La importancia del subtitulado y la ética periodística
Una herramienta fundamental para garantizar el acceso a la información de las personas con discapacidad auditiva. Según la OMS, hay más de 466 millones de personas en el Mundo con pérdida de audición.
Rol del subtitulado en la comunicación audiovisual
El subtitulado es una herramienta fundamental para garantizar el acceso a la información de las personas con discapacidad auditiva.
Según la Organización Mundial de la Salud, hay más de 466 millones de personas en el mundo con pérdida de audición. Estas personas enfrentan numerosas barreras para acceder a los contenidos audiovisuales, especialmente si no dominan la lengua de señas o la lectura labial.
El subtitulado consiste en transcribir el audio de un contenido audiovisual en texto que se muestra en la pantalla, respetando el sentido, el tono y el ritmo del mensaje original. No solo beneficia a las personas con discapacidad auditiva, sino también a personas mayores, a personas con problemas de atención, a quienes aprenden un idioma extranjero o quienes se encuentran en entornos ruidosos.
Sin embargo, el subtitulado también implica una responsabilidad ética por parte de quienes lo realizan, especialmente si se trata de contenidos informativos o de interés público. El subtitulado debe ser fiel al audio original y no introducir cambios, omisiones o distorsiones que puedan alterar el sentido del mensaje o inducir a error al espectador.
Un ejemplo reciente de una mala práctica de subtitulado se dio en un posteo en la red social ?X? (ex Twitter) donde el periodista Eduardo Feinmann replica un video en el que se cambió intencionalmente el subtitulado del video de un discurso de Malena Galmarini, donde expresaba? Ninguno de los otros son capaces de pensar en la gente?, por? Ninguno de nosotros son capaces de pensar en la gente?
El subtitulado no es solo una cuestión técnica, sino también social y moral, que requiere de profesionalismo, rigor y honestidad.
Posteo en X de Feinmann
Posteo de Malena Galmarini
Posteo de Germán Ejarque
Eduardo Feinmann: ¿periodista u operador?
Eduardo Feinmann es uno de los periodistas más polémicos y controvertidos de Argentina. Conocido por su estilo agresivo, confrontativo y provocador, Feinmann ha sido acusado en varias ocasiones de ser un militante político disfrazado de periodista, es decir, de defender una ideología y un interés partidario por encima de la objetividad y la imparcialidad informativa, sin exponer públicamente esa condición.
Feinmann, se inició en la actividad pública como integrante de la Unión para la Apertura Universitaria (UPAU), el brazo estudiantil de la Unión del Centro Democrático (UCeDé), el partido liberal fundado por Álvaro Alsogaray.
Feinmann fue uno de los fundadores y candidatos de la UPAU en 1983, aunque no llegó a obtener ningún cargo. Desde entonces, Feinmann ha mantenido una postura ideológica cercana al liberalismo económico y el antiperonismo.
Es notorio el sesgo y la parcialidad con que Feinmann aborda los temas de actualidad, especialmente los relacionados con el gobierno nacional y el kirchnerismo, pero en este caso, elude además la esencia del periodismo distorsionando voluntariamente un discurso
Feinmann ha sido un férreo opositor y crítico de las gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, a quienes ha acusado de corrupción, autoritarismo, populismo y demagogia. Asimismo, ha sido un ferviente defensor y admirador de Mauricio Macri y su gobierno, al que ha elogiado por sus medidas económicas, y su política exterior. Feinmann ha mostrado una clara preferencia por el espacio político de Juntos por el Cambio, al que ha apoyado abiertamente en las elecciones, y eso no sería sancionable si lo hiciera de forma explicita, aclarando la perspectiva elegida.
La falta de rigor y profesionalismo con que Feinmann ejerce su labor periodística lo lleva a incurrir en errores, falsedades, manipulaciones y descalificaciones. Feinmann ha sido denunciado y condenado en varias oportunidades por difamación, injuria, discriminación y violencia simbólica contra distintas personas e instituciones. Algunos ejemplos son: su afirmación de que los desaparecidos durante la última dictadura militar fueron 8.000 y no 30.000, su burla hacia una mujer que le pidió que usara barbijo en plena pandemia,, su insulto a una joven militante del Frente de Todos y su ataque a un médico que le recomendó hacerse un hisopado.
Estos argumentos evidencian que Eduardo Feinmann no cumple con los principios éticos que exige la profesión, sino que actúa como un operador político al servicio de una causa e intereses particulares. Feinmann no informa, sino que opina; no dialoga, sino que confronta; no respeta, sino que ofende. Feinmann no es un periodista, sino un operador.