ADVERTENCIA SOBRE REDES SOCIALES

Las redes sociales atrofian al cerebro y modifican las relaciones humanas

Recomiendan reducir la permanencia en redes sociales. Expertos en neurociencias y pedagogía han utilizado un término que enciende las alarmas: podredumbre del cerebro. Detalles

Las redes sociales están deteriorando la capacidad cognitiva y los científicos aseveran que producen podredumbre en el cerebro

Estudios y publicaciones recientes escandalizan al ámbito académico por la contundencia con la que califican al consumo actual de pseudo información a través de redes sociales y los mecanismos que las mega empresas tecnológicas utilizan para cautivar y mantener frente a pantallas, la atención de personas de todas las edades, géneros, etnias, clases sociales, creencias, religiones y -un dato significativo- cómo afecta también a estudiantes avanzados y a profesionales con gran instrucción.

Responsabilidad, irresponsabilidad, inocencia e ignorancia

Despierta sorpresas y no menos desconfianza que dos importantes universidades de renombre como Oxford y Cambridge, además de muchas otras instituciones académicas de Europa y Estados Unido, hayan revelado informes, en simultáneo, advirtiendo la detección de alarmantes índices de deterioro en las capacidades cognitivas de los usuarios intensivos de redes sociales, y según informes locales, en Argentina, en las zonas urbanas y suburbanas, la penetración de redes sociales supera estándares internacionales

Coinciden en que el consumo continuo y superficial de información en plataformas que privilegian la inmediatez y la fragmentación está alterando la estructura cerebral, y con ello, nuestras facultades para reflexionar, memorizar y conectar conceptos. La "podredumbre cerebral" es el término utilizado por científicos para describir el daño irreversible que estos hábitos están generando, lo que plantea una grave amenaza tanto para la salud individual como para la sociedad en su conjunto.

El cerebro y la velocidad de la información: la era de la distracción

La masificación del uso de redes sociales, especialmente aquellas centradas en el consumo rápido de contenido visual, como Instagram, TikTok , los short de You Tube X (ex Twitter), ha creado un escenario en el que el cerebro humano se ve sometido a un bombardeo constante de estímulos. Este modelo de interacción rápida ha modificado la forma en que nos relacionamos con la información. En lugar de procesar los datos de manera profunda, como lo hacíamos en la era pre-digital, ahora estamos entrenados para captar fragmentos fugaces de información que se evaporan tan rápidamente como llegan.

Los estudios revelados estos días, desde las universidades Oxford y de Cambridge documentan cambios sustanciales en la manera en que se organizan y procesan los recuerdos en los cerebros de los jóvenes. La sinapsis, las conexiones neuronales que permiten el aprendizaje y la memorización, se ven gravemente alteradas por la constante exposición a estímulos de corta duración. Este fenómeno ha sido calificado por algunos investigadores como una "atrofia cognitiva" provocada por la sobrecarga de información.

Según un informe de la Universidad de Cambridge, las personas que pasan más de 3 horas al día consumiendo contenido en redes sociales muestran un marcado descenso en su capacidad de concentración y en su habilidad para recordar detalles específicos de eventos pasados. La incidencia en accidentes domésticos vinculados al uso de redes sociales de manera permanente es notorio. Este fenómeno se debe a la sobrecarga de estímulos, que impide que el cerebro se enfoque en tareas que requieren de concentración sostenida. Al respecto, los números en Argentina, son peor que preocupantes. Los promedios de uso superan las 3 horas 44 minutos diarios.

De la reflexión a la reacción: la pérdida de la capacidad crítica

El rápido consumo de información no solo afecta la memoria, sino también la capacidad crítica. Al privilegiar las imágenes, los videos y las frases breves, las redes sociales han sustituido la reflexión profunda por la inmediatez de la reacción. Este cambio ha sido observado en diversas investigaciones académicas, que han señalado una disminución en la capacidad de los usuarios para relacionar ideas, cuestionar la información recibida o pensar más allá de lo inmediato. Hay quienes afirman que el incremento de la violencia social viene de la mano del uso de redes sociales

Pensémoslo

Byung Chul Han, el filósofo coreano formado en Alemania, es uno de los referentes más influyente en pensadores contemporáneos. Popularizó varios conceptos y fue pionero en divulgar las modificaciones que produce la relación entre las tecnologías digitales y el desgaste de la subjetividad humana. En su libro La sociedad del cansancio, Byun Chul Han describe cómo el exceso de información, y la exigencia constante de estar "conectados", produce un desgaste mental que imposibilita la reflexión profunda. Según él, la sobreabundancia de estímulos a los que nos enfrentamos todos los días contribuye al agotamiento de nuestra capacidad de pensar, y más aún, de criticar.

La autoexplotación

Para Byun Chul Han, el individuo contemporáneo es un "sujeto activo" que busca siempre estar informado, pero a costa de una conexión más superficial con la realidad. Las redes sociales han promovido una suerte de "autoexplotación cognitiva" en la que las personas se sienten obligadas a consumir, producir y reaccionar rápidamente, eliminando cualquier espacio para la contemplación. Y a la vez, subvierte el proceso que se señala desde el materialismo histórico: ya no es necesaria la figura de un "patrón coercitivo", hoy la exigencia de producir/consumir es de cada uno para sí mismo

La "podredumbre cerebral": diagnóstico de los especialistas

El término "podredumbre cerebral" no es una metáfora, sino una descripción literal de los efectos que tiene el uso excesivo de las redes sociales en el cerebro, según un reciente estudio llevado a cabo en la Universidad de Oxford. En este estudio, se observó que la constante exposición a contenido rápido y superficial reduce la actividad en áreas del cerebro encargadas de la memoria de trabajo, la toma de decisiones y la capacidad de razonamiento lógico.

La neurociencia ha demostrado que el cerebro humano, al igual que cualquier otro órgano, necesita descanso y tiempo para procesar la información de manera efectiva. Las redes sociales, sin embargo, generan una constante estimulación, lo que lleva al cerebro a un estado de estrés crónico. Este estrés impide que se produzcan nuevas conexiones neuronales, afectando las funciones cognitivas esenciales, como la atención, el aprendizaje y la toma de decisiones.

La psiquiatra argentina Silvia González, especializada en neurociencias, sostiene que la sobrecarga de información puede producir efectos a largo plazo en el cerebro, similares a los observados en personas que padecen trastornos de atención o déficit cognitivo. Según González, la incapacidad para concentrarse en una tarea o tema durante más de unos pocos minutos es una de las señales más claras de que el cerebro está siendo afectado por este entorno digital de fragmentación constante.

Los estudios también han señalado que la falta de reflexión profunda y el constante cambio de foco entre temas contradictorios contribuye a una reducción en la capacidad de tomar decisiones coherentes y sostenibles en el tiempo. La velocidad de la información, lejos de enriquecer nuestras capacidades intelectuales, termina por disociarlas y fragmentarlas.

¿Qué podemos hacer? Recomendaciones médicas y neurocientíficas

Ante este panorama, los expertos en neurociencia y psiquiatría advierten sobre la necesidad de repensar nuestra relación con las redes sociales. Los neurólogos, como el Dr. Miguel Benasayag, destacan la importancia de desconectar regularmente de la tecnología para permitir que el cerebro se recupere de la sobrecarga informativa. Para Benasayag, uno de los grandes problemas del uso intensivo de redes sociales es que destruye la capacidad de hacer conexiones duraderas entre los recuerdos. Esto genera una desconexión entre el "aquí y el ahora" y el "recuerdo profundo", dificultando el proceso de aprendizaje significativo. 

Desde un enfoque cognitivo, se recomienda limitar el tiempo que pasamos en plataformas que estimulan el consumo rápido y la atención dispersa. El uso de herramientas como bloqueadores de redes sociales o técnicas como la "meditación digital", que consiste en establecer períodos de desconexión consciente, se han convertido en estrategias eficaces para reducir el impacto negativo.

Los psicólogos y psiquiatras también sugieren un enfoque más equilibrado respecto al consumo de tecnología. Promueven el regreso a hábitos más saludables, como la lectura de libros, la escritura reflexiva y la conversación profunda. Estos métodos, además de ser una vía para reconectar con nuestra capacidad crítica, permiten al cerebro ejercitar sus funciones cognitivas de manera más eficiente.

Expertos señalan que, para las nuevas generaciones, que han nacido en este mundo digitalizado, es crucial incorporar el aprendizaje de la gestión de la atención. Para esto, se proponen prácticas en las que se fomente la concentración sostenida, como el estudio profundo y la resolución de problemas complejos sin interrupciones tecnológicas.

Nociones y alteraciones

Jamás ha existido una invención de carácter tecnológica que haya pasado a desuso por recomendaciones médicas, científicas ni siquiera espirituales. La tentación por limitar de modo drástico el uso de redes sociales mediante mecanismos impuestos,  está desechada hasta en las sociedades más conservadoras y en regímenes menos liberales. Sí, en cambio, hay que regular- como ya se hizo en Europa- qué contenidos no debe transitar por las redes sociales (pornografía, comercialización de artículos y substancias nocivas, etc.) y legislar para que no se incrementen las lesiones que puede provocar el uso intensivo de redes sociales, con otro tipo de estímulos, como es el tema de "apuestas on line", algo que viene generando trastornos de todo tipo en Argentina, debido al libre acceso que tienen todas y todos, incluidos menores de edad. 

La advertencia es clara y urgente: las redes sociales, lejos de ser una simple distracción, están transformando de manera irreversible la arquitectura de nuestro cerebro. La disminución en nuestra capacidad de reflexionar, memorizar y conectar ideas plantea serios interrogantes sobre las consecuencias que este deterioro cognitivo tendrá para el futuro de la sociedad. Desde las universidades más prestigiosas del mundo hasta los más destacados pensadores contemporáneos, el diagnóstico es el mismo: el uso intensivo de estas plataformas digitales está debilitando nuestra capacidad de pensar críticamente, lo que podría tener efectos devastadores tanto a nivel individual como colectivo. 

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