Pachamama: te invitamos a celebrarla este 1 de agosto
Miles de argentinos recuerdan a la Pachamama. No por folklore. Por necesidad, por memoria, por dignidad. Este 1 de agosto nos encuentra con un Estado que ha decidido emanciparse unilateralmente de su propio pueblo.
Mientras emisarios extranjeros intentan vigilar a nuestras provincias, miles de argentinos recuerdan a la Pachamama. No por folklore. Por necesidad, por memoria, por dignidad.
Este primero de agosto no es uno más. Nos encuentra con un Estado que ha decidido emanciparse unilateralmente de su propio pueblo, desligarse de sus deberes históricos y constitucionales, y dejar a millones de argentinos librados a su suerte. Mientras tanto, desde el Norte llegan señales claras de injerencia colonial.
Peter Lamelas, embajador designado por Donald Trump, ya anunció que recorrerá las 23 provincias argentinas para vigilar que no haya acuerdos con China, como si se tratara de la visita de un Virrey.
Lo dijo sin rubor: su misión será garantizar que los gobernadores no "caigan en la tentación" de cerrar acuerdos con el gigante asiático. Es decir, pondrá bajo sospecha a cada gobernador, tratándolos como potenciales corruptos, como niños bajo tutela imperial.
No sólo eso. También hizo referencia a Cristina Fernández de Kirchner, diciendo que espera que "reciba la justicia que merece". Cristina, que se mantiene presa en su domicilio por causas judiciales plagadas de irregularidades, ya había advertido: "Si me pasa algo, miren hacia el Norte". Conociendo la historia del continente, no suena descabellado.
Y mientras eso sucede, los gobernadores, sin siquiera levantar la voz ante semejante humillación diplomática. Mire ahí. Mire bien. Porque eso también es un acto de entrega.
Mientras los despachos diplomáticos se reparten las decisiones que deberían tomar los argentinos, en el territorio sucede otra cosa. Miles de familias siguen luchando por un terreno donde sembrar, donde levantar una casita, donde criar a sus hijos. Pero se chocan contra el muro invisible de la concentración. Las grandes extensiones están en manos de unos pocos terratenientes extranjeros, que acumulan miles de hectáreas con la bendición del Estado y el silencio cómplice del sistema judicial.
Al mismo tiempo, se repite el patrón: los dirigentes de la derecha no solo niegan los crímenes de la última dictadura cívico-militar, sino que también niegan la crisis climática. Para ellos, el calentamiento global es un invento de ambientalistas molestos. Prefieren no ver el veneno en el agua, los incendios en los montes, los desmontes que arrasan pueblos enteros. Todo en nombre de la rentabilidad.
¿Qué es la Pachamama?
Pachamama significa madre tierra en quechua. Pero no es un símbolo abstracto, ni una postal color sepia. Es un ser vivo. Es quien nos da de comer, de beber, de vivir. Los pueblos originarios no creen en ella: viven con ella. La Pachamama no se adora. Se respeta. Se cuida. Se agradece.
Cada primero de agosto, se realiza un rito ancestral para honrarla. No hace falta ser quechua, ni aymara, ni wichí. No se necesita un título, ni un permiso, ni una habilitación. Solo respeto, humildad y ganas de agradecer.
Y si de honrar a la Madre Tierra se trata, hay canciones que no son sólo melodía, sino rito. "Vientos del alma", interpretada por Mercedes Sosa, es una de ellas. Su voz -que tantas veces fue llamada la voz de la Tierra, la voz de los sin voz, la Pachamama que canta- se convierte en instrumento ceremonial cuando nombra a la naturaleza, al origen, a lo sagrado. Escucharla en este primero de agosto no es un gesto más: es abrir el pecho, volver al barro, al viento y al grito ancestral que nos sigue pariendo. Que este día nos encuentre agradeciendo, cantando, y si es posible, dejando que sea ella, Mercedes, quien nos recuerde de dónde venimos.
¿Cómo se celebra?
- Se cava un pequeño pozo en la tierra, que representa la "boca" de la Pachamama.
- Se ofrecen alimentos, hojas de coca, vino, chicha, tabaco, pan, flores, granos, semillas.
- No se usa la mano izquierda ni se hace con apuro o sin intención.
- Se sahúma, se canta, se habla con la tierra. Se agradece por lo que se tiene, se pide por lo que falta.
- Se tapa el pozo y se lo deja descansar.
Es un ritual colectivo. No es espectáculo. Es vínculo. Es sanación. Es memoria.
El eurocentrismo: la gran maquinaria del olvido
Nos hicieron olvidar este rito. Y no fue casual. El eurocentrismo, esa matriz que nos enseñó que todo lo bueno viene de Europa, nos arrancó las raíces. Nos hizo ver al adobe como pobreza, al monte como atraso, al mate como grasa, al carnaval como barbarie. Nos enseñó a desconfiar de la tierra y a idealizar el cemento.
Nos colonizaron la cabeza antes que el territorio. Cambiaron nuestras palabras por extranjerismos: sale, shopping, black friday. Nos hicieron celebrar Halloween y despreciar la Pachamama.
Nos educaron para desear lo que no somos
Para reírnos de nuestras tradiciones y mirar con admiración lo que viene de afuera, aunque nos destruya.
¿Por qué hoy es más urgente que nunca?
- Porque tenemos un presidente que admira a Margaret Thatcher, la misma que ordenó matar a nuestros pibes en Malvinas.
- Porque el nuevo embajador de EE.UU. vigilará nuestras provincias como un virrey del siglo XXI.
- Porque Cristina está presa mientras los fugadores están libres.
- Porque la tierra está concentrada y vedada para el pueblo.
- Porque la derecha niega el pasado, el presente y el futuro.
Una invitación, no una imposición
No se trata de una moda. No es una campaña. No es marketing espiritual. Este primero de agosto, si lo sentís, hacelo. Abrí un huequito en el patio, en el jardín, en una maceta si no tenés tierra. Poné una copita de vino, unas migas de pan, una flor, un puñado de arroz. Hablale bajito a la tierra. Pedile que nos cuide. Agradecele que seguimos vivos.
No hace falta que te filmen. Ni subirlo a las redes. La Pachamama no necesita testigos. Vos sí necesitás reconectar. Con ella. Con vos. Con el linaje que te trajo hasta acá.
Porque mientras algunos celebran la Derecha Fest, nosotros celebramos la vida que brota de la tierra.
Porque la Pachamama no necesita que creamos en ella. Somos nosotros quienes la necesitamos a ella.
Y porque, al final del día, nosotros habitamos esta tierra. No ella a nosotros.
Para quienes aún creen que la memoria no se archiva. Ni se privatiza. Ni se vende al mejor postor.