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Edelmiro no llega a pagar el alquiler

Edelmiro Molinari, una leyenda viva del rock argentino, pide ayuda en redes sociales para no quedar en la calle con su familia. No es un meme. No es un chiste.

Adrián Characán
Adrián Characán

Es mayo del 2025Edelmiro Molinari, una leyenda viva del rock argentino, pide ayuda en redes sociales para no quedar en la calle con su familia. No es un meme. No es un chiste. Es el sonido áspero de un país que desafina.

Edelmiro no llega a pagar el alquiler

Edelmiro Molinari, una vida dedicada al rock

Edelmiro fue parte de Almendra, de Color Humano, de la génesis de una cultura nacional que alguna vez supo ser símbolo de resistencia, de belleza y de identidad. Hoy, sin casa, sin ayuda, sin respuesta. Una guitarra colgada en la pared mientras el presente se cae a pedazos.

Edelmiro no llega a pagar el alquiler

No es el único. Lo dijo hace tiempo José Larralde, sin pedir favores, sin victimizarse: "Me cuesta llegar a fin de mes, pero no quiero nada que no me corresponda". Y eso fue hace años.

Hoy, probablemente, ni siquiera lo que "corresponde" alcanza.

Edelmiro no llega a pagar el alquiler

El gobierno extranjerizante de Javier Milei, con su consigna obsesiva de "achicar el Estado", está agrandando el abandono. Donde antes había políticas públicas, hoy hay planillas de Excel. Y en esas planillas no entran ni los músicos, ni los jubilados, ni los trabajadores despedidos de YPF, ni los científicos, ni los deportistas, ni las infancias.

Y como en los años noventa, vuelven a aterrizar en nuestro país grandes artistas del extranjero, cuyas entradas oscilan entre los 50.000, 80.000, 150.000 pesos, en una realidad donde un jubilado cobra menos de eso y un docente apenas sobrevive. El show debe continuar... pero para pocos.

Mientras tanto, nuestra cultura, exquisita, profunda, proveniente del crisol de razas, va quedando sin micrófono. Un país que supo mezclar el tango con la milonga, lo popular con lo académico, el bombo legüero con la guitarra eléctrica. Y en ese cóctel irrepetible, Edelmiro fue uno de los primeros en traducir el alma nacional en rock. No copiar: crear.

Hoy lo vemos rogando por no quedarse en la calle. Una vergüenza que no se mide en dólares ni en inflación, sino en dignidad.

Porque la cultura no es un gasto. La cultura es memoria. Y cuando la memoria se queda sin techo, lo que tambalea no es solo el presente. Es el alma de un pueblo.

Hoy le toca a Edelmiro. Mañana puede ser cualquiera.

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