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A Different Man: Sebastian Stan protagoniza la película más singular y deslumbrante de su carrera

Sebastian Stan, reconocido por su papel como Bucky (Soldado de Invierno) en el universo Marvel, obtuvo el Globo de Oro a Mejor Actor en comedia o musical por esta fábula hecha película dirigida por Aaron Schimberg.

Sebastian Stan, reconocido por su papel como Bucky (Soldado de Invierno) en el universo Marvel, obtuvo el Globo de Oro a Mejor Actor en comedia o musical por esta fábula convertida en película y dirigida por Aaron Schimberg.

A Different Man, interpretada por Sebastian Stan (Bucky, Soldado de Invierno en el universo Marvel), es una historia peculiar que se desenvuelve en múltiples direcciones a lo largo de su metraje, desdibujando los límites entre distintos géneros. La película de Aaron Schimberg logra ser al mismo tiempo desconcertante y extrañamente divertida, desplegándose como una obra híbrida que puede interpretarse de diversas maneras: en ciertos momentos se asemeja a una versión inversa del clásico Frankenstein, en otros es una sátira oscura sobre la vida del artista, y también se sumerge en un drama de relaciones que roza el absurdo.

A Sebastian Stan la actuación le valió el Globo de Oro a Mejor Actor en comedia o musical, un reconocimiento que parece más que merecido.

A Sebastian Stan la actuación le valió el Globo de Oro a Mejor Actor en comedia o musical, un reconocimiento que parece más que merecido.

Con un enfoque ambicioso y brillante, el filme consigue entrelazar todos estos elementos en una atmósfera inquietante, que bien podría evocar la fusión de los mundos surrealistas de Charlie Kaufman con un episodio de Black Mirror. El resultado es un retrato mordaz, cómico y profundamente perturbador sobre un hombre con deformaciones faciales que, al mismo tiempo, funciona como una crítica feroz a una industria obsesionada con la estética.

A Different Man: diferente a Wonder o El hombre elefante

Si bien A Different Man inicia con un tono similar a películas como Wonder o El hombre elefante, que abordan cómo aquellos con rasgos físicos poco convencionales también experimentan emociones profundas, la historia pronto da un giro inesperado. En lugar de buscar la empatía del espectador a través de la compasión, la cinta la utiliza como un obstáculo, desafiando al público a reconsiderar su perspectiva. Al llegar a su impactante desenlace, la audiencia sentirá pena por Edward, pero no por los motivos que habría imaginado al principio. La película abre con una escena que provoca simpatía por el personaje interpretado magistralmente por Sebastian Stan, pero no tanto por la neurofibromatosis que padece, una condición que provoca el crecimiento de tumores benignos en su rostro, sino por la humillante situación en la que se encuentra: ha sido contratado para participar en un anuncio de servicio público que instruye sobre cómo tratar con personas desfiguradas en entornos laborales.

Cómo continúa el guión de A Different Man

Edward no vive en completa desgracia, pero su apartamento refleja cierto abandono: está sucio, desordenado, y una mancha negra comienza a extenderse desde el techo. No obstante, su nueva vecina, Ingrid (Renate Reinsve), no parece inmutarse demasiado por estas condiciones. Aunque al principio se sorprende por el aspecto físico de Edward, pronto se siente cautivada por su lucha por conseguir papeles que no lo encasillen únicamente en roles estereotipados en anuncios corporativos. Hay algo en él que la inspira, tal vez incluso le resulta atractivo. Sin embargo, Edward no cree que haya nada en él que pueda despertar deseo en otra persona. Es por eso que accede a someterse a un tratamiento experimental que promete transformar su rostro en el de un hombre apuesto.

Lo que parece ser un planteamiento irónicamente superficial sobre la belleza y la aceptación se convierte en una exploración más profunda sobre la percepción de uno mismo y el peso de la mirada ajena. Mientras Edward intenta encontrar su lugar en un mundo que lo observa con una mezcla de lástima y morbo, su necesidad de cambiar no se limita a la vanidad, sino que se transforma en un desesperado intento por ser reconocido. En su mente, su verdadero potencial no radica en su talento, sino en su apariencia. La película explora los límites de la identidad y la obsesión por la perfección física, mientras el protagonista se enfrenta a la dura verdad de que, tal vez, nunca podrá convertirse en el hombre que ha imaginado ser.

La historia da un giro radical con la llegada de Oswald (interpretado por Adam Pearson, quien en la vida real padece la misma enfermedad que el personaje principal), un individuo cuya irrupción desencadena situaciones grotescas y absolutamente inesperadas.

A partir de aquí, todo se torna aún más extraño y, sorprendentemente, también más divertido. El guion de Schimberg mantiene a la audiencia en un constante vaivén, llevándola por caminos absurdos que, de manera desconcertante, comienzan a cobrar sentido. Es imposible no recordar Adaptation, escrita por el mencionado Kaufman, donde las vidas de dos hombres, aparentemente distintos, se entrelazan de manera insospechada. En un punto, intentar seguir la lógica narrativa deja de ser necesario: lo mejor es rendirse a la experiencia sensorial que la película propone. Tras Beau tiene miedo, el estudio A24 vuelve a ofrecer una fábula cinematográfica fuera de lo convencional, más allá de un drama realista sobre un hombre con una vida complicada y excéntrica. La película juega constantemente con la delgada línea entre lo cotidiano y lo onírico, construyendo un ambiente que desafía cualquier categorización. Gracias a este enfoque, Schimberg logra explorar la identidad y la transformación sin las limitaciones de las reglas del realismo, presentando a Edward como una metáfora de la lucha interna por reinventarse y encontrar un propósito que vaya más allá de las expectativas superficiales impuestas por la sociedad.

En cuanto a las interpretaciones, Renate Reinsve (próximamente en La tutoría) brilla en el rol de la vecina empática cuya relación con Edward -y con su nueva identidad- evoluciona de formas inesperadas. No obstante, la interacción entre Sebastian Stan y Adam Pearson es lo que eleva A Different Man a un nivel aún más profundo, mordaz y conmovedor. Stan dota a Edward de una fragilidad y un aislamiento que juegan con los prejuicios de la audiencia, que al principio lo ven como una víctima. Sin embargo, la llegada de Pearson rompe con esas expectativas, encarnando a Oswald con una seguridad y un humor desconcertantes. Para ese momento, Edward ya ha adoptado el nombre de Guy, pero poco a poco descubre que su verdadera limitación nunca fue su enfermedad, sino su propia inseguridad. La interpretación de Stan en este tramo de la historia está llena de matices: Guy es un hombre que creyó que la belleza lo era todo, pero descubre demasiado tarde que su problema no radicaba en su aspecto. Su extraordinaria actuación le valió el Globo de Oro a Mejor Actor en comedia o musical, un reconocimiento que parece más que merecido.

Si el espectador está dispuesto a sumergirse en el tono oscuro y la ironía feroz que propone Schimberg, se verá confrontado con las ideas preestablecidas de la sociedad sobre la atracción, la belleza y la necesidad de ser visto y aceptado. Siempre habrá personas que anhelen lo que no poseen, pero resulta difícil imaginar a alguien que se sienta insatisfecho con una película tan rica en matices y tan audaz en su discurso. Una fascinante rareza.

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