POLÍTICA NACIONAL

Argentina: inquisición en tiempos de libertad

El autor recorre las acciones y discursos que imperan en el gobierno de la Libertad Avanza y reflexiona sobre el riesgo de consolidar una cultura maniquea

Argentina: inquisición en tiempos de libertad

por 

Martín Tula

Luego de que el presidente removiera de su cargo a Mondino, en el programa de su actual pareja, Amalia "Yuyito" González, dejó mensaje en modo advertencia: quienes no se alineen a su pensamiento y a su postura geopolítica, claramente favorable a Estados Unidos e Israel, serán considerados "traidores a la patria". Este tipo de declaraciones nos hace preguntarnos hasta dónde llega el compromiso de este gobierno con la libertad de pensamiento y el respeto a la pluralidad. ¿Realmente vivimos en una democracia donde se pueden expresar distintas ideas sin miedo a represalias? La realidad a la que nos quiere llevar el presidente parece sugerir lo contrario.

¿La libertad de pensamiento? Te la debo.

Javier Milei, día tras día, demuestra que la demagogia sobre la libertad de expresión y el respeto a las ideas diversas es un concepto vacío en este gobierno, que cada vez menos acepta las disidencias. Resulta casi irónico que quienes se postulan como defensores de la libertad y la individualidad ahora descalifiquen a quienes no comparten sus posiciones. Mondino fue tildada de "traidora a la patria", periodistas son acusados de ser "ensobrados," y políticos de la oposición son llamados "miserables". La lista de agravios e insultos que el gobierno lanza cada semana es larga y constante. Este tipo de lenguaje, esta agresividad discursiva, está generando una fractura en la sociedad argentina como pocas veces se ha visto, ni siquiera en los momentos más álgidos del kirchnerismo.

Lo que usted experimenta en carne propia.

En cuanto a los números macroeconómicos, es cierto que muestran una cierta estabilidad, con indicadores que, en términos generales, podrían calificarse de positivos. Sin embargo, en el día a día, la situación para los ciudadanos de a pie es muy distinta. La microeconomía -la que usted, querido lector, experimenta en carne propia- cuenta otra historia: inflación en los precios de bienes básicos, dificultades para mantener el poder adquisitivo y una sensación generalizada de precariedad. Usted, que dedica su energía, su trabajo y su esfuerzo para mejorar su calidad de vida y la de las generaciones futuras, se encuentra enfrentando un contexto económico complejo que no se corresponde con los números oficiales. Esto demuestra que la estabilidad macroeconómica, por sí sola, no es suficiente; además que los ciudadanos también buscan una justicia honorable y una sociedad en paz, aspiraciones que hoy parecen lejanas.

Discurso Filofascista.

Más preocupante aún es que Argentina está entrando en un terreno peligroso, coqueteando con un discurso filofascista en el que pensar distinto automáticamente convierte al otro en enemigo. El concepto de "pluralidad de ideas" pierde sentido en un entorno donde sólo existe una visión, la del mandatario, la única válida y cualquier disidencia es vista como una amenaza.

Esta demonización de las ideas contrarias no es algo menor; es un indicio de la erosión de los principios democráticos que, hasta hace poco, sostenían a nuestra sociedad. Cuando un país toma este rumbo, se empieza a gestar un ambiente en el que la libertad de pensamiento y de expresión se vuelven privilegios condicionados.

Lemoine se preguntaba: "¿Qué hizo McCarthy realmente?"

Esta manera de gobernar y de construir una narrativa única no proviene solo del presidente; es sostenida también por sus diputados y senadores. Un claro ejemplo de esta tendencia se vio el pasado domingo, cuando la diputada Lilia Lemoine respondió a un usuario de la red social X en relación a un tuit publicado sobre el senador estadounidense Joseph McCarthy. Lemoine se preguntaba: "¿Qué hizo McCarthy realmente?"

x.com/lilialemoine/status/1853251433245614262?t=mBNi-sBnBvZLqhxlloVZaQ&s=08

Esta pregunta, hecha en un tono de indiferencia histórica, parece ignorar o minimizar los abusos que caracterizaron al macartismo. Para aquellos que defienden un sistema liberal, estos comentarios son profundamente preocupantes. 

Antes de responderle a la diputada, me gustaría compartir algunas preguntas y reflexionar juntos, con la esperanza de encontrar respuestas certeras. 

  • ¿Realmente la diputada y otros miembros del gobierno piensan de esta manera, o son simplemente personas mal asesoradas y desinformadas?
  •  ¿El gobierno actual es verdaderamente liberal, o utilizó los principios del liberalismo sólo como una herramienta para acceder al poder?                  Y, finalmente: 
  • ¿buscan intencionadamente dividir a la sociedad argentina en dos facciones opuestas, enfrentadas en una guerra ideológica constante

Estos interrogante no sólo revelan nuestras dudas, sino que son fundamentales para entender el rumbo que el país está tomando

Ahora, respondiendo a la diputada Lemoine: el senador Joseph McCarthy, a quien ella parece admirar o al menos cuestionar con benevolencia, fue el artífice de uno de los episodios más oscuros de la historia estadounidense. Durante la década de 1950, McCarthy lideró una cruzada contra aquellos a quienes él consideraba "comunistas" o "subversivos", instaurando listas negras, aplicando una persecución ideológica que alcanzó incluso a figuras del arte y la cultura, y llevando a cabo interrogatorios que rozaban la ilegalidad. La "caza de brujas" del macartismo, que perduró hasta 1956, dejó una marca indeleble en los principios de una democracia liberal como la norteamericana. Reivindicar a McCarthy no solo es un grave error histórico, sino también una señal peligrosa de hacia dónde se dirige el discurso de algunos sectores del actual gobierno.

Inquisición política en tiempos de libertad

En contraste con esta visión autoritaria, John Stuart Mill, un liberal clásico, defendió la libertad de pensamiento y la diversidad de opiniones como pilares de la democracia.

"Si toda la humanidad menos una persona fuera de una opinión, y esa única persona tuviera la opinión contraria, la humanidad no estaría más justificada en silenciar a esa única persona que ella, si tuviera el poder, en silenciar a la humanidad."

Stuart Mill argumenta que sólo mediante la libertad de expresión y la apertura a opiniones diversas puede alcanzarse el progreso y la verdad, ya que incluso una opinión minoritaria puede contener valiosas verdades o aportar al debate público.

En contraste con esta visión, Argentina parece estar viviendo una suerte de inquisición política en tiempos de libertad. Desde hace décadas, estamos atrapados en la búsqueda de culpables, y en este eterno proceso, aparecen figuras cuyo único interés es el poder y los beneficios personales, sin ofrecer soluciones reales, más allá de lo coyuntural.

Hoy, el país vive una tensa calma, con libertades cada vez más restringidas, y donde los ciudadanos seguimos siendo rehenes de facciones y luchas de poder. En el pasado, fue La Cámpora durante el kirchnerismo; hoy, encontramos sus alter egos en figuras como la agrupación "La Carlos Menem" y Lilia Lemoine, quienes se posicionan como defensores de un liberalismo que, en realidad, se encuentra cada vez más alejado de los ideales de respeto y pluralidad.

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