Las razones por las que nunca deberías comer alimentos quemados

Comer saludable es fundamental para mantener un estilo de vida equilibrado y prevenir enfermedades. Una alimentación balanceada proporciona los nutrientes necesarios para el funcionamiento óptimo del cuerpo y la mente, mientras que evitar la ingesta de comida ultra procesada, azúcares refinados y grasas saturadas contribuye a fortalecer el sistema inmunológico y reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes y los problemas cardíacos.

Pero otro inconveniente que se da con la mala alimentación no viene tanto por el lado de la comida baja en nutrientes y proteínas. Por el contrario, se trata de aquellos alimentos que son expuestos de forma excesiva al calor y terminan quemados, generando un exceso de compuestos químicos nocivos que se forman durante ese proceso y están relacionados con un mayor riesgo de contraer cáncer.

Además, estos alimentos suelen perder nutrientes esenciales y desarrollar compuestos tóxicos que pueden causar irritación gastrointestinal y otros problemas de salud a largo plazo.

¿Por qué es malo comer comida quemada?

Según lo detalla un estudio realizado por la Universidad de Wisconsin, en Madison, la comida que se calienta a altas temperaturas libera productos químicos llamados hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH) y alquilfenoles policíclicos (PCA). Éstos se forman cuando los suplementos alimenticios ricos en grasas, jugos o líquidos se exponen a ciertos compuestos químicos como el carbón o el petróleo; se absorben en los alimentos y se liberan al cocinarlos.

Por otro lado, la Universidad de Kansas encontró a través de una investigación que los alimentos fritos a 135° grados o altas temperaturas contienen altos niveles de ácidos grasos trans que aumentan el colesterol malo (LDL) y disminuyen el colesterol bueno (HDL). Estos son componentes dañinos para el corazón y se acumulan en el sistema circulatorio.

Los alimentos quemados también pueden contener nitritos y nitratos, elementos que se encuentran en productos procesados y en embutidos, que si se calientan demasiado pueden convertirse en nitrosaminas dañinas para la salud.

Otro compuesto que puede aparecer en los alimentos quemados es la acrilamida, que se forma cuando se calienta la comida a altas temperaturas. Se libera cuando, por ejemplo, se hornean, fríen o asan papas fritas, pan tostado y cereales. Una vez dentro del organismo, se convierten en acrilonitrilo, que es cancerígeno.

Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) descubrió que el consumo excesivo de carnes asadas, ahumadas, fritas o a la parrilla puede exponer a una persona a altas cantidades de amoniaco y arsénico, que dañan el sistema nervioso.

¿Cómo prevenir problemas de salud a partir de la comida quemada?

Aunque parezca evidente, el mejor consejo para evitar problemas de salud a partir de los alimentos quemados es, justamente, no consumirlos ya que no existe riesgo cero de desarrollar inconvenientes a partir de su ingesta. En concreto, comer una tostada un poco pasada no es problema, el riesgo surge cuando se da una monotonía y exceso en el consumo.

Además de esto, para reducir la aparición de estas sustancias químicas, no deberían cocinarse estos alimentos por encima de 170ºC, evitando el marrón oscuro al tostarse. Algunos tips para reducir la presencia de acrilamida en los hogares son:

• Vigilar la temperatura final de cocción/fritura/tostado y el tiempo de los mismos.
• El color es, en la mayoría de los casos, un buen indicador. Un color ligeramente dorado en un alimento frito o tostado es aval de una menor presencia de acrilamida.
• Evitar siempre las tonalidades marrones oscuras.
• Cuando los alimentos toman un color oscuro se está incrementando el contenido en acrilamida. Por ello, es importante no cocinar a temperaturas superiores a 170ºC o antes de que el aceite humee en la sartén.
• Tostar el pan hasta un color dorado y, en todo caso, evitar comer las partes oscuras.