ENORME PÉRDIDA

Antonio Gasalla: El genio que desnudó el alma argentina

Antonio Gasalla no era solo un actor, un humorista, un guionista o un comediante. Era un antropólogo de la risa, un cirujano de la ironía, un testigo mordaz de la argentinidad.

Antonio Gasalla no era solo un actor, un humorista, un guionista o un comediante. Era un antropólogo de la risa, un cirujano de la ironía, un testigo mordaz de la argentinidad. Su muerte, ocurrida el 18 de marzo de 2025 a los 84 años, deja un vacío que ninguna sátira podrá llenar con la misma precisión quirúrgica con la que él desnudó las miserias y contradicciones de este país.

Nacido en 1941, Gasalla se construyó en los escenarios del café concert, el stand-up avant la lettre de los años setenta, donde junto a su inseparable Jorge Porcel y luego con Carlos Perciavalle, moldeó un humor corrosivo, elegante y de una inteligencia brutal. No necesitaba groserías ni golpes bajos: su arma era la observación despiadada de la realidad.

El poder y el Estado: la risa como espejo deformante

Gasalla entendió como pocos el modo en que el poder se filtra en los gestos cotidianos. Creó un desfile de personajes que hoy siguen vigentes porque no retrataban una época, sino una esencia. La empleada pública, con su cara de fastidio, su léxico burocrático y su desprecio por el ciudadano que osaba interrumpir su rutina de mate y chismes, es quizás su legado más icónico en la crítica social. La genialidad de ese personaje no radicaba en la exageración, sino en su fidelidad absoluta a la realidad. La risa que provocaba venía con un dejo de angustia: todos hemos estado frente a ese mostrador, esperando un trámite, sintiéndonos culpables por haber nacido.

Gasalla no se reía solo del Estado como entidad abstracta; se reía del poder en todas sus formas, de su inercia, de su absurdo. Y lo hacía con una destreza que ni el más lúcido de los sociólogos podía igualar.

"Esperando la carroza" y la inmortalidad del grotesco

Si hubiera que elegir un solo hito de su carrera, ese sería "Esperando la carroza" (1985), la película que lo convirtió en ícono del grotesco rioplatense. Su Mamá Cora, anciana desmemoriada, símbolo de la decadencia familiar, es hoy una referencia obligada en la cultura popular. Gasalla no solo interpretó el personaje: lo habitó, lo dotó de una verosimilitud espeluznante. No era un hombre disfrazado de mujer: era una abuela de verdad, con sus achaques, sus olvidos, su ironía despiadada y su desamparo.

La película, dirigida por Alejandro Doria, se convirtió en un fenómeno con el tiempo. La gente sigue repitiendo sus frases, como si fueran parte del folclore nacional: "¡Tres empanadas!", "Yo hago puchero, ella hace puchero...", "¿Dónde está mi amiga?" Cada escena es un espejo de la familia argentina, con sus hipocresías, sus peleas por la herencia, su mezquindad y su amor inconfesable.

El Café Concert y la revista: el laboratorio de la genialidad

Antes de la televisión, antes del cine, Gasalla fue un maestro del café concert. Con Jorge Perciavalle, en aquellos años setenta de plomo y censura, supo desafiar los límites del humor con inteligencia y audacia. En una época en la que un chiste podía costar la cárcel, él lograba decirlo todo sin que los censores pudieran señalarlo. Fue un equilibrista del absurdo, un prestidigitador de las palabras.

Su desembarco en la revista le permitió llegar a un público masivo sin perder su filo crítico. En los años 90, con su programa "El mundo de Antonio Gasalla" acompañado de "Funky" de Charly García, creó personajes como Soledad Solari, la jubilada que encarnaba la desesperación de una Argentina que empezaba a colapsar económicamente. Sus sketches con Susana Giménez en los 2000 fueron un fenómeno de rating, aunque con una veta más liviana, pero igual de efectiva.

El legado de un genio

Gasalla fue muchas cosas: un actor descomunal, un observador implacable, un arquitecto de personajes que trascendieron su época. Con él se va una forma de hacer humor que ya casi no existe: la que hacía pensar, la que te hacía reír mientras una parte de vos se removía incómoda en la butaca.

Su salud había venido deteriorándose en los últimos años. Desde 2020, padecía demencia senil progresiva, lo que lo alejó de los escenarios y de la vida pública. A principios de marzo de 2025, fue internado por una neumonía severa, de la cual no pudo recuperarse plenamente. Su fallecimiento se produjo hoy 18 de marzo de 2025, a causa de complicaciones derivadas de esta enfermedad.

Murió Antonio Gasalla, pero su risa sigue viva. Como Mamá Cora, nunca nos dejará del todo.

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