AJUSTE

Pará, pará, pará: ¿vos me estás queriendo decir que me llegaron casi 5 millones de pesos de luz?

El periodista que bancó el ajuste hasta que le tocó a él. Alejandro Fantino, adalid del mileísmo, ahora se indigna porque su proyecto mediático Neura peligra por las tarifas que ayudó a legitimar.

Adrián Characán
Adrián Characán

Hay momentos que rozan lo tragicómico o mas bien lo bizarro , donde la ironía parece más precisa que cualquier análisis. Alejandro Fantino, el pseudo periodista que abusa de la paráfrasis y de las reflexiones forzadas, es un claro ejemplo de cómo ciertas técnicas del periodismo, cuando se utilizan en exceso y sin contenido, exponen más las limitaciones del entrevistador que su supuesta profundidad. En su afán de parecer reflexivo, terminó omitiendo repreguntas clave, evitando interpelar con firmeza a los funcionarios que hoy impulsan medidas que afectan directamente el bolsillo de millones de argentinas y argentinos. Su estilo no sólo denosta su escasa capacidad crítica, sino que también deja en evidencia la cantidad de oportunidades desaprovechadas para ejercer un verdadero periodismo de interés público, el mismo que durante años se sentó frente al micrófono para amplificar las ideas del actual presidente Javier Milei, el año pasado descubrió que el ajuste no era solo un concepto abstracto para editorializar sino una factura concreta, con logo de empresa distribuidora y vencimiento en rojo.

Le llegaron, según sus propias palabras, "casi cinco millones de pesos" por la boleta de energía de su espacio Neura. Y claro, ahora sí, ahora que el ajuste le toca el bolsillo, el pseudo periodista -como muchos lo han llamado por su estilo efectista y más cercano al show que al oficio- salió a pegar el grito al cielo.

Pero ¿dónde estaba ese grito cuando las uniones vecinales del país pasaron de pagar un millón y medio a siete millones de pesos por mes? ¿Dónde estaba su empatía cuando los jubilados dejaron de recibir medicamentos oncológicos o cuando familias enteras tuvieron que elegir entre comer o calefaccionarse?¿Dónde estaba cuando productores agrícolas de zonas áridas, como en Mendoza, debieron frenar la producción porque no podían afrontar el costo energético de bombear agua?

El profeta de su propio desastre

Fantino no solo fue un defensor del modelo mileísta: fue uno de sus grandes promotores. Lo recibió durante horas en sus programas, lo dejó hablar sin repreguntar, lo trató como un rockstar libertario que venía a poner en vereda a una casta que, paradójicamente, él mismo integraba. Ahora, cuando la motosierra se le acerca al tendido eléctrico de su propia sede, recién ahí encuentra el tono de queja.

Recordamos cómo alguna vez le dio aire a Luis Barrionuevo para contar detalles oscuros de causas judiciales construidas con más guión que pruebas, o cómo Baby Etchecopar reveló en su programa que desde el entorno de Rodríguez Larreta le ofrecieron dinero. Todo eso quedó en el anecdotario del show mediático, sin consecuencias ni reflexiones profundas.

Entre la indignación selectiva y el cinismo tarifado

Lo curioso -o indignante- es que Neura, su medio, no es una unión vecinal, ni un comedor comunitario, ni una fundación. Es un emprendimiento privado que, por lo que se presume, cuenta con auspiciantes de peso. Sin embargo, su queja se presenta como la de un ciudadano más, como si Fantino hubiera descubierto recién ahora que el ajuste no era una metáfora.

Mientras tanto, en Mendoza -por citar un caso concreto-, las uniones vecinales siguen pagando tarifas impagables sin ningún tipo de subsidio real, aun cuando existen leyes que las contemplan por ser zonas frías o de vulnerabilidad social. Leyes que duermen en los escritorios de funcionarios indiferentes y que jamás se aplican de manera efectiva.

Los datos son contundentes: mientras las tarifas eléctricas se dispararon más de un 270% en promedio a nivel nacional desde la asunción de Javier Milei, las empresas distribuidoras y transportadoras de energía han reportado ganancias récord en sus balances. Edenor y Edesur, por ejemplo, acumularon utilidades netas por más de 160.000 millones de pesos en apenas seis meses, y Transener duplicó su rentabilidad operativa.

Esto evidencia un fenómeno tan brutal como silencioso: una enorme transferencia de costos hacia los hogares argentinos -incluidos los de menores ingresos- y una igualmente descomunal transferencia de ganancias hacia corporaciones privadas, muchas de ellas extranjeras.

En nombre de la desregulación y del "libre mercado", el Estado ha renunciado a su función de árbitro y protector de los sectores más vulnerables, permitiendo que el acceso a un servicio básico como la energía quede librado al poder de mercado.

Esa es la verdadera cara del ajuste: mientras millones de familias restringen el consumo por temor a facturas impagables, un puñado de empresas energéticas celebran balances históricos. Y sí, esto molesta. A algunos, como Fantino, les molesta que esta transferencia de recursos llegue a su bolsillo . A otros, les duele vivirlo.

Cuando la motosierra corta el cable de uno

Fantino dice que si esto sigue así, va a tener que cerrar su medio y buscar otro trabajo. Y la verdad es que, a esta altura, sería apenas una consecuencia natural de haber jugado tan fuerte a favor de un modelo que vino a destruir lo que costó décadas construir. Porque si bien la motosierra empezó por los otros, tarde o temprano siempre termina pasando por casa.

La pregunta es: ¿vale el reclamo ahora que el daño ya está hecho? ¿Tiene derecho al pataleo alguien que legitimó este rumbo cuando el ajuste lo sufrían los de abajo?

Todavía estamos a tiempo. Pero hace falta algo más que indignarse cuando se corta el wifi. Hace falta memoria, empatía y coraje.

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