Serenata para la Mendoza de uno, en el país del nomeacuerdo
El primer día de Junio, se presentó en el Teatro Independencia el espectáculo musical "En el país del Nomeacuerdo" celebración a María Elena Walsh, con la interpretación de Alina Rodríguez Hualpa en bajo y voz; Belén Larroulet en guitarras y bases electrónicas y Marcos Babar: en piano, guitarra criolla y acústica,
Porque me duele si me quedo, pero me muero si me voy
(por Sergio Mastrapasqua)
Una noche rara, poco común como la Walsh. Niños que gritan excitados, a pesar de sus padres, nerviosos para que el "show" empiece. ¡Que empiece!, ¡Que empiece¡ vociferaban. Nosotros, "los adultos educados", aparentemente calmos, acompañábamos en nuestro pensamiento y con la debida represión mendocina, la misma consigna.
Las luces se apagan y el silencio se impone. La oscuridad es buen remedio para la excitación. Sin telón abierto "Como la Cigarra", canción cara para mí, comienza a revelar de q viene la cosa. ¿No era este un "espectáculo" para niño. El telónse descorre y la voz melodiosa de pájaro cantor de Alina Rodríguez Hualpa (nuestra Alina, la madre de Gino) y sus excelentes músicos son indudablemente lo que la Walsh seguramente agradeció como homenaje.
En su transcurrir, de equilibrado ritmo escénico, sube al escenario la Walsh dramaturga, feminista, escritora, poetisa. La inquieta militante de causas justas, la curiosa exploradora de un nuevo y complejo lenguaje para niños donde no se los subestima aflautando la voz para hablarles. Un pibe detrás de mí le comentaba a otro bajito, "escuchá, ahora empieza la épica". Creer o reventar. Eso dijo.
El show -palabra boluda si las hay- comenzó a inquietarme. Mi yo adulto comprendía el mensaje militante pero no de panfleto que la Walsh y Alina, ya a esa altura hermanadas, nos regalaban. Mi niño, ya sentado desfachatado en mi falda, aplaudía eufórico "Twist del Mono liso", "El reino del revés", "La vaca estudiosa", "El show del perro salchicha" y otros que fueron parte de nuestra crianza, la de mis hijas y seguramente lo seguirá siendo de generaciones futuras. Así sucede con estos monstruos de la Cultura cuando calan en el Pueblo para volverse Eternos.
En "Serenata para la Tierra...", abracé fuerte a mi niño para que no partiera, y le dije que así era y fue, le dije que " me duele si me quedo, pero me muero si me voy" y pensé en nuestra Patria hoy, en manos de gente que no la quiere. Pensé en la cantidad de jóvenes que hoy viven esa lacerante disyuntiva de tener que irse y sufrir el destierro.
La Ali, por su formación histriónica, su maravillosa voz y el arreglo magnífico y respetuoso de cada canción de María Elena, nos hizo vivir nuestros años combativos y de rebeldía en un país que supo ser rebelde. Lo hizo con sus gestos, con sus ojos, con sus manos que fueron gaviota o puño levantado en una manifestación cualquiera.
¿Definir en pocas palabras la noche de anoche?
Valiente, esencialmente Valiente. Pero también disruptiva, alegre, oxigenante, militante, generosa. Un mensaje de esperanza dicho mirando a los ojos a un público nada fácil que esperaba más neutralidad. Como todo mendocino "de bien". La Hualpa no lo permitió. Hizo gala de una sonrisa permanente, pero Diciendo.
Diciendo entre otras cosas, que no hay nada más peligroso y rebelde que el Arte cuando se hace Pueblo.
Todo esto le decía yo a mi niño cuando de la mano y plenos y agradecidos, cruzamos la Plaza Independencia aún con la Walsh y Alina en nuestros oídos y corazones.