NEGOCIO INMOBILIARIO

El verdadero dueño de Argentina

Eduardo Elsztain es su nombre. Uno de esos silenciosos que, sin levantar la voz, maneja más que muchos de los que gritan

Adrián Characán
Adrián Characán

Hay nombres que no necesitan de una banca en el Congreso ni de un despacho en la Casa Rosada para tener poder. Nombres que no figuran en la boleta, pero sí en los contratos, en las escrituras, en las decisiones que marcan el rumbo de un país. Eduardo Elsztain es uno de esos nombres. Uno de esos silenciosos que, sin levantar la voz, maneja más que muchos de los que gritan.

El verdadero dueño de Argentina

En un país que vive a los gritos, donde las tapas se llenan de escándalos y los noticieros se obsesionan con el escarnio, hay figuras que prefieren el sigilo. Mientras los políticos se pelean en la televisión por un segundo de cámara, hay empresarios que desde hace décadas construyen una red de poder que no se muestra, pero se siente. Una red de tierra, cemento, bancos, shoppings, hoteles y espiritualidad.

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Elsztain nació en Belgrano en 1960, en el seno de una familia judía con raíces profundas. Su abuelo Isaac, inmigrante que escapó de la Europa del odio, fundó IRSA en 1943, una pequeña empresa de bienes raíces. Esa semilla, décadas después, se convertiría en el corazón de un imperio. Eduardo se formó en el Colegio Nacional Buenos Aires, pasó por la UBA, hizo colimba y partió a Jerusalén, donde profundizó su vínculo con el judaísmo ortodoxo y estableció contactos que con el tiempo serían piezas clave de su entramado internacional.

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Pero el gran salto vino con la Argentina neoliberal de los años 90. Cuando el Estado vendía todo lo que tenía, él apostó fuerte. Viajó a Nueva York y consiguió, gracias a su red de contactos, una cita con George Soros. Volvió con 10 millones de dólares. En menos de un año, IRSA duplicó su valor y se posicionó como una de las grandes empresas del país. Más tarde, cuando Soros especuló con la deuda argentina, Elsztain rompió la sociedad. Según su entorno dicen que fue "por principios".

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El vacío fue ocupado rápidamente. Sam Zell, Michael Steinhardt y Edgar Bronfman -presidente del Congreso Judío Mundial- se convirtieron en nuevos aliados. Bronfman incluso lo nombró tesorero de la organización. Para entonces, Eduardo ya no era sólo un empresario argentino. Era un jugador global.

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Compró Cresud, una empresa agropecuaria, y se convirtió en el mayor terrateniente privado del país. Más de 850.000 hectáreas en Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay. Introdujo soja transgénica, feedlot y modelos de producción intensiva. En paralelo, IRSA fue tomando los principales centros comerciales del país: Alto Palermo, Abasto, Patio Bullrich, DOT, Paseo Alcorta, Patio Olmos. A eso se sumaron hoteles como el Sheraton Libertador, el Intercontinental o el mítico Llao Llao.

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Pero no todo fue épica empresarial. En 1997 participó de la polémica privatización del Banco Hipotecario, denunciada como una operación de vaciamiento. No fue juzgado. Años más tarde, su nombre reaparecería en los Panama Papers junto al de Macri, vinculado a sociedades offshore. Una constante: el poder económico adaptándose, sobreviviendo, prosperando con todos los gobiernos. Con Menem, con Macri, y ahora también con Milei.

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Durante la campaña de Javier Milei, su hotel Libertador fue sede del comando libertario. Salas de reuniones, habitaciones de lujo, todo dispuesto sin que mediara contrato conocido ni pago declarado. Luego, un hombre de su entorno fue designado al frente de la Agencia de Bienes del Estado. Desde allí, el Estado comenzó a vender tierras fiscales a ritmo acelerado. ¿Inversión, amabilidad o jugada maestra?

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Pero hay más. El vínculo entre Elsztain y Milei no es sólo inmobiliario. Es también espiritual. Eduardo es un miembro activo del movimiento Jabad Lubavitch, una corriente jasídica con fuerte influencia política en líderes de derecha de todo el mundo. Fue él quien acercó al presidente a esa espiritualidad. Milei viajó dos veces a la tumba del Rebe Schneerson en Nueva York. Publicó en hebreo. Habló de la "misión divina" que se le había encomendado. Y el rabino Tzvi Grunblatt, íntimo de Elsztain, se volvió consejero espiritual del jefe de Estado. El sincretismo entre lo político, lo místico y lo financiero se volvió más evidente que nunca.

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¿Qué propiedades tiene Elsztain en Mendoza?

1. Mendoza Plaza Shopping

Elsztain, a través de IRSA Propiedades Comerciales, es propietario del Mendoza Plaza Shopping, uno de los centros comerciales más grandes y destacados de la provincia . Forma parte de su red nacional de shoppings, junto a otros iconos como Alto Palermo y Abasto.

2. Tierras productivas en Valle de Uco

Desde Cresud (empresa agropecuaria que preside), posee importantes extensiones de campo en Mendoza, especialmente en la región de Valle de Uco:

• La Remonta - Campo Los Andes, con alrededor de 100.000ha en Valle de Uco .

• Además, Cresud opera múltiples campos en distintas partes de la provincia, contribuyendo a su portafolio de ~800.000ha en toda Sudamérica .

3. Infraestructura energética y minera

Aunque no directamente, Elsztain está vinculado a desarrollos energéticos y mineros que atraviesan Mendoza:

• A través de empresas como IRSA y Austral Gold, participa en proyectos de minería y energía regionales, que incluyen, de manera indirecta, actividades en Mendoza.

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Y es en este contexto que, de repente, en los foros y buscadores de Internet, apareció la pregunta que muchos se hacen pero pocos se atreven a decir en voz alta: ¿Quién es el verdadero dueño de la Argentina? Como si fuera un chiste incómodo, Google respondía sin titubeos: Eduardo Elsztain. Ahí, entre algoritmos, biografías pulidas y documentos ocultos, se colaba una verdad que incomoda.

Porque en un país donde los políticos entran y salen como en una puerta giratoria, él se mantiene. Acumula hectáreas, edificios, bancos, hoteles, vínculos con rabinos y presidentes. Porque el verdadero poder, como bien dicen algunos, no es el que se exhibe. Es el que se ejerce.

Y él lo ejerce.

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