Cautivos de la oscuridad: cuando la esperanza se corta como la luz
Desde el jueves 24 de abril de 2025, el microcentro porteño -particularmente la zona de Tribunales, en el barrio de San Nicolás- permanece sumido en la penumbra. ¿Hasta cuándo?
Decenas de cuadras sin energía, ancianos atrapados y una indiferencia que duele. Desde el jueves 24 de abril de 2025, el microcentro porteño -particularmente la zona de Tribunales, en el barrio de San Nicolás- permanece sumido en la penumbra. A lo largo de calles emblemáticas como avenida Corrientes, Uruguay, Talcahuano y sus alrededores, cientos de edificios siguen sin suministro eléctrico.
Pero el daño no es solo la oscuridad: son los ancianos, las personas con problemas de salud, las que sufren atrapadas en sus departamentos, sin ascensores, sin agua, sin un Estado que las vea.
EDESUR, la empresa monopólica que suministra la electricidad en la zona, juega cruelmente con el reloj de quienes esperan: primero promete solucionar el problema a las 15:00. Luego a las 15:30. Después a las 16:00. Y así, como una burla interminable, empuja hacia adelante la hora de una solución que nunca llega. Las operadoras aseguran que "la cuadrilla está en camino", pero la realidad es que no hay cuadrilla: nunca llega.
El precio de la impunidad: millones para ellos, miseria para nosotros
En enero de 2022, el ENRE sancionó a EDESUR con multas de $105 millones por no informar adecuadamente sobre los cortes, y con otros $133 millones por su deficiente atención en oficinas comerciales. Un castigo simbólico, casi irrisorio frente a las multimillonarias ganancias que la empresa cosechó durante los gobiernos de Mauricio Macri y ahora, bajo la presidencia de Javier Milei.
Durante el mandato de Mauricio Macri (2015-2019), las tarifas eléctricas aumentaron entre un 3.400% y un 5.500%, y las de gas entre un 1.300% y un 1.900%, bajo el argumento de "sincerar" los precios.
Lejos de frenarse, la política de ajuste tarifario se profundizó aún más con Javier Milei: desde diciembre de 2023 a abril de 2025, las tarifas de electricidad se incrementaron un 264% y las de gas un 622%, en apenas un año y medio.
Hoy, con boletas impagables y servicios cada vez más deficientes, los usuarios seguimos atrapados en el mismo laberinto: pagar más para recibir cada vez menos. Mientras tanto, los grandes medios de comunicación guardan silencio, incapaces -o cómplices- de reflejar la tragedia cotidiana que viven miles de ciudadanos en el corazón de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La política de mirar para otro lado
Ni el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, ni el gobierno nacional actual han exigido a EDESUR que restituya el servicio de forma inmediata. La pasividad -o peor aún, la complicidad- se convierte en otra forma de desprecio hacia una ciudadanía que, aún desde la oscuridad, sigue votando.
Basta recordar que en marzo de 2023, el entonces ministro de Economía, Sergio Massa, aplicó fuertes multas a EDESUR tras dejar a 600.000 usuarios sin luz en el AMBA. Hoy, la situación parece aún más grave, pero el silencio oficial y mediático es ensordecedor.
¿Hasta cuándo seremos rehenes?
EDESUR no solo monopoliza la energía: también secuestra la paciencia, la dignidad y la vida de quienes ya no pueden siquiera bajar las escaleras de sus edificios para buscar un poco de agua o ayuda.
La pregunta es inevitable: ¿hasta cuándo seremos rehenes de corporaciones que cotizan en bolsa mientras apagan nuestras vidas?
Mientras tanto, el gobierno de Jorge Macri ejecuta obras públicas inconsultas que terminan perjudicando al vecino. Como si el único proyecto fuera hacer, romper y volver a hacer: veredas nuevas que son destruidas y reconstruidas sin sentido, como ocurría durante la gestión de Horacio Rodríguez Larreta.
Un mecanismo perverso que no solo dilapida los recursos de los contribuyentes, sino que tampoco parece despertar el interés de los medios de comunicación ni del sistema judicial para ser investigado.
Y pese a todo -pese a la oscuridad, al abandono, al desprecio-, buena parte del electorado sigue votando sistemáticamente al PRO de Mauricio Macri, incluso desde la sombra de sus departamentos sin luz.
Como si el daño fuera invisible.
Como si la resignación ya fuera parte del paisaje.
Una tendencia mundial y un llamado a la reflexión
Este apagón en el corazón de Buenos Aires no es un hecho aislado. Coincide también con cortes masivos de energía que se están registrando en varias partes de Europa, afectando ciudades de España, Portugal y Alemania, entre otros países.
Quizás estos cortes de energía, que nos dejan sin agua, sin wifi, sin celular, nos igualan a aquellos que ya lo perdieron todo y hoy están tirados en las calles, invisibilizados por una sociedad que solo pretende sobrevivir.
Quizás también nos invita a interpelarnos: qué frágil es nuestro poder de conservar un estatus que creemos asegurado. Bastan unos pocos días sin servicios básicos para despojarnos de todo lo que creemos propio.
Tal vez esta es la verdadera tendencia: una población cada vez más despojada, cada vez más frágil, empujada a la intemperie por líderes que solo buscan salvarse a sí mismos, mientras dejan caer -sin remordimientos- a quienes ya están tambaleando.
La respuesta sigue siendo esquiva, como la electricidad.
Pero la pregunta sigue vigente: