TRISTEZA

La Vieja que cuidaba al Flaco

Murió Aníbal Barrios, "La Vieja", el alma silenciosa detrás de Luis Alberto Spinetta. Un domingo se fue la sombra que afinaba la luz. El mundo del rock lo despidió con respeto.

Adrián Characán
Adrián Characán

El domingo 28 de abril de 2024, a los 70 años, falleció Aníbal "La Vieja" Barrios. Muchos lo conocían como "el plomo de Spinetta". Los que sabían más, lo llamaban simplemente "el que estaba siempre". Porque eso era: un tipo que, sin hacer ruido, sostenía el universo de uno de los artistas más luminosos de nuestra historia.

Estuvo al lado del Flaco más de treinta años. Tres décadas cargando guitarras, sí, pero también historias, silencios, mates galácticos y canciones que nacían en los camarines antes de volar al escenario. Lo acompañó en Invisible, Jade, Spinetta y Los Socios del Desierto y en la soledad de su casa cuando el mundo afuera no era amable.

El primer mate y la última guitarra

"La Vieja" conoció a Spinetta gracias a Toro Martínez, un baterista amigo. Lo llevó a una zapada y ahí estaba el Flaco, flaco de verdad, con una Fender al hombro y preguntas existenciales en la boca. Desde esa noche no se soltaron más.

Dicen que Spinetta tenía ritos, como cualquier alquimista. Uno de ellos era el mate antes de los ensayos. Pero no cualquier mate. Tenía que ser "el galáctico", como lo bautizaron. Agua justa, yerba exacta, temperatura medida. Solo Barrios lo preparaba como debía. Nadie más.

Una vez, antes de un show en Obras, Spinetta estaba raro, como si algo lo inquietara. La Vieja se acercó, le tocó el hombro y le dijo: "Flaquito, ya está la nave lista". Así llamaba a la pedalera. El Flaco sonrió. Salió y dio uno de los recitales más intensos de su carrera.

Un nombre en los créditos, una voz en el disco

El Flaco no era de repartir agradecimientos al azar. Pero con Barrios, tuvo gestos raros en él. En Kamikaze (1982), lo incluyó en los créditos. Y en Pelusón of Milk (1991), su voz abre "Pies de atril" con una palabra extraña: "Hirohito". Era un chiste interno, sin explicación, como los mejores vínculos.

Y cuando el cáncer se llevó al Flaco en 2012, Barrios no se fue. Ayudó a terminar Los Amigo, el disco póstumo que Luis había empezado con Rodolfo García y Daniel Ferrón. Era una promesa que se tenía que cumplir. Y La Vieja, fiel hasta el final, la cumplió.

Aníbal "La Vieja" Barrios: muchos lo conocían como "el plomo de Spinetta".

Aníbal "La Vieja" Barrios: muchos lo conocían como "el plomo de Spinetta".

El último aplauso

Lo despidieron con respeto. Algunos músicos lloraron en silencio. Otros recordaron alguna charla, algún mate, alguna frase. "Nos vemos del otro lado, Vieja", escribió uno. Como si supieran que hay un backstage en el más allá donde ya se está afinando otra guitarra.

Porque a veces, para que el arte brille, alguien tiene que estar en la sombra. Cuidando los cables, los detalles, las almas. Así fue Barrios. El que estaba siempre.

Y ahora, aunque no esté, sigue estando.

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