El voto no castiga, se protege

El resultado de las legislativas confirmó que el voto argentino sigue guiado más por el bolsillo y las identidades que por las denuncias o los escándalos. Milei consolidó su poder, el mercado respiró y la oposición no entendió el mensaje: en la Argentina, todavía votamos contra alguien más que a favor de algo.

El domingo pasado se celebraron las elecciones legislativas de medio término, donde ambas cámaras renovaron bancas y donde quedó marcado en las urnas que una gran parte de la población argentina sigue creyendo en el proyecto de Javier Milei.

¿Cómo ganó "lo anti-sistema" si alguna vez sentimos el bienestar?

Por Martín Tula | martin.tula@portada.com.ar

Muchos analistas políticos -me incluyo- quedamos sorprendidos por el revés que dejó esta elección, sobre todo por los resultados a nivel nacional, provincial y en Córdoba. En la primera, Milei ganó por más de diez puntos; en la provincia de Buenos Aires logró remontar los trece de septiembre y terminó con Diego Santilli dos puntos por encima de Taiana; y en Córdoba se dio la gran sorpresa: el candidato Roca, de La Libertad Avanza, no solo ganó, sino que lo hizo por un amplio margen. Si se suman los votos de Schiaretti y Natalia De la Sota, tampoco lo alcanzan.

Fue un triunfo contundente a nivel país, que le da gobernabilidad sin convertir al Congreso en una escribanía -como ocurrió durante los gobiernos kirchneristas-. Pero además, implica un fuerte respaldo de los mercados y fortalece la relación con el gobierno de Estados Unidos. El propio Donald Trump y Scott Bessent dedicaron posteos celebrando la elección argentina, un gesto inédito que no recuerda precedentes, ni siquiera durante el menemismo. Es, en los hechos, la confirmación de un cogobierno con los norteamericanos. Lo único que me hace ruido es que el último cogobierno que tuvimos -el de Alberto Fernández y Sergio Massa- terminó haciendo volar al país por los aires.

Comparan a una senadora de EE.UU que se opone al salvataje con Evita Perón

No voy a detenerme en los números de la elección -Usted, querido lector, ya los conoce-. Prefiero detenerme en cómo votamos, qué nos moviliza, y cómo la política sigue alejada del día a día de la ciudadanía.

Buena parte de la prensa, de la opinión pública y de algunos candidatos no entendía cómo el votante no tuvo en cuenta los casos Spagnuolo o Espert, por citar ejemplos de corrupción y nexos con el narcotráfico denunciados ante la Justicia. Pero la verdad es que no los tuvo en cuenta, del mismo modo que en 2011 -con un PBI creciendo al 6 %, récord de exportaciones y cepo incluido, los argentinos votaron a Cristina Fernández para su reelección con el 54% teniendo ya las denuncias por corrupción entre la que sobresale Vialidad. O como en 1995, cuando Menem consiguió su segundo mandato con el 49 %, pese al Yomagate y otras causas de corrupción sobre su entorno.

Los alimentos de primera necesidad acumulan una suba de 3% en octubre

Parafraseando al ministro de Economía de Alfonsín, Juan Carlos Pugliese, quien dijo "Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo", podría decirse que hoy muchos opositores al gobierno piensan: "Les hablé de corrupción y me respondieron con el bolsillo".

Esta elección fue eso. La gente sintió temor ante la suba del dólar y percibió que, si no volvía a confiar en este gobierno, el choque contra el iceberg era inevitable. Con el respaldo electoral, Milei logró enderezar el timón, aunque el rumbo aún no está asegurado. Falta el espaldarazo político y que la microeconomía empiece a moverse, porque la misma sociedad que hoy lo apoya mañana puede darle la espalda.

Macri lo vivió en 2017: el país que estaba pintado de amarillo y se encamina a una segundo mandato en menos de 8 meses se dio un golpe que marco el fin de la idea de un segundo gobierno. Hoy ese mismo mapa está pintado de violeta.

La ingratitud: el golpe más bajo a la generosidad

Ayer fue el voto antikirchnerista/peronista el que definió la elección; En Argentina siempre terminamos eligiendo contra alguien: federales vs. unitarios, peronistas vs. antiperonistas. Nunca logramos cerrar esas grietas identitarias que, en vez de unirnos en un proyecto común, nos mantienen atrapados en una eterna disputa por la propiedad moral del país.

El gobierno tiene su última bala de plata. Ya no habrá más segundas oportunidades en las urnas. Necesita marcar una agenda de políticas de Estado, negociar con las provincias y entender que, cuando la economía se estabilice, los argentinos volverán a mirar hacia atrás: para recordar quiénes robaron, quiénes se enriquecieron y quiénes todavía siguen sucios -en este y en otros gobiernos-.

Las urnas creen en Javier Milei, pero debajo de su estructura legislativa todavía habitan los de siempre: los Nene Vera, los Pareja, los Scioli de la vida. Los de la mala vida peronista.

El problema no es lo que el pueblo no sabe, sino lo que cree saber y no es así.

Arturo Jauretche, Manual de zonceras argentinas (1968).

No nos salvó el Tío Sam, nos salvó el Tío BessentEl plan era entrar por la puerta grandePobreza en baja, desigualdad en alza
Esta nota habla de: