Día Mundial de la Audición: Escuchar

Durante el programa Muchas Gracias, Ariel Robert reflexionó sobre este tema: El motivo por el que la Organización Mundial de la Salud elige al 3 de marzo como el día de la audición bordea lo ridículo. Así mismo, vale que se haya establecido, al menos para quien quiera oír. La capacidad auditiva es una de las menos… Continúa leyendo Día Mundial de la Audición: Escuchar

Durante el programa Muchas Gracias, Ariel Robert reflexionó sobre este tema:

El motivo por el que la Organización Mundial de la Salud elige al 3 de marzo como el día de la audición bordea lo ridículo. Así mismo, vale que se haya establecido, al menos para quien quiera oír.

La capacidad auditiva es una de las menos celebradas, probablemente porque descartamos que todas y todos podemos oír.

Cuando pretendemos que se consideren nuestras mociones, y requerimos del prójimo máxima concentración acudimos al imperativo: ESCUCHAME, que a veces suena como el prólogo de una amenaza. Pero escuchar, que es uno de los sentidos que opera de manera involuntaria, es vital para poder aprender, entender, comunicarnos.

Es imperioso que quienes tenemos el sentido auditivo en condiciones, prestemos atención verdadera y profunda a la problemática que ofrece el no poder escuchar, que suele ser sinónimo de severa dificultad cognitiva. Entre los parlantes y los que padecen hipoacusia se eleva un muro divisorio que resulta infranqueable si acaso no somos nosotros quienes lo vamos derribando a fuerza de admisión y comprensión, de aprendizaje y exigencia de que se cumplan las leyes que les da derecho a la educación tal como la necesitan.

Solemos no pensar en esa otra o ese otro que no ha tenido nunca la posibilidad de escuchar cómo vibra la voz dulce de una madre arrumando a su hijo, y jamás ha podido trasladarse mentalmente a los sitios que nos transporta la música. Tampoco concibe a la radio, a nosotros, como medio apto para conocer lo que ocurre.

En nuestra sociedad, de cerebros lectores, la ausencia del sentido auditivo es de una gravedad inconmensurable, y merece la atención que generalmente no le otorgamos.

Aquellos que no escuchan están impedidos de concebir el idioma y la comunicación como lo estamos haciendo nosotros. Hay una codificación que nunca podrán descifrar y esto impone una distancia sideral, no sólo en la comprensión intelectual sino también en la emocional.

Ocurre en muchos lugares, pero específicamente en Mendoza, empequeñecimos lo dramático de un caso que aún no termina de definirse en el plano judicial. Toda una paradoja, lo del Próvolo es una tragedia silenciada, una vergüenza enmudecida, un crimen INVISIBILIZADO.

Oír es una facultad que debemos merituar, escuchar es una obligación que nos debemos imponer.
Las personas sordas no tienen posibilidad de oír nuestras voces, suficiente motivo para que quienes sí tenemos esa capacidad, capacidad de escuchar y de pronunciarnos, hagamos lo posible para entender lo que sus voces no pueden manifestar, y pongamos especial atención en lo que nos transmiten desde sus gestos.

Es verdad, no hay peor sordo que aquél que no sabe o no quiere mirar al prójimo.

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