Hernán Chalo Indiveri, palabras que son acción
Con su nuevo libro, "Camino a Drusbaos", Indiveri sorprende con un ritmo y una poética que nos envuelven y absorben.
Tapar, tapar, tapar, huir, huir, huir, masticar, masticar, masticar, lagañas, mocos, salivas, el vaso roto la copa rota la jeta rota. Tu vientre tu vientre tu vientre, un túnel de luz brillante, una puerta de picaporte brillante, tus ojos dilatados brillantes; mitad verdad, mitad mentira, mitad duda.
Por Alejandro Frías
Hay un ritmo. Caótico, desenfrenado, que a veces se arremolina y en su vórtice pareciera que encontramos la paz, pero de inmediato los aires giran, y entonces volvemos al vértigo que Hernán Chalo Indiveri nos propone en su nuevo libro, "Camino a Drusbaos" (Payana Ediciones), que nos alerta con un subtítulo más que claro: "49 recuerdos casi reales, casi ficticios y casi imbéciles". Como en "El Perro - Conversaciones casi banales, casi vacías y casi idiotas", su primer libro, hay interlocutores que introducen temas y llevan adelante una suerte de trama casi invisible, pero que claramente está ahí.
Historias de terror y de misterio para jóvenesTerruño del viento y cobijo de esperas, un edificio cómplice mirando despreocupado a los amantes que sacan turnos para desearse. Ñatas sufragando los votos callejeros, entre pizzas y vinos tintos.
Y hay una poética que Indiveri va sembrando a lo largo de las páginas y que florece descuidadamente, una por acá, la otra por allá, un jardín anarquista, sin canteros ni límites que contengan una escritura que por momentos parece automática, que por otros va de la mano de una razón muy personal, que no deja lugar para conclusiones definitivas, porque, al fin y al cabo, es literatura, y eso Indiveri ya lo sabe.
El pez me contó que la vida en el río es rutinaria y por eso le gusta salir a tomar algo, siempre solo. Este bar es el mejor lugar que había encontrado, después de recorrer una centena y que era la primera vez que lo atendía un mozo mal agestado.
Y entre la vorágine de las páginas y las palabras que se arremolinan hay una mirada quemante, unos ojos que enjuician y juzgan a una sociedad en picada. Indiveri mira y escribe, escribe y mira, nos mira y es un peligro bípedo que pareciera desplazarse por las salas y las calles nada más que mirando, mirando y construyendo. Todos sus caminos conducen a la hoja en la que volcará, en boca de sus personajes, la sátira en la que se ha convertido el mundo.
... considera que, en la existencia total de la humanidad, tu vida y la mía no duran más de tres estúpidos segundos.
Y ahí, desde una parada de colectivos, los instantes se hacen infinitos y el infinito es un punto en el medio de la nada. Nos divertimos, sí; nos protegemos con frazadas agujereadas, sí; nos deleitamos con literatura para no salir a romper todo, sí; nos sentamos a leer a Indiveri porque su nuevo libro es la manifestación más clara de su crecimiento como escritor, sí. Y bajamos la guardia para que cada página nos noquee.
Festival Montaña: imágenes de una tarde de música, sol y multitudY que desvíen el tránsito y tu colectivo no llegue puede ser la oportunidad de encontrarte con un viejo amigo, y no importa que venga herido, no hay grano de pimienta que no cure si hay un buen abrazo.
Y leer "Camino a Drusbaos" mientras el mundo se cae, y porque el mundo se cae, y porque la fuerza para levantarlo está en las palabras, que también son acción.