Crónicas del Silencio

Aconcagua: la tragedia que pudo haberse evitado

En enero de 2009, Federico Campanini, un joven guía mendocino, fue abandonado a su suerte a más de 6000 metros sobre el nivel del mar. Murió solo, deshidratado, desorientado y sin fuerzas

Adrián Characán

El frío de la montaña no siempre está hecho de nieve. A veces es de silencio. A veces es de indiferencia. En enero de 2009, Federico Campanini, un joven guía mendocino, fue abandonado a su suerte a más de 6000 metros sobre el nivel del mar. Murió solo, deshidratado, desorientado y sin fuerzas, a pocos metros del campamento Nido de Cóndores. Un helicóptero no pudo alcanzarlo, los rescatistas llegaron tarde, lo insultaron, y la cámara de uno de ellos registró la escena que luego estremecería a todo el país.

La vida en altura: comodidades entre la nieve y el silencio

No todo es precariedad en el Parque Aconcagua. En medio del rigor, existen pequeñas burbujas de humanidad.

Campamentos base como Confluencia o Plaza de Mulas ofrecen carpas domo calefaccionadas, colchones inflables, servicio de cocina caliente, duchas, baños químicos, Wi-Fi satelital y puestos médicos permanentes.

Empresas privadas han elevado el estándar: ofrecen packs premium que incluyen comidas gourmet, calefacción, asistencia personalizada y hasta sesiones de recuperación física. Un turista con dinero puede dormir con relativa comodidad a más de 4.000 metros de altura.

Pero la montaña sigue siendo la misma. No distingue entre el que paga por confort y el que sube con lo justo. En el Aconcagua, el clima y la altitud no preguntan cuánto tenés, solo cuánto podés resistir.

Federico Campanini, un nombre que resuena

Federico fue encontrado a los días. Murió solo, pero no fue el único. Su historia representa a todos los que murieron esperando algo: una cuerda, una mano, un helicóptero, un poco de humanidad.

Nunca se investigó en profundidad a los responsables del operativo fallido. Nunca se condenó el insulto, la espera, la desesperación. El video quedó. Y con él, la herida.

La montaña no perdona, pero tampoco miente

Aconcagua no es una trampa. Es una prueba. Una prueba para quienes suben y para quienes deben cuidar a los que suben.

Es posible que siga cobrándose vidas. Es posible que siga atrayendo récords, turistas, sueños.

Pero mientras no haya compromiso real con la seguridad, con el ambiente, con los animales, con los guías y con los sueños de quienes creen que subir una montaña es alcanzar algo más que altura...

...Federico Campanini seguirá muriendo cada temporada.

https://youtu.be/RiAYbdf9Cew?si=vwdMBulVn16jmjuW

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