OPINIÓN

El Bebé de Tina

Cuando Argentina, Tina para los amigos, se casó de nuevo, decidieron mudarse a un departamento. A su nuevo festejante no le gustaba vivir en una casita de barrio y buscaron algo más adecuado para sus pretensiones.

León Repetur
Director de Relaciones Internacionales en Fundacion COPPLA. Enólogo. Farmacéutico. Gestor Cultural.

El cine debe hacerte olvidar que estás en el cine. 

Roman Polanski.

Cuando Argentina, Tina para los amigos, se casó de nuevo, decidieron mudarse a un departamento. A su nuevo festejante no le gustaba vivir en una casita de barrio y buscaron algo más adecuado para sus pretensiones. Y además tenían que hacerlo en forma conjunta con la hermana de él, su cuñada. La faena no era nada fácil. Los alquileres estaban por las nubes y no querían nada definitivo.

Por León Repetur

Después de mucho buscar soluciones, los hermanos optaron por la única que se les presentaba como posible: entregar el alma de Tina al Diablo.

Los hermanos venían de fracaso en fracaso. Ni las aventuras financieras de él, ni los montajes esotéricos de ella, lograban darles la tranquilidad de una ganancia que hiciera la diferencia. Pero la oportunidad no llama dos veces y la supieron aprovechar.

El maligno necesitaba concretar su descendencia. Y Tina cumplía todos los requisitos: era alegre, despreocupada, gentil, joven, llena de vitalidad y se había enamorado perdidamente de él. Este último estado sentimental facilitaba las cosas. Bien se dice que un enamorado no distingue entre el el bien y el mal. Y a Argentina le pasó exactamente eso.

El grupo de amigos de él, hacía rato que venían buscando y fracasando. Era tan evidente la maldad que emanaba de esa vecindad, que siempre, las víctimas potenciales, se daban cuenta a tiempo y el acople no se lograba. Pero los astros se alinearon, los conjuros de la hermana y sus contactos dieron con el grupo y el lugar justos para dejar de perder tiempo y consagrar la unión.

La noche de la perversión no pasó desapercibida en el edificio. La criatura espantosa hizo y deshizo con ella, tal como lo había realizado, con otras Tinas, en épocas ya olvidadas por muchos.

El festejo, con champagne y risotadas, selló la concreción del milagro inverso.

Tina, sola, traicionada por él, vendida al Maligno por la propia familia y amigos, se acercó a la cuna. El horror le pintó el rostro. Pero igual, tomó al bebe y lo amamantó, resignada.

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