Con la suspensión express de las retenciones, se agotó el cupo de USD 7.000 millones
En apenas 48 horas, las principales cerealeras coparon el cupo y se llevaron una ganancia extraordinaria que ronda los 1.500 millones de dólares.
La medida del gobierno de Javier Milei, impulsada por el equipo del ministro de Economía, Luis Caputo, para acelerar la llegada de dólares frescos tras jornadas históricas de liquidación, tuvo un efecto inesperado: un costo fiscal millonario.
El Gobierno había dispuesto que, hasta el 31 de octubre o hasta alcanzar un tope de USD 7.000 millones, los productores podrían exportar soja, maíz, trigo y otros granos sin pagar derechos de exportación.
La intención era que el campo liquidara rápidamente y se inyectaran dólares en un momento de fuerte presión sobre las reservas del Banco Central.
Ni el Estado ni los productores percibieron un centavo de esa diferencia, que quedó íntegramente en manos de un puñado de empresas.
Las cerealeras que se beneficiaron
Los grandes beneficiarios del decreto fueron las principales multinacionales y exportadoras de granos que dominan el comercio mundial.
Bunge, hoy parte de un grupo de agronegocios con sede en St. Louis, Estados Unidos, lideró con volúmenes que duplicaron a sus competidores.
Louis Dreyfus Company (LDC), la histórica firma francesa de la familia Louis-Dreyfus
La china COFCO, que aseguró posiciones estratégicas en soja y maíz.
Cargill, propiedad mayoritaria de la familia estadounidense Cargill-MacMillan
ADM (Archer Daniels Midland), otra de las grandes multinacionales estadounidenses
La argentina Aceitera General Deheza (AGD), de la familia Urquía
La Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA)
En conjunto, estas empresas concentran más del 70% del comercio agroexportador del país y fueron las primeras en anotarse para asegurarse las condiciones más favorables.
Para los analistas, la rapidez con la que declararon sus operaciones fue como una "carrera contra el tiempo": registraron exportaciones sin siquiera tener los granos en su poder, confiando en comprarlos después a precios que incluían las retenciones.
Mientras ellos se aseguraban millones en ganancias, los productores, que pusieron la soja y el maíz sobre la mesa, quedaron al margen, y el Estado resignó recursos que podrían haber ingresado al Tesoro.
El decreto, presentado como un impulso para oxigenar al Banco Central con dólares frescos, terminó trasladando recursos millonarios a un puñado de multinacionales, dejando en evidencia quiénes realmente se beneficiaron de la medida.
El campo la vio pasar
"Fue un acuerdo en una mesa con 10 personas. Si haces la cuenta se ganaron 2.000 millones de dólares en tres días. El Gobierno buscó esto", dijeron las entidades que integra la Mesa de Enlace.
"Federación Agraria dijo que el grano estaba en manos de los exportadores. Más vale que uno se siente usado porque mientras hablaban con nosotros, sectores del gobierno ya habían arreglado toda la cuenta con los exportadores. Imagínate que en tres días hayan cubierto ese cupo es porque ya estaba hablado de antemano y estaba todo en poder de terceros. Es decir, el campo la vio pasar", señalaron desde Federación Agraria Argentina.
A pesar del alineamiento de Nicolás Pino con Milei, el enojo llega hasta algunas sedes del interior de la Sociedad Rural.
Desde la seccional Rosario sacaron un duro comunicado en el que denunciaron que el negocio quedó "en manos de un grupo reducido de grandes exportadores" y la mayoría de los productores "quedó al margen".
"En lugar de ser un 'guiño al campo', la medida generó desequilibrios, exclusión y malestar en quienes sostienen la producción", denunciaron desde Rosario.
Entre los productores la sensación es que las cerealeras liquidaron sin retención los granos que le habían comprado a los productores descontándole las retenciones. O peor, las exportadoras declararon ventas de granos que no tienen y que comprarán más adelante a los productores descontándoles también las retenciones.