Lejos de la Gente, Lejos de la Verdad
El autor, Martín Tula, revisa las diferencias ostensibles entre las puestas en escena de los dirigentes políticos y las verdaderas acciones en favor de las minorías y de quienes más requieren del Estado
El poder de turno y sus agendas: lejos de la gente, lejos de la verdad
por
Martín Tula
El presidente continúa sumando agendas y enfrentamientos que solo interesan a una ínfima porción de la sociedad, esa porción que vive tanto en las redes sociales como él y que tiene una visión limitada y sesgada de la realidad, creyendo que el mundo se manifiesta únicamente en ese microclima, como es la red social X.
El pasado martes, en su cuenta personal de esta red social, salió a defender a Elon Musk, acusado de nazi o fascista por un saludo polémico realizado durante un discurso en el evento de asunción de Donald Trump en su segundo mandato, celebrado en el Capital One Arena de Washington. Este gesto generó un fuerte revuelo y críticas desde varios sectores, acusándolo de simpatizar con una de las peores épocas de la historia de la humanidad.
Sin embargo, pensar que Musk tiene influencias nazis solo por un saludo es, a mi criterio, tan absurdo como creer en las teorías conspirativas locales promovidas por la agrupación "Las Fuerzas del Cielo". A pesar de esto, el presidente decidió involucrarse en este conflicto irrelevante, que nada aporta a la política internacional ni local, publicando el siguiente mensaje:
"Elon no está solo. Los que luchamos por la libertad ya no estamos solos. Somos millones. Y ahora también recuperamos la ‘tierra de la libertad', que estaba en sus manos, gracias a nuestro querido Donald Trump. No solo no les tenemos miedo. Sino que los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la LIBERTAD. Zurdos hijos de putas tiemblen. La libertad avanza."
¿La libertad avanza? La pregunta es: ¿por dónde empezaría? ¿Por China? Este tuit, lleno de falsedades, no fue suficiente para el presidente, quien redobló la apuesta durante el Foro de Davos, abordando temas que, aunque son parte de una batalla cultural, solo sirven como excusa para imponer agendas propias.
Las Agendas Políticas y el Uso de las Minorías
Las batallas culturales no son nuevas. Desde principios de los 2000 en Estados Unidos, los gobiernos comenzaron a apropiarse de luchas sinceras y legítimas de colectivos minoritarios -sean raciales, de género o de sexualidad- para convertirlas en agendas de campaña. Lo que históricamente era una lucha entre la sociedad y el Estado, ahora es una herramienta política que garantiza votos cautivos.
En Argentina, el kirchnerismo replicó este modelo, instalando debates sobre temas como la interrupción voluntaria del embarazo o la violencia de género bajo consignas como "Ni una menos", y el Congreso se transformó en un ring de disputas políticas, sin, a mi criterio, argumentaciones concretas ni discusiones suficientemente amplias. Otro ejemplo concreto es la marcha del orgullo en Buenos Aires, que en los últimos años se ha convertido en un desfile de funcionarios y candidatos buscando una foto que refuerce su imagen inclusiva.
Sin embargo, las verdaderas minorías siguen olvidadas. Mujeres, homosexuales, extranjeros y personas con discapacidad aún enfrentan la marginación y la falta de acciones concretas tanto del ámbito privado como del estatal. Lo que debería ser una lucha genuina se reduce a discursos vacíos y estrategias de campaña.
Esta tendencia también conlleva peligros como la cancelación y la desinformación, dos armas de la corrección política que el presidente parece abrazar con entusiasmo.
Cancelación, Desinformación y la Falsa Moralidad
La cancelación se ha convertido en una herramienta para silenciar voces y castigar diferencias de opinión. Casos como el del humorista Dady Brieva, quien fue escrachado y perdió contratos (como le sucedió el año pasado en Uruguay) por sus polémicas declaraciones como por ejemplo:
"Dan ganas de agarrar un camión y jugar al bowling por la 9 de julio"
Brieva dijo esta frase luego de la marcha del 12 de octubre del 2020 que se realizó en contra de la cuarentena.
Su constante apoyo enceguecido a favor de Cristina Fernández de Kirchner, fueron otras de las razones de cómo el escarnio público crece y puede arruinar carreras.
Otro ejemplo es el despido de Latondra Newton, directora de Disney, tras el fracaso de películas como La Sirenita y Lightyear. Aunque se acusa a la "cultura woke" de romper con el espíritu original de Disney, lo cierto es que la empresa siempre ha respaldado la ideología dominante, adaptándose al poder de turno.
En el reciente Foro de Davos, el presidente sumó controversia al vincular parejas homosexuales con la pedofilia, citando un caso judicial de Estados Unidos. Esto, además de ser ofensivo, ignora datos concretos como que el 80% de los abusos a menores son intrafamiliares, según el Ministerio Público Tutelar de la República Argentina.
¿Acaso nadie lo asesora cuando sale a decir estas cosas? ¿Nadie le dice que no, que no es el lugar ni el tema en agenda? ¿O será que el presidente, que está en contra de la Agenda 2030, busca crear su propia agenda a nivel mundial, dejando de lado los problemas locales?
¿Sabe el presidente de la existencia de Scott Bassent, Secretario del Tesoro de Norteamérica, quien está casado con otro hombre y tiene dos hijos? Sí, Javo, dos hombres tienen hijos. Y no solo uno, tienen dos.
El wokismo, la Agenda 2030, la cultura de la cancelación y la batalla cultural son solo títulos rimbombantes en tiempos en los que el ser humano sufre hambre, muerte y desolación. Hasta este momento en el que termino de escribir esta editorial, queda claro que ninguno de estos discursos se preocupa realmente por la humanidad