Lo llamaban León, pero era un imaginario perrito faldero
Los animales que han ocupado la Quinta de Olivos, suelen ser buenos representantes de sus dueños, y a la vez, esos dueños, deben representarnos a todas y todos, algo que no siempre se consigue.
La utilización de parábolas era usual en Perón. Para atestiguar que dentro del Movimiento había quienes fingían compartir el ideario, pero tanto esos como él mismo conocían esa impostura, acudía a este relato bastante difundido: "Yo tenía un perro que se llamaba León, y yo lo llamaba... León, León, y León venia, pero yo sabía que no era un león, era un perro, lo mismo pasa con algunos que se llaman peronistas y yo los llamo y vienen, pero yo sé que no son peronistas"
Perón tuvo muchas mascotas, ninguna llamada León. Famosos los cachorros de caniches que convivían con la pareja que conformaban Perón y su segunda esposa, María Eva, Evita. Los nombres no obedecían a la filosofía, ni a la política: Monito y Tinolita, los primeros "bandidos". tal como se refería el Presidente de entonces. Luego Negrita y Canela, descendientes de los primeros. Este último, un ejemplar macho, a pesar de su nombre, lo acompañó también en su exilio, y sentía por él especial cariño.
Tango, perros, Gardel y Perón
En "El Tango, los Perros, Gardel y Perón" , Bruno Pasarelli, que visitó a Perón en su exilio de Madrid, cuenta el amor que sentía el General por las mascotas, y usó una figura poética para describir esa relación "los brazos de Perón eran cunas voladores", porque los hacía dormir entre sus brazos.
Mejor que prometer, es cumplir
Poco importa a qué religión se adscriba o acaso si es agnóstico o ateo, es innegable que lo que dice Juan 3:18 en los evangelios, en política es lo que impacta: "queridos hijos, no amemos de palabra y labios para afuera, sino con hechos de verdad", a propósito, Perón impulsó la ley 14.346, aún vigente, sobre la Protección de Animales, pionera en todo continente sur. No sólo las mascotas, también los animales usados para colaborar en el trabajo debían ser cuidados. Y claro, la fauna autóctona. Por las dudas, la iniciativa de Sarmiento, también de vanguardia, pero sólo era para Buenos Aires y en casos más específicos.
Los animales políticos, y los otros, también
La relación del poder con los animales es una materia abordada en incontables ensayos y textos anecdotarios. También en Argentina, pero la historia para intentar arribar a una explicación de la actualidad nos corre con la velocidad de un galgo.
El presidente de apellido palíndromo
Aunque no fue el único, Menem siempre se las arregló para sobresalir, entre otras cosas -menos inocuas- por su excentricidad. Llegó a tener 24 perros en Olivos. Además de animales exóticos, y de los otros.
Perros ¡fuera!
La periodista Soledad Vallejos, dedica uno de los capítulos de su libro "Olivos, historia secreta de la quinta presidencial. La intimidad jamás contada de la política argentina" para describir cuestiones relativas a los animales en las distintas épocas. De La Rúa hizo desalojar a todos los perros -probablemente haya sido en su afán de reducir déficit.
Bóxer, caniches y mucuchíes
El matrimonio Kirchner arribó a Olivos primero con Alex y luego con Catalina, ambos de raza bóxer. luego llegó Cleopatra, una caniche mini que acompañó a Cristina durante sus presidencias. Luego de la muerte de Néstor Kirchner, y en ocasión de la intervención quirúrgica que atravesó Cristina, Adán. Hermano de Hugo Chávez le regaló un mucuchíes, la raza nacional en Venezuela, idéntico al que acompañó a Bolívar en su campaña emancipadora. Sí, ese mucuchíes recibió por nombre "Simón".
Nos metieron el perro
La frase que da título "meter el perro", es un giro bien argentino. Aunque para muchos sea obvio, las nuevas generaciones no saben bien de qué se trata. Según señalan, meter el perro o meter la mula, responde a un artilugio que hacían los vendedores de leña, en donde estos animales posaban una pata sobre la balanza y así se incrementaba el pesaje, y obvio, el precio de lo adquirido. Meter el perro es engañar, o si agravamos el verbo, se trata de estafar.
Perro para la tribuna
En 2017, ya no en Olivos sino en el mismísimo despacho presidencial, antes de que Macri viajara a Davos, apareció una foto de un cachorro mestizo sentado en el Sillón de Rivadavia. Ostensible desparpajo simbólico, para algunos, una fotito simpática, para quienes la pensaron.
Circuló desde las redes sociales, Balcarce, el perrito que dijeron era de la familia Macri. Mentira. Nos metieron el perro. Ese perrito era de una colaboradora del PRO y el nombre Balcarce no era ni por el prócer independentista, tampoco por el yerno del General San Martín, ni por la ubicación de la Casa Rosada, sino porque sobre Balcarce al 400 funciona la fundación "Pensar", germen del PRO. Y el perrito ocupando el lugar del Presidente, sirvió para una sesión de fotos simpáticas. Ni era de la familia Macri, y según cuentan, tampoco era muy amable con los desconocidos.
El Nobel de literatura, a Olivos
En 2019, Alberto Fernández es consagrado presidente, merced a la estrategia de Cristina Fernández de Kirchner, a la situación que dejaba el gobierno de Macri y probablemente al afecto que Dylan le profería al ex jefe de gabinete. El Collie de Alberto Fernández recibió su nombre por el poeta y músico Robert Allen Zimmerman, nombre que figura en el documento del cantautor Bob Dylan. Ese perro nació el mismo año en que Dylan recibió (para sorpresa de muchos, incluido quien esto firma) el premio Nobel de Literatura. Tal vez fue el primer perro que tuvo redes sociales con identificación propia, y probablemente con más seguidores que su dueño.
Sin confusiones
En Puerta de Hierro, Perón le confesó al escritor Pasarelli que no confundía su amor y cariño por esos animales. Destacaba la lealtad de las mascotas y le dijo que nunca hay que tratar a los animalitos como si fuesen personas, entre otras razones, porque se puede contagiar de la maldad que suele destacar a algunos humanos. Una humorada que -como siempre- connota una verdad inapelable.
La fauna actual
Hoy preside la República Argentina un hombre soltero, que en diversas entrevistas ha demostrado una sensibilidad extraordinaria para con su perro, muerto ya, al que llamó Conan. Conan era un Mastín inglés, que tuvo involuntaria descendencia, ya que Milei hizo que lo clonaran. Los clones de Conan llevan por nombres los de refrentes intelectuales de Milei en lo filosófico, económico y político: Murray (por Rothbard) , Milton (por Friedman) Robert y Lucas (estos dos por uno sólo, el economista de la escuela de Chicago Robert Lucas). Conan, por aquel personaje de historieta "Conan el bárbaro" del escritor Robert Howard
Tirale los perros
Esta otra frase "tirale los perros", originalmente y en castizo "échale los perros" proviene de la tauromaquia. Y sí, las coincidencias abruman. Se trata de un momento en el que sueltan a una jauría para acosar al toro y de esa manera el torero puede concluir con su trágica faena, la de darle muerte al vacuno, cuyo único pecado ha sido nacer en un lugar en el que aún unos pocos se divierten con el sufrimiento innecesario de otros. Cualquier coincidencia con nuestra actual realidad, no es ficción, ojalá lo fuese.