y empleado en FIFA, Diego Gaucci https://www.google.com/search?q=falsas+denuncias&rlz=1C1YTUH_esAR1051AR1052&oq=falsas+den&gs_lcrp=EgZjaHJvbWUqBwgAEAAYgAQyBwgAEAAYgAQyBwgBEAAYgAQyBggCEEUYOTIHCAMQABiABDIHCAQQABiABDIHCAUQABiABDIHCAYQABiABDIHCAcQABiABDIHCAgQABiABDIHCAkQABiABNIBCDM0OTRqMGo3qAIAsAIA&sourceid=chrome&ie=UTF-8#fpstate=ive&vld=cid:a957f425,vid:W-3SAiVBxdE,st:0 pero si además, no se recupera la decencia comunicativa y no se le asigna la importancia fundante a la devaluada verdad, poco avanzaremos como sociedad.

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Atribuirle la culpa a cuestiones ideológicas, simplemente nos vuelven a distraer de la cosa, del asunto concreto, de lo que deberíamos superar sin dilaciones. Los debates sobre las categorías clásicas de la política son insuficientes y en ocasiones, confusos y anacrónicos. Que se relativicen los daños, se adulteren los compromisos y se pierdan conceptos que creímos ya nadie discutiría, como es el principio de inocencia, la defensa del Estado de Derecho, la igualdad y la democracia, no les será útil ni a las derechas liberales y defensoras de la supremacía del individuo, ni a las izquierdas progresistas que pretenden armonía y equidad.

Cotización de la verdad en el mercado existencial

Si la verdad pierde espesura, la justicia (social e individual) será inalcanzable y la concordancia, impracticable. No hemos superado ninguno de los recurrentes obstáculos como sociedad, concientizarlo quizá es la primera de las tareas. Y no amplificar infamias, un deber esencial.

En el guión de "Los sospechosos de siempre" incorporaron una reflexión muy oportuna de Charles Baudelaire, aquél poeta maldito: "El mayor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía".

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