Salud

El trastorno que comienza a aparecer en otoño y puede tener graves consecuencias en la salud

Con el cambio de estación puede aparecer o resurgir una depresión que merece ser tenida en cuenta. Cuáles son los síntomas y cómo tratarla

La llegada del otoño trae aparejado múltiples cambios en la vida cotidiana de las personas debido a un sinfín de modificaciones en la rutina, ya sea alimentaria, de actividad física, descanso o trabajo. Es que con los días frescos y la disminución de las horas de luz el día a día entra en otra dinámica que lleva a que estemos replegados sobre nosotros mismos.

Si bien hay muchos que disfrutan -y hasta celebran- el arribo del frío- hay quienes lo padecen no solo a nivel físico sino también mental. Y en este último aspecto es donde hay que estar atentos a los cambios en los estados de ánimo de quienes sufren lo que se ha denominado como "trastorno afectivo estacional".

Según lo detalló a La Vanguardia el psicólogo español Jorge Lareo Otero, "la llegada del otoño es un cambio estacional que afecta a la salud psicológica debido a sus días nublados, el aumento del frío y la disminución de las horas de sol. El paciente presenta síntomas de alteración del humor propios de la depresión (tristeza, irritabilidad, ansiedad, anhedonia, dificultad de concentración, etc.), además de cambios en el apetito, hipersomnia y aumento de peso. Estos síntomas comienzan en otoño/invierno y se resuelven en primavera".

El trastorno que comienza a aparecer en otoño y puede tener graves consecuencias en la salud

Ante este cuadro es indispensable definir el trastorno afectivo estacional, conocer sus características y mitigar sus efectos.

¿Qué es el trastorno afectivo estacional?

El trastorno afectivo estacional (TAE), winter blues o tristeza estacional es un tipo de depresión ligada a las estaciones que aparece sobre todo en otoño e invierno y suele finalizar con la llegada de la primavera y el verano. Según lo detalla National Geographic en su portal, se estima que cerca del 10% de la población padece este trastorno y el mismo tiene mayor incidencia sobre mujeres, jóvenes, personas que viven en países sombríos o alejados del ecuador y personas con familiares que han padecido depresión.

Investigaciones recientes han establecido que las personas que padecen TAE presentan un desequilibrio en la producción de serotonina o de melatonina, junto a la falta de vitamina D. No obstante, no hay un conocimiento exacto sobre las causas que desencadenan las depresiones en otoño o invierno.

El trastorno que comienza a aparecer en otoño y puede tener graves consecuencias en la salud

¿Cuáles son los síntomas de la depresión de otoño e invierno?

Como se mencionó más arriba, la ciencia no ha podido determinar con exactitud cuáles son las causas que activan los trastornos afectivos estacionales con el inicio del otoño e invierno. Sin embargo, las evidencias hasta el momento señalan que la alteración en el "ritmo circadiano" de las personas -el ciclo natural para dormir y despertar- debido a la disminución de las horas de luz es uno de ellos. Esto tendría un correlato directo con la producción de serotonina y melatonina y su consecuente impacto en los estados de ánimo.

Debido a lo mencionado, es necesario tener en cuenta la sintomatología de este trastorno, para estar atento a su diagnóstico y tratamiento. Los síntomas son los siguientes:

  • Retracción social: las personas con depresión de otoño o invierno suelen retraerse a nivel social y ya no disfrutan las cosas que eran divertidas.
  • Aumento en el consumo de alimentos con carbohidratos simples: quienes padecen TAE suelen ingerir alimentos "de consuelo", como pasta, pan y azúcar.
  • Incremento de la ansiedad: quienes padecen TAE muestran inclinación hacia la ansiedad, irritabilidad y desarrollan dificultades para dormir.

El trastorno que comienza a aparecer en otoño y puede tener graves consecuencias en la salud

¿Cómo prevenir y tratar la depresión de otoño e invierno?

La depresión de otoño e invierno es una patología cíclica que vuelve a aparecer cada año en un 70% de las personas diagnosticadas. Esto hace que su prevención sea crucial por lo que se recomienda:

  • reforzar hábitos saludables
  • evitar las pantallas por la noche
  • dar paseos al aire libre
  • exponerse a la luz natural
  • comer bien
  • tener un buen entorno social

Si, pese a esto, los síntomas empeoran, lo recomendable es acudir a un equipo de profesionales idóneos realizar el diagnóstico adecuado y el correspondiente tratamiento.

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