Crónica de un día que nunca existió
Contradictorio o paradójico, al menos. El día de los enamorados que se conmemora el 14 de febrero evoca un hecho trágico. El emperador Claudio II también conocido como El Gótico fue de esos mandamás que accedió al poder no por ascendencia aristocrática sino por su bravura. Un guerrero típico. Implacable Valentín, un sacerdote católico comprometido… Continúa leyendo Crónica de un día que nunca existió
Contradictorio o paradójico, al menos.
El día de los enamorados que se conmemora el 14 de febrero evoca un hecho trágico. El emperador Claudio II también conocido como El Gótico fue de esos mandamás que accedió al poder no por ascendencia aristocrática sino por su bravura. Un guerrero típico. Implacable
Valentín, un sacerdote católico comprometido con sus dotes, desoyó el edicto de Claudio II y continuó uniendo a soldados con sus novias, algo que literalmente y según el decreto estaba prohibido. El Emperador temía que su ejército se viera menguado por andar cuidando a sus familias.
Este sacerdote oficiaba como docente particular de Julia, la hija de Claudio II que padecía ceguera. Además de leerle bonitos cuentos y de introducirla en lectoescritura, obró el milagro de devolverle la visión. Dato más que justificable para que Julia intercediera ante su padre, Claudio el Gótico, para que se le otorgara el beneficio de la indulgencia a su amigo sacerdote Valentín.
Las súplicas de Julia no alcanzaron y el 14 de febrero del 270, en Roma, Valentin fue decapitado. Quizá de ahí proviene aquél dicho popular que dice que quien se enamora intensamente pierde la cabeza. Nos permitimos esta licencia, a propósito de lo que explica un experto en detectar la veracidad de estas narraciones que se transmiten de generación en generación de dudoso asidero.
El hagiógrafo Thiago Maerki da la justificación de por qué a partir del Concilio Vaticano II, en 1969, quitaron esta fecha de lo litúrgico, sin borrar a Valentîn, ya Santo, de la martirología. El relato de San Valentin contiene más elementos mitológicos que históricos, en definitiva, bastante parecido a lo que ocurre con el amor
Hisoria de una pasión argentina
Ese ensayo del pensador Eduardo Mallea pinta una aldea que se parece al mundo.
La persistencia en vincular al amor con hechos dolientes describe una concepción cultural que nos aleja bastante de la idea convencional de la felicidad. Sin embargo, en la mayoría de las indagaciones sociales, y en todo el mundo, la felicidad siempre está asociada a este sentimiento , sentimiento que a la vez definirlo es una empresa prácticamente imposible. O peor, en la definiciôn descubrimos su disolución
El amor
Aunque la tentación etimológica nos lleve a pensar que amor es el antídoto de la muerte, pues no. Y eso no significa que no sea esencial para la vida el ejercicio de este verbo, pero pretender otorgarle una contundencia inexistente es engañarnos, y como sabemos, el engaño y el amor no suelen conformar una buena pareja.
La verdad
Probablemente el amor, en sus infinitas acepciones, tenga una única condición para su existencia, ese requisito, imagino , es pronunciarse con la verdad, hacia las personas que amamos y ante nuestro espejo íntimo. Verdad no como la piedra filosofal que responde a todas nuestras dudas y es invariable. Tampoco como la ecuación perfecta que devela todo misterio. Me refiero a eso más cotidiano, a eso que también tiene que ver con lo que hacemos, porque lo que hacemos también nos construye y nos constituye en lo que somos.
Enamorados de la Argentina
Ante un panorama actual, siempre en crisis, y en un país que ya merece recibirse de Nación, aunque suene trivial, quizá este dîa de los enamorados sea la ocasión precisa para que volvamos a enamorarnos de lo que somos y de lo que queremos ser.
La otra cara
El antónimo de amor no es la muerte, es el odio. Mantener una relación amorosa, sea fraternal o de piel, exige comprensión, trabajo, aceptación y acuerdo. El amor no admite ni violaciôn ni sometimiento. Las mezquindades cotidianas, los codazos innecesarios, las deslealtades evitables son el lado oscuro del amor.
Con la cabeza bien puesta
Ni chocolate, ni caramelos porque pueden arruinar la dentadura. Las flores dejémosla en los jardines, los besos podemos postergarlos, lo que deberíamos hacer ahora es no dilatar más los compromisos y honrar el amor a la democracia, que no es ni tan difcil de practicar ni tan cotidiana como fingimos. Un acuerdos social nuevo, sôlo reclama respeto mutuo, reflexión y cariño, por qué no. Y categóricamente, para que el amor funcione, de ninguna manera debemos arrancarnos la cabeza.