El kirchnerismo ante su última oportunidad
El peronismo ya no discute poder sino supervivencia. Con Cristina Kirchner aferrada a un liderazgo agotado y un oficialismo que crece sin rival, el espacio entra en una etapa límite: o se reinventa con nuevas figuras o queda condenado a repetir la caída que alguna vez atravesó el radicalismo.
La política de nuestro país siempre tuvo dos o más actores que compiten, dos fuerzas capaces de polarizar desde el bipartidismo. En la Argentina siempre existieron dos espacios que ejercieron peso electoral, y en la discusión actual eso dejó de ocurrir.
Por Martin Tula | martin.tula@portada.com.ar
Estamos en una época donde el oficialismo -La Libertad Avanza- no tiene una oposición real. El peronismo o kirchnerismo, como quieran llamarlo, da igual, está agonizando.
Le sucede lo mismo que al radicalismo después del 2001 y la Alianza con el Frepaso: un fracaso que terminó por dinamitar al partido como espacio político. Muchos de sus referentes, como consecuencia, dejaron la actividad o saltaron a nuevos barcos, como los conversos Moreau o Leandro Santoro, que corrieron a los brazos de Néstor Kirchner.
Las universidades rechazan el aumento previsto para el 2026 y reclaman que se aplique la leyHoy el espacio que lidera Cristina Kirchner sufre lo mismo que sufrió el radicalismo cuando la palabra de Raúl Alfonsín dejó de tener peso interno. Su opinión ya no tenía respaldo, se lo cuestionaba y muchos dirigentes amagaban con irse o jugar solos.
Cristina ya no lidera: es una reliquia, un adorno en el espacio, alguien que solo genera molestias e incomodidad. Cree que todavía tiene la lapicera en su puerta de hierro de San José 111, pero no es así.
Y las pocas decisiones que conserva solo sirven para fragmentar. No quiere nuevos líderes -como podría ser Kicillof-; quiere leales sin pensamiento propio que acaten la doctrina kirchnerista y las órdenes de la jefa.
EE.UU anuncia acuerdo comercial y de inversión con ArgentinaAlgo similar sucede en LLA, una especie de secta política donde nadie puede opinar o cuestionar decisiones del gobierno. La diferencia es clara: hoy los Milei son los que gobiernan.
Cristina no puede ceder protagonismo, y eso acelera la evaporación del kirchnerismo como fuerza política. El "Che Milei" ya no funciona en redes y los seguidores son cada vez menos en la puerta de su casa.
Las nuevas canciones de Axel tardan en llegar y el tiempo de recambio se acorta.
Aparecen figuras que podrían marcar un viraje: Rosenblat, Rebord, Ofelia Fernández, y otros actores que buscan volver a las bases del peronismo, esas bases que Perón modificó en su momento sumando a la izquierda a la cual usó y luego expulsó de la Plaza.
El peronismo debe soltar al kirchnerismo, así como después de la derrota de 1983 soltó al sindicalismo. Ese giro permitió nuevos armados y unas internas que dieron nacimiento al menemismo, con el triunfo de Carlos Menem sobre Cafiero en 1988. Esa interna lo convirtió en candidato y le permitió competir con el radicalismo de Ángeloz.
Las cartas para hacer el cambio están sobre la mesa.
Tienen dos años clave para rearmar el espacio y volver a ser competitivos frente a una LLA que se fortalece cada día.
La pregunta, querido lector, es simple: ¿Estarán dispuestos a competir, o se irán al mazo permitiendo el ocaso de otro espacio político en la Argentina?
Mejorar es cambiar; ser perfecto es cambiar a menudo.
Winston Churchill
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