Rubén Lázaro: el concejal que interpela al poder y defiende a los olvidados de Luján de Cuyo

En tiempos donde muchos se acomodan al silencio, hay quienes todavía eligen levantar la voz, señalar lo que no funciona y asumir el costo político de hacerlo. Rubén Lázaro es uno de esos casos. Concejal de Luján de Cuyo, su labor desde hace años ha sido la de un verdadero representante del pueblo: señalar al poder cuando se equivoca, reclamar lo que falta y poner el cuerpo donde el Estado brilla por su ausencia.

Desde la intendencia de Omar De Marchi, pasando por Sebastián Bragagnolo, hasta la actual gestión de Esteban Allasino, Lázaro ha sido una figura constante en la defensa de los sectores más vulnerables. Su principal reclamo: que el Estado garantice algo tan básico como el acceso al agua potable, especialmente en zonas rurales como Ugarteche, Carrizal, Carrizal de Abajo, Agrelo, Perdriel, entre otras.

Estas comunidades dependen en muchos casos de pozos. Pozos que no siempre cumplen con las condiciones mínimas de salubridad, ya sea por filtraciones, desidia estatal o falta de controles sobre las actividades extractivas de empresas como YPF y otras operadoras que han contaminado napas sin asumir responsabilidades. La impericia y la connivencia han generado una situación alarmante: familias que consumen agua contaminada o deben recurrir a pozos más profundos que solo pueden funcionar con bombas eléctricas.

Y ahí se suma otro problema: el brutal incremento del costo eléctrico. En estas zonas, donde se bombean miles de litros de agua para abastecer a los vecinos, las boletas de luz se han disparado a cifras que van desde los 7 hasta los 11 millones de pesos. Una locura impagable para pequeñas cooperativas o uniones vecinales , un costo muy difícil para comunidades rurales.

Pero Rubén Lázaro no se ha quedado en el escritorio ni en los recintos legislativos. Recorre las calles, escucha, documenta, insiste. Se ha ocupado personalmente de calles históricamente olvidadas por el municipio, como la calle Pública kilómetro 48 y 49, donde se encuentra ubicada la Escuela Luis Contreras, la calle Cooperativa, Las Turberas y muchas otras de Luján. Lugares donde el asfalto es una promesa lejana y la realidad es barro, pozos y aislamiento.

En paralelo, concejales como Paloma Scalco han acompañado esta mirada crítica. Recientemente, Scalco solicitó informes sobre un barrio reubicado durante la gestión de De Marchi, donde vecinos del barrio Costa Flores, denuncian contaminación y problemas de salud vinculados a la calidad del agua.

Rubén Lázaro, lejos de buscar réditos personales, parece tener claro de dónde viene. Hijo de un contratista rural, conoce de cerca la carencia, el esfuerzo, la postergación. Y quizás por eso, no le tiembla la voz cuando hay que decir lo que otros callan. No especula con el voto fácil: actúa desde la convicción.

En una política que muchas veces olvida a quienes no tienen poder, su trabajo es una excepción. Se para del lado de los que no tienen voz, aunque eso signifique quedar solo o ser incómodo. Porque, como él mismo lo ha expresado más de una vez, no hay futuro posible si no garantizamos hoy los derechos esenciales: agua, salud, caminos transitables y un Estado presente que cumpla su rol.

Lázaro interpela. Incomoda.