DIA DEL PERIODISTA

¿Periodista? Periodistas somos todos (todas y todes)

Como cada 7 de junio, se conmemora el Día del Periodista en Argentina. Y si existe una pretensión de género común es la de hacer "periodismo de anticipación", algo tan infrecuente como necesario.

Día del Periodista. Practicar el mejor oficio del Mundo, una moda que no pasa

La tendencia a la solemnidad nos empuja a referir conceptos elevados sobre el Día del Periodista, pero es acaso un recurso por no aceptar que hoy, periodistas somos todos.

Desde la aparición de internet -ese Aleph sin elegancia- y con la proliferación de las redes sociales, no hay quien se prive de ejercer este, el mejor oficio del Mundo, a decir de Gabriel García Márquez, exagerada auto alabanza proferida en tiempos de puros aplausos y elogios literarios.

Quiérase o no

Intencional o involuntariamente, todos andan diciendo cuestiones que supuestamente le son de interés para otro. La centralidad que tuvo la profesión periodística hasta 1990, se disolvió entre la inoperancia y la mediocridad. Y no se salva de esos calificativos ni quien se atreve a denunciarlos. Es así.

Sustantivos era los de antes

De unos años a esta parte, al sustantivo "periodista" se le adosó un adjetivo. En principio fue para distinguir el género al cual le dedicaba su pluma y su palabra. Los hubo policiales, deportivos, políticos, científicos, de espectáculos. Y luego aparecieron los calificativos: pancista, mercenario, militante, ensobrado. Es notorio que ese apellido que se le agrega a "periodista" no es precisamente adulador. La explicación cabal para que esa calificación sea de carácter peyorativa es que la denominación no se las otorga el público sino, los propios colegas.

El Día D

Son escasos los días conmemorativos que no evoquen la muerte de alguien. El día del Periodista goza de ese privilegio. Tampoco es por homenajear el natalicio de una persona, sino por la aparición de un "producto" del periodismo. Buena elección. El 7 de junio, en 1810, apareció el primer número de La Gazeta de Buenos Aires. Autor e intérprete: Mariano Moreno.

Neutral, distante, objetivo.

Leer los textos de ese primer ejemplar nos pone en situación. Imposible imaginar a Moreno instando a que cada uno elija lo que le parezca mejor. El ascetismo que la academia señala como punto de partida para el buen periodismo, no figura. Lo directo y arengador de aquél diario podría servir de brújula para quienes se escandalizan cuando alguien toma decidida posición desde el periodismo.

En el medio

Resulta imposible despojarse de las creencias, preferencias, inclinaciones, emociones. Motivo suficiente para definir ante el prójimo desde qué ventana se mira el amanecer y cual abre para narrar el ocaso. La honestidad no es análoga a la lejanía de la cosa. La honestidad es no disfrazarse de impoluto cuando hay que trabajar en el barro. Ser equidistante y separar a los contrincantes es tarea del árbitro, el periodismo es otra cosa.

La libertad de expresión y sus consecuencias

La actualidad tecnológica, que facilita a cada ciudadana y a cada ciudadano la posibilidad de expresar sus pensamientos y opiniones, y hacerlos circular, garantiza la libertad de expresarse y a la vez, conculca otros derechos. No es un arma de doble filo, como suele decirse, es un doble filo sin arma, porque es imposible evitar su utilización, más allá del propósito que persiga.

Heridos por la libertad

En ocasiones se vulnera el derecho a la intimidad, y en otros, bastante más nocivo, la libertad de expresión permite imputaciones falaces, que dañan la reputación de otro u otra, y -peor aún- esa libertad usada con negligencia o maldad, provoca lesiones que pueden ser fatales. En definitiva, la libertad como cualquier herramienta eficaz, tiene la capacidad de construir tanto como la de demoler, y la dificultad de su administración reside en que, para bien y para mal, es indispensable e inevitable.

Los púlpitos al ras del suelo

Con la intromisión de toda la sociedad en los medios de comunicación individuales -de eso se tratan las redes sociales- el periodismo debe esmerarse para recuperar su rol de ordenador y facilitador. Necesariamente debe recuperar su jerarquía, para lo cual hay que trabajar arduo. Correrse del podio, formarse y convidar conocimiento, no desde la inventada altura de un púlpito al que no pertenece, desde el llano y desde el lugar de los acontecimientos.

La manija es cosa de los públicos.

La función periodística es como una bisagra. Une y a la vez permite que la separación no sea catastrófica. Que se pueda abrir y cerrar sin que cada movimiento implique una amenaza de aplastar al incauto. El marco es la sociedad, la puerta: las instituciones y los que desempeñan el poder. Articular la relación entre ambos, sin reclamar protagonismo en la escena. De eso se trata. La contención, en ocasiones, y dejar escapar, en otras, lo marcarán las circunstancias, el viento y las decisiones. Desde el periodismo, habrá que narrar con precisión, quien entra, quien sale, quien ingresa, quien se escapa, cómo y a qué velocidad.

Festejos postergados

Este 2024 resultará difícil celebrar con alegría el 7 de junio. La clausura de Télam, la inacción periodística de Canal 7 Argentina (TV Pública), en Mendoza el cierre del Canal Acequia, la reducción de Los Andes, el achique de las Emisoras de Radio Nacional y el reemplazo de espacios periodísticos por emisoras meramente musicales o señales religiosas, conspiran con el ánimo festivo.

Rezo por Vos

Y otra cuenta en el collar de malas nuevas para el Día del Periodista: la denuncia que el mismísimo Ministro de Justicia de la Nación acciona contra dos periodistas. Nancy Pazos y Darío Villarruel. La imputación: instigar a cometer delito. Artículo 209 del Código Penal. La preocupación más cara no es por defensa corporativa, tampoco porque el periodismo merezca inmunidad, el temor es por la enorme distracción del ministro. Es una conjetura. Mariano Cúneo Libarona no escuchó a su jefe, el presidente Milei, cuando en Bariloche definió como héroes a los evasores y lavadores de activos. De haberlo escuchado, los ´próximos años, el entusiasta insultador de pose histriónica y cabellos revueltos, debería llevar el sillón de Rivadavia hasta el penal de Olmos. 

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