A 71 años de secretos y olvidos de la tragedia de Los Andes | Episodio #02
A partir del rescate de negativos inéditos que se conservaron durante más de seis décadas en los Archivos de la Dirección de Prensa de Gobernación de Mendoza, y que actualmente atesora y cataloga el Archivo General de Mendoza, a cargo de la técnica especialista Alicia Guevara, Diario PORTADA, pudo comenzar a reconstruir parte de nuestra triste historia, conocida como "La tragedia de Los Andes" | Episodio #02
DOCUMENTO EXCLUSIVO | EPISODIO #02
Morir congelado, en medio de la nada
La tropa se redujo a sólo siete militares y permaneció todas las horas de angustia extrema, callados, esperando lo peor.
Pasaron los días sin comida, y sin nada que quemar para lograr ese calor, hasta que el cabo primero enfermero Pedro Silva (era quien estaba en mejores condiciones físicas) se encomendó a Dios, abrigó con algunas ropas de sus compañeros fallecidos y salió en búsqueda de la última ayuda. Siguiendo el arroyo Potrero del Zorro, y habiendo caminado entre la nieve y agua helada por más de 20 horas, llegó a las cercanías del refugio Cruz de Piedra, donde la patrulla de rescate estaba, y como en una película cayó por la emoción, y la falta de fuerzas antes de que lo vieran. sabía que no sobreviviría muchos minutos así, y apeló al silbato con el último aliento, hasta que logró ser escuchado por los grupos. Es él quien da la ubicación de los sobrevivientes, y es trasladado a la enfermería.
El temporal de viento blanco continuaba y después de cinco horas los rescatistas del Cuerpo de Esquiadores lograron visualizar una pequeña luz que venía en dirección desde el interior de una montaña de nieve. Un débil Torres, que apenas movía sus manos, logró con su espejo reflejar el sol a los rescatistas, y mostrar el lugar exacto, el milagro había acontecido... El regreso fue doloroso, lento y con muchos inconvenientes pudo durante todo el trayecto. Fueron tantas las penurias, se demoraron tanto en soportar el castigo del clima que abajo, en el refugio Alvarado se presumía que todos estaban muertos.
El Sábado 29 de agosto se publicó la nómina del personal militar fallecido mientras cumplían con ejercicios de montaña, y que el personal sobreviviente, siete en total, fue trasladado e internado en el Hospital Militar de Mendoza.
Fueron parte de esa lista que aún hoy cuesta olvidar: Cabo de ingeniería Mendoza, cabo de comando Mario César Pucci, cabo de infantería Humberto Lezcano, soldado aspirante a oficial de reserva Enrique Feliciani, aspirante a oficial de reserva Héctor Luis Ortega; aspirante a oficial de reserva Francisco Morón, soldado conscripto Roberto Funes, soldado dragoneante José Tufí Cabus, soldado conscripto Ramón Álvarez, soldado dragoneante Alejandro López, soldado dragoneante Juan Coyos, soldado conscripto Feliciano Sosa, soldado conscripto Miguel Angel Arias, soldado conscripto Ramón Ramírez. Meses después aparecieron los cuerpos del Sargento ayudante baqueano Argentino Videla, sargento ayudante de ingeniería Manuel Rodríguez, sargento baqueano Juan Manuel Tovares, soldado aspirante a oficial de reserva Oscar Guber, soldado aspirante a oficial de reserva Julio Moreno, soldado aspirante a oficial de Mario Oscar Chaparro, cabo primero Laureano Bracamonte, soldado aspirante a oficial de reserva Alberto Giménez y soldado aspirante a oficial de reserva Hugo Ituarte.
El último parte del Ministerio del Ejército que publicaron de este caso, fue el lunes 25 de enero de 1953, fue que hallaron congelados muy cerca de la Laguna de Diamante, cinco cadáveres en ese verano que correspondían a los militares: Rodriguez, Paso, Guber, Moreno y Chaparro, y al día siguiente los trasladaron a Mendoza, después el silencio en la sociedad, logró un triste olvido.
Mendoza llora esa tragedia
Los diarios de Buenos Aires y de nuestra provincia La Palabra, La Libertad y Los Andes del jueves 3 de septiembre de ese año, en sus páginas mostraban los momentos del retorno de los militares caídos, que partieron a primera hora desde Campo Los Andes en diez jeeps, cargando los ataúdes que contenían los ataúdes y avanzaban con paso lento pero firme. Un cortejo fúnebre que no solo recorría las calles de la ciudad, sino también los corazones de quienes los veían pasar. A lo largo de la avenida San Martín, y al doblar por Sarmiento, miles de mendocinos se congregaron, arrojando flores como símbolo de dolor y aplaudiendo en un tributo silencioso pero profundo. En esa esquina se sumó un jeep, llevando consigo los restos mortales del cabo primero Laureano Bracamonte.
Finalmente, el cortejo con los mendocinos llegó a su destino, la basílica de San Francisco, donde una multitud expectante aguardaba para rendir el último adiós. La Fuerza Aérea, en un gesto de respeto y honor, surcó los cielos con cuatro aviones, pintando el cielo con el ruido ensordecedor de su homenaje. Tras la emotiva misa, los cuerpos fueron conducidos al Cementerio de la Capital, y algunos depositados en el Panteón Militar, otros fueron trasladados a sus provincias.
Un importante testimonio rescatado fue la Revista Ahora, del 8 de septiembre de 1953, que destacaba en su portada y sus páginas, detalle del rescate del último de los cadáveres del cabo primero Laureano Bracamonte, registrado por el camarógrafo Eduardo Douglas di Fiore, que circunstancialmente estaba filmando un documental en esa geografía de nuestra provincia.El 4 de septiembre el gobernador Evans junto al cuerpo docente y de visitadoras de la Escuela Hogar 17 de octubre, por encargo del presidente de la Nación, el general Juan Domingo Perón, se visitó a los familiares de los fallecidos, en primer término se visitó a la familia del cabo Humberto Secundino Lescano, que vivía en Panquehua, a la familia del aspirante a oficial de reserva Enrique Feliciani en Godoy Cruz y al aspirante a oficial de reserva Héctor Luis Ortega, que residía en Villa Linda. Por la tarde fueron a Rivadavia a la familia del oficial de reserva Francisco Morón. En el registro militar consta que el 4 de septiembre fueron trasladados al Hospital Militar Central de Buenos Aires. Tras permanecer varios días en el Hospital Militar de Mendoza, los seis sobrevivientes: sargento Oscar Navaco, sargento Francisco Torres, cabo primero Horacio Naveda, cabo primero Juan Carlos Gil, cabo Arnaldo Martínez, cabo enfermero Pedro E. Silva, conscripto Hugo Bottona, soldado conscripto Angel Gallo, soldado conscripto Aparicio Villaruel, en tanto que el teniente Heldo Augusto Borzaga dada la gravedad, fue trasladado dos días antes.
En la actualidad ese panteón está vacío y cerrado. Muy pocas reducciones de militares quedan guardadas en la capilla del rosario, nos relata el director del Cementerio, José Curia, mientras nos detalla relatos de esa época.Hoy en la misma alta montaña hay un monolito de roca con grabados en piedra y en una placa de bronce se puede leer los 23 nombres y que destacan la figura de un esquiador, mientras los viajeros y andinistas se aventuran por estas tierras que fueron testigos hace 71 años de la tragedia de Los Andes, que poco se sabe, pero es parte de nuestra historia.
El reencuentro posterior, recuerdos y el último abrazo
Pocas veces se volvieron a juntar los siete sobrevivientes, tal vez porque Borzaga se quedó a vivir en Estados Unidos después de la recuperación, y porque todos fueron retirados del ejército. A inicio del 2001 se juntaron los seis, menos Novaco (que vivía en Estados Unidos), y hasta algunos recorrieron esa geografía andina. Varios siguieron encontrándose y compartiendo reuniones familiares.
El hijo de Francisco Torres, en una entrevista a Portada.com.ar , nos relató emocionado "Mi padre nos contaba siempre como desobedeciendo las órdenes del teniente Borzaga, junto a sus compañeros Navega y Novaco lo cargan al teniente durante 8 horas entre el viento blanco y a temperaturas inferiores a los 20 grados bajo cero, y por eso quedaron sin piernas casi. A mi padre le amputaron tres dedos del pie izquierdo, y estuvo dos años en tratamiento en cama, mientras que a los otros dos militares también tuvieron principio de gangrena, pero jamás dudaron en abandonar a su compañero, que para ese momento ya no sentía sus dos piernas y apenas respiraba.
También atesora algunas fotos de esa época, recortes de diarios, y un pequeño espejo, que lo cargó para afeitarse, como parte de su equipaje permitido, y sin imaginar le sirvió para marcar su ubicación a la patrulla de rescate, que no lograba dar con ellos entre tanta nieve ya que se había desatado nuevamente una tormenta blanca, y así dar con él y sus cinco compañeros, Silva quedó en refugio Alvarado siendo auxiliado, entre todos los cadáveres".
El silencio de la tragedia en los medios rápidamente logró que se olvidara, porque en 1972 un avión con integrantes de un equipo de rugby cayó muy cerca de allí, aunque la sociedad para entonces ya casi había olvidado esos dolorosos recuerdos de 1953.