Crónicas del Silencio

Aconcagua: la tragedia que pudo haberse evitado

En enero de 2009, Federico Campanini, un joven guía mendocino, fue abandonado a su suerte a más de 6000 metros sobre el nivel del mar. Murió solo, deshidratado, desorientado y sin fuerzas

Adrián Characán
Adrián Characán

El frío de la montaña no siempre está hecho de nieve. A veces es de silencio. A veces es de indiferencia. En enero de 2009, Federico Campanini, un joven guía mendocino, fue abandonado a su suerte a más de 6000 metros sobre el nivel del mar. Murió solo, deshidratado, desorientado y sin fuerzas, a pocos metros del campamento Nido de Cóndores. Un helicóptero no pudo alcanzarlo, los rescatistas llegaron tarde, lo insultaron, y la cámara de uno de ellos registró la escena que luego estremecería a todo el país.

Se debatió durante semanas si lo suyo fue un accidente inevitable o un crimen por omisión. ¿Qué nombre tiene dejar que alguien muera mientras suplica ayuda? ¿Qué palabra abarca el desamparo con eco blanco que ofrece la montaña cuando el Estado llega tarde o no llega?.

La Justicia no lo llamó "abandono de persona", pero quienes vieron esas imágenes -y quienes conocieron a Federico- saben que lo fue. No porque la ley lo diga, sino porque hay verdades que el corazón reconoce antes que el código penal.

Una montaña de grandeza y muerte

El Aconcagua es una cumbre que hipnotiza. Es el coloso de América, con sus 6.962 metros altivos, dominando el cielo de Mendoza. Desde 1897, cuando se registró el primer ascenso, miles de andinistas han intentado llegar a su cima. Algunos volvieron con lágrimas en los ojos y la gloria en los pies. Otros, no volvieron.

Desde entonces, más de 150 personas han perdido la vida en sus laderas. En promedio, tres por temporada. El frío, la altura, los errores humanos y la soberbia natural que a veces despierta el desafío.

Entre las historias, hay una que se repite: cuerpos congelados que aparecen años después, enterrados en grietas o cubiertos por tormentas. Hombres y mujeres que llegaron a rozar la eternidad, pero la eternidad no los dejó bajar.

Récords, derrotas y leyendas

No todos fracasan, no todos mueren. El Aconcagua también ha sido testigo de hazañas:

  • Un niño de 9 años llegó a la cima. Se llama Tyler, tenía asma, y lo hizo acompañado de su padre.
  • Carlos Soria, un español de huesos viejos y alma joven, la escaló con 86 años.
  • Una japonesa, de nombre Yuichiro, intentó lo mismo, pero la montaña le pidió que se detuviera.

Incluso uno de los hombres más fuertes del mundo, competidor del Ironman y figura de campeonatos de fuerza, tuvo que desistir: los músculos ayudan a levantar autos, pero no garantizan cimas. El Aconcagua no se deja domar por fuerza bruta, sino por paciencia, inteligencia y respeto.

¿Cuánto cuesta tocar el cielo?

Llegar al Aconcagua no es gratis. Una expedición económica cuesta cerca de 2.000 dólares. Las más completas, con guías, equipos y campamentos incluidos, pueden alcanzar los 5.000 dólares.

A eso se suman los seguros -obligatorios- que varían según duración, edad, riesgos. El rescate en helicóptero, en caso de necesidad, puede costar entre 5.000 y 10.000 dólares si no está cubierto por el seguro.

Y no siempre es efectivo. Lo supo Federico Campanini. Lo saben tantos otros.

La contratación se hace por empresas autorizadas, muchas extranjeras, que ofrecen paquetes que incluyen desde el traslado hasta el oxígeno suplementario. La mayoría de los turistas provienen de Europa, Estados Unidos, Japón. Pagan, suben, bajan.

El negocio del coloso

El Estado provincial cobra un canon por cada ascenso. Miles de dólares por persona, que varían según la nacionalidad y la temporada. Es una de las principales fuentes de ingreso turístico para Mendoza. Se calcula que entre permisos, tasas y servicios, el Parque Provincial Aconcagua recauda millones de dólares cada año.

¿Pero cuánto se reinvierte en seguridad?. ¿Cuánto en infraestructura?. ¿Cuánto en rescate real, en lugar de burocracia?.

Los que trabajan allí -médicos, guías, arrieros- saben que muchas veces la respuesta llega tarde, o nunca.

Mulas que también mueren

Hace poco, una mula cayó rendida. Cargaba insumos, equipo, comida, garrafas. No pudo más. Se desplomó y agonizó. Nadie la auxilió. También hubo imágenes. No hubo juicio.

Aconcagua: la tragedia que pudo haberse evitado

Las mulas en el Aconcagua no son parte del paisaje, son trabajadoras silenciosas que suben y bajan decenas de veces por temporada. Algunas mueren por extenuación, otras por negligencia. Pero no hay monumentos para ellas. Solo huellas y restos en la altura.

La vida en altura: comodidades entre la nieve y el silencio

No todo es precariedad en el Parque Aconcagua. En medio del rigor, existen pequeñas burbujas de humanidad.

Campamentos base como Confluencia o Plaza de Mulas ofrecen carpas domo calefaccionadas, colchones inflables, servicio de cocina caliente, duchas, baños químicos, Wi-Fi satelital y puestos médicos permanentes.

Empresas privadas han elevado el estándar: ofrecen packs premium que incluyen comidas gourmet, calefacción, asistencia personalizada y hasta sesiones de recuperación física. Un turista con dinero puede dormir con relativa comodidad a más de 4.000 metros de altura.

Pero la montaña sigue siendo la misma. No distingue entre el que paga por confort y el que sube con lo justo. En el Aconcagua, el clima y la altitud no preguntan cuánto tenés, solo cuánto podés resistir.

Federico Campanini, un nombre que resuena

Federico fue encontrado a los días. Murió solo, pero no fue el único. Su historia representa a todos los que murieron esperando algo: una cuerda, una mano, un helicóptero, un poco de humanidad.

Nunca se investigó en profundidad a los responsables del operativo fallido. Nunca se condenó el insulto, la espera, la desesperación. El video quedó. Y con él, la herida.

La montaña no perdona, pero tampoco miente

Aconcagua no es una trampa. Es una prueba. Una prueba para quienes suben y para quienes deben cuidar a los que suben.

Es posible que siga cobrándose vidas. Es posible que siga atrayendo récords, turistas, sueños.

Pero mientras no haya compromiso real con la seguridad, con el ambiente, con los animales, con los guías y con los sueños de quienes creen que subir una montaña es alcanzar algo más que altura...

...Federico Campanini seguirá muriendo cada temporada.

https://youtu.be/RiAYbdf9Cew?si=vwdMBulVn16jmjuW

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