INMIGRACIÓN

El miedo al extranjero y las fronteras que nunca se construirán

El mundo se mueve, pero los gobiernos, en lugar de construir caminos, refuerzan muros y fomentan el miedo. Negando también las consecuencias devastadoras que va dejando la huella del cambio climático

Adrián Characán
Adrián Characán

El mundo se mueve. No porque lo diga una ley de la física, sino porque millones de personas atraviesan mares, ríos y desiertos en busca de un destino más amable. Algunos huyen del hambre y sed, otros de la guerra, las inundaciones, muchos simplemente quieren una vida mejor. Pero los gobiernos, en lugar de construir caminos, refuerzan muros y fomentan el miedo. Negando también las consecuencias devastadoras que va dejando la huella del cambio climático.

Estados Unidos y el espejismo del sueño americano

En América, la ruta hacia Estados Unidos es un laberinto de peligros. El desierto de Sonora es un cementerio sin cruces, donde los migrantes cruzan a pie, soportando temperaturas extremas, agotamiento y depredadores, tanto animales como humanos. Los ríos que marcan la frontera están contaminados y se llevan vidas con la misma indiferencia con la que un burócrata estampa un sello de rechazo en un pasaporte.

Los que no tienen dinero para los "coyotes" -traficantes de personas que operan en la frontera-se aferran a "La Bestia", un tren de carga que atraviesa México como un caballo de hierro al que solo se suben los desesperados. Cada año, cientos de migrantes centroamericanos pierden extremidades o la vida al caer de sus vagones.

El miedo al extranjero y las fronteras que nunca se construirán

Sin embargo, el país que les cierra las puertas a estos hombres y mujeres es el mismo que se construyó con la mano de obra extranjera. Es el mismo país cuyos empresarios pagan salarios de hambre a los indocumentados en la construcción, el campo y la industria de servicios. Irónicamente, Donald Trump, el hombre que más ha endurecido las políticas migratorias, es hijo de inmigrantes y está casado con Melania Trump, una exmodelo nacida en Eslovenia.

El miedo al extranjero y las fronteras que nunca se construirán

Desde su regreso al poder, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha detenido a más de 32.800 inmigrantes en apenas 50 días. Su administración planea invocar una ley de 1798 para trasladar a los detenidos a la base naval de Guantánamo, un símbolo de castigo y exclusión.

Europa: un mar de cadáveres y políticas de rechazo

Mientras tanto, en Europa, los gobiernos han decidido que los migrantes deben quedarse fuera, aunque eso implique dejarlos morir en el mar. Miles de africanos arriesgan sus vidas en barcazas improvisadas que cruzan el Mediterráneo. España e Italia, principales puertas de entrada, han intensificado los controles, criminalizando la llegada de quienes no tienen otro camino que el agua.

El miedo al extranjero y las fronteras que nunca se construirán

La Comisión Europea acaba de legitimar la creación de campos de deportación fuera del territorio de la UE. Así, los inmigrantes rechazados serán enviados a terceros países que acepten hacerse cargo de ellos. Es el regreso de las "zonas de contención", pero con un nuevo nombre y la misma falta de humanidad.

Lo más paradójico es que África y Europa están separadas solo por 14,4 kilómetros en el Estrecho de Gibraltar. Un túnel o un puente podrían conectar ambos continentes sin mayores dificultades técnicas. Pero, curiosamente, la ingeniería que ha construido rascacielos imposibles y túneles submarinos en otras partes del mundo no parece interesada en esta obra. Quizás porque el problema nunca fue la distancia, sino el color de piel y la procedencia de quienes cruzan.

El miedo al extranjero y las fronteras que nunca se construirán

Sudamérica y el espejismo de la escasez

En Argentina, el discurso del miedo también se ha instalado. Se debate si las universidades públicas deben ser arancelarias para los extranjeros no residentes y si los hospitales deben atender o no a ciudadanos bolivianos (ya se comenzó a construir un alambrado de 200 metros en la frontera con Bolivia) y paraguayos . La idea de que "vienen a quitarnos lo nuestro" cala hondo en un país que históricamente se formó con oleadas de inmigrantes.

El miedo al extranjero y las fronteras que nunca se construirán

En Chile, la situación es similar. Durante años, los peruanos fueron el blanco de la xenofobia. Hoy, el foco está puesto en la comunidad venezolana. El mismo país que alguna vez recibió exiliados políticos con los brazos abiertos, ahora cierra las puertas con discursos de odio y políticas restrictivas.

El futuro: más migrantes, más desarrollo

Lo que nunca se dice es que los países que hoy son potencias lo lograron, en gran parte, gracias a la migración. Argentina, con sus 47 millones de habitantes, podría ser mucho más grande, más fuerte, más desarrollada si abrazara la llegada de nuevos ciudadanos en lugar de temerles. Para ser una potencia mundial, necesitaríamos al menos 150 o 200 millones de habitantes.

La escasez no es real. Es una idea impuesta para justificar la desigualdad y la brecha cada vez mayor entre pobres y ricos. Cuantos más seamos, más podemos construir, más podemos crecer. Pero para eso, hay que dejar de lado el egoísmo y entender que nadie migra por placer, sino por necesidad. Que las fronteras no son más que líneas dibujadas por quienes temen compartir lo que tienen. Y que, al final del día, todos somos migrantes en busca de algo mejor.

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