La cotidiana obligación de elegir

Escoliosis. La columna torcida de Ariel Robert Sería tramposo atribuirle a la pandemia el estado de ansiedad que nos atraviesa a muchos. Claro que la potencia, pero no es la causante. Abrir la heladera repetidas veces y pasar revista como si de allí fuese a surgir alguna respuesta que calme esa sensación de inquietud, es… Continúa leyendo La cotidiana obligación de elegir

Escoliosis. La columna torcida de Ariel Robert

Sería tramposo atribuirle a la pandemia el estado de ansiedad que nos atraviesa a muchos. Claro que la potencia, pero no es la causante.

Abrir la heladera repetidas veces y pasar revista como si de allí fuese a surgir alguna respuesta que calme esa sensación de inquietud, es inútil. Lo sabemos, sin embargo lo repetimos como un rito, como una pulsión inevitable. Algo similar ocurre con encender la televisión y rechazar lo que vemos sin acaso detenernos el tiempo suficiente para juzgar lo que está ahí, en la otrora caja boba, hoy un delgado rectángulo lo más grande posible.

Elegir no es fácil y por eso demasiadas veces preferimos que elijan por nosotros, aunque no lo llevemos al plano consciente.

Ante demasiada oferta solemos optar por lo más fácil, lo que está ahí, lo que no nos resulta costoso ni desafiante. Esto en lo cotidiano y sólo a un grupo cada vez más reducido, no a la otra mitad de la población que ?según revelaron los datos del Indec- cada vez tiene menos capacidad para elegir y debe someterse al desafío diario de conseguir cómo subsistir, cómo hacer para poder conseguir los recursos necesarios para continuar con su vida y la de su familia.

A diferencia de épocas anteriores, la tecnología hace posible que  casi todos y casi todas, tengamos acceso a algunas cuestiones relativas a la información y al entretenimiento. Los pobres, los no tanto y los pudientes estamos alcanzados por teléfonos, televisión y lo que a través de ellos se transmite, pero también contamos con la inédita posibilidad de estar en contacto de manera permanente con el prójimo, de inmediato. Impensable hace apenas tres siglos.

Fue la Pandemia, también, quien nos permitió saber, a propósito del confinamiento y el no dictado de clases en las escuelas, que más del 56 por ciento de los hogares no tienen conexión de internet, algo que está fuera del concierto mental de los que tenemos la ventaja de formar el 44% restante. Si bien un gran porcentaje de los no conectados en sus hogares tienen acceso desde otros lugares (trabajos, locutorios, familias amigas, celulares con datos) la diferencia incrementa las diferencias. Y resulta inevitable no aborrecer a la gestión anterior que decidió interrumpir el plan conectar igualdad, que si bien no corregía esta enorme distancia sí achicaba la tan mencionada brecha digital

Lamentamos ?también responsabilidad del Covid 19- que, tal como señala la Ley no podrá celebrarse el Censo Nacional correspondiente a esta década. Debería realizarse el 28 de Octubre, pero se postergará y no se ha definido aún la fecha. De ahí podrán colectarse datos más precisos. Mientras tanto, debemos seguir haciendo para que aquellos que no cuentan con las herramientas, principalmente para el tema educativo, cuenten con otras posibilidades y me pregunto ¿lo haremos o la Pandemia será la coartada para que nuestros chicos no compartan con otros y otras?

Conocer y reconocer que hay diferencias sustantivas no soluciona algo, excepto que esta vez la elección particular, grupal y social de quienes podemos contar con las herramientas que nos igualan, sea la de adoptar un rol activo desde cada lugar, en vez de seguir anestesiándonos con los medios y las redes sociales.

Es natural fortalecer nuestras posiciones y alegrarnos por conseguir más me gusta de quienes coinciden. Saludable compartir lo que sabemos le agrada al círculo de amigos y amigas,  pero esta vez también es requisito abrazar a los que no sabemos si disienten o coinciden, simplemente porque no están en la órbita de nuestra mirada. Y no tienen tampoco la facultad de salir a reclamarlo.

Las autoridades del gobierno nacional van a cumplir 10 meses en el poder. En términos biológicos humanos, sería una gestación y un mes de vida del bebé. Durante el embarazo ha sufrido más embates y marchas que lo imaginable.

Cuando las críticas y protestas son argumentadas y honestas, y responden a las proclamas expresadas, son propicias. La movilidad social siempre aporta mejor sentido a la pluralidad y exige a las administraciones otra mirada. La cuestión es cuando las expresiones no revelan su verdadero y profundo sentido. Cuando hay oculto un germen que se disfraza de libertario y bien sabemos en Argentina que no hay nada más ajeno.

Ni trastornos paranoides ni delirios persecutorios. Una campaña ?en el estricto significado del término- se viene gestando y puede advertirse en editoriales, notas de opinión y manifestaciones que simulan ser aisladas pero están conjugadas con un mismo propósito. Cuantiosos los bulos (tantos que hasta nos obligan a pronunciarnos en inglés y llamarlas fake nws) presionan para impedir que se tomen decisiones soberanas.

Imposible revelar todos y cada uno de los elementos para sostener que existe una intención aviesa, pero sí los suficientes para que quienes lean esto puedan arribar a una conjetura similar.

Cuando ya confiábamos haber superado ciertas discusiones, regresaron las teorías de los dos demonios. Retornan las teorías de un peronismo cuando no fascista pro nazi, y a la vez le asignan a cualquier medida distributiva el carácter de comunista, además como un adjetivo descalificador.

Desde los medios más influyentes desempolvaron antinomias sufridas en el primer lustro de la década de 1970. Azuzan las mínimas diferencias y exacerban cada error. Aparecen biografías de dudosa calidad pero de conocidos periodistas. Almuerzan y cenan en el ?prime time de la tv? (segmentos horarios de mayor visionado) políticos, artistas, periodistas que ? casualmente- coinciden en desactivar cualquier expectativa política.

Los economistas que ocuparon tapas, horas en televisión y posteos súper promocionados en las redes sociales, anunciando el desastre porque Guzmán no podría conseguir que esa propuesta de pago a los acreedores fuese aceptada, ahora reclaman un ?Plan? porque el proyecto de presupuesto parece no satisfacerlos y el arreglo con los bonistas develó que como profetas morirían de inanición.

Una reivindicación extraña desde las altas esferas de las Fuerzas Armadas. El perpetuo ataque a cada decisión para atenuar los daños de la Pandemia. El ocultamiento del logro sobre la quita de intereses y la postergación de los pagos de la deuda externa. La réplica febril de los desaguisados ?inocultables, por cierto- de un legislador atorrante y obsceno,  frente al disimulo del Senador de cartón: Indicios.

Las declaraciones falsas de la ex ministra tocaya del Senador de cartón; las especulaciones de los editorialistas de Clarín, los ataques incisivos, cotidianos, maniqueos, desde las pantallas de La Nación +, TN, Canal 13 , con verdades a medias y la otras mitades adulteradas, obligan a encender las neuronas como nunca o apagar esas pantallas hasta que exista una vacuna contra la enajenación emocional.

Esta conjunción de meritocráticos de ninguna manera responde a una acción del azar.

Y tampoco conviene negar los desaciertos y errores que la gestión actual ha cometido. La criticidad es nuestro deber y señalarlo, obligación

Desde la promesa incumplida de la intervención (o expropiación) A Vicentin, pasando por la demora en recuperar el antojadizo beneficio co-participativo que Macri le otorgó a CABA en detrimento de las provincias. La omnipresencia del Presidente respondiendo cuanto entrevista le propongan, sin priorizar ni medio ni periodista. La exposición recurrente para explicar los alcances de la Pandemia (con pifias inadmisibles ante un universo sensible) y la mal llamada ?reforma judicial?, que además de no ser tal alimenta los discursos de los sempiternos institucionalistas que siempre acuden a la tentación mesiánica.

Así mismo, el más grosero y reprochable pecado del gobierno es político. Ingenuidad o acaso  la ambición exagerada de pretender un consenso total.  Algo inalcanzable para todos, para todas y cualquiera.

Las últimas medidas anunciadas a favor de la producción, las pymes, la industria, la construcción y muy especialmente para fomentar las exportaciones, no han sido debidamente difundidas ni explicitadas con la vehemencia necesaria.

Durante el fin de semana coincidíamos con un joven analista en política y economía argentinas (Juan Manuel Gispert) y con mi colega y compañero cotidiano (Emilio Vera da Souza). En el ocaso definitivo de la gestión de Alfonsín, el corajudo ministro de economía de emergencia, Juan Carlos Pugliese, decía que el Gobierno les había hablado con el corazón y le habían respondido con el bolsillo. Se refería a las corporaciones y a los líderes de los sectores concentrados de la economía campera, agremiados desde siempre en la Sociedad Rural. Esta vez se invirtió el orden. El gobierno les habló con el bolsillo (medidas concretas, aunque coyunturales, claramente beneficiosas) y les respondieron con el corazón (privilegiando su ideología)

Definitivamente hay una intención desde esos sectores. Lo del periodista Fernández Díaz, desde las sábanas de la Nación nostálgica de los Mitre, el último domingo, imprimió su opinión, siempre con buena pluma pero que tiene más similitudes con una amenaza extorsiva que con un artículo periodístico.

A propósito de las palabras, los medios, las voluntades, nosotros y las ideologías, sería tramposo no admitir  los propósitos de esta columna de hoy. Se trata de una invitación. A participar. A reflexionar. A incluir y ayudar, más allá de las metáforas.

Desde este minúsculo lugar, una convocatoria a fortalecer la democracia con Lealtad, a cuidar nuestro lugar común, que es toda la Argentina y a considerar a toda nuestra gente, o sea, a todas las personas que elegimos vivir y desarrollarnos en esta Nación, que no es de papel, ni dos por uno ni para pocos.

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