El Dipy, Broda y un club en llamas: la trama detrás del Bosco Sunset

El histórico Golf Club Andino, esa institución que parecía intocable hasta que el restaurante concesionado por el Grupo Broda avanzó con un evento que nunca debió suceder.

Adrián Characán

En Mendoza los escándalos no se cuecen al sol, se encienden en la sombra de los negocios y los favores políticos. Esta vez el epicentro fue el histórico Golf Club Andino, esa institución que parecía intocable hasta que el restaurante concesionado por el Grupo Broda avanzó con un evento que nunca debió suceder: el Bosco Sunset, con la anunciada presentación de El Dipy, artista macrista confeso y, por entonces, una de las voces que más respaldaban a Mauricio Macri, socio político de Alfredo Cornejo.

La jugada sin aval

El Golf Club Andino, institución tradicional de Mendoza, y su Comisión Directiva estuvieron a la altura de lo que representan. Bajo la presidencia de Fabián Díaz, sostuvieron los valores históricos del club y se comportaron con firmeza institucional, intentando impedir una situación anómala que el Grupo Broda quiso llevar adelante sin consentimiento ni del club ni de las autoridades.

Con notas formales dirigidas al intendente Ulpiano Suárez -sobrino del exgobernador Rodolfo Suárez- y a la Dirección de Diversión Nocturna, remarcaron que la organización del evento excedía el contrato de concesión y carecía de la autorización municipal y de la Dirección de Parques. Esa claridad institucional fue un intento directo por frenar lo que veían como un atropello.

La clausura tardía

La Municipalidad de Capital, tras la denuncia, resolvió a favor del club, desligándolo de toda responsabilidad. Sin embargo, el Bosco abrió igual y la fiesta se realizó. Los carteles de clausura recién aparecieron el lunes 22 de septiembre a las 10 de la mañana, cuando el daño institucional ya estaba hecho.

La ley que regula el Parque General San Martín es clara: no se pueden realizar espectáculos masivos en el predio. Pero esa norma parece volverse difusa cuando el poder provincial mete la cuchara.

Quién es el Grupo Broda

El Grupo Broda no es un jugador menor. Se trata de un conglomerado con fuerte presencia en el negocio gastronómico, hotelero y de eventos de la provincia. Han sabido tejer vínculos con diferentes gestiones políticas, instalándose como concesionarios privilegiados en espacios de alto valor simbólico, como el restaurante del Golf Club Andino en pleno Parque General San Martín. Esa cercanía con el poder les permitió sostener contratos, aún en medio de denuncias por incumplimientos y tensiones con instituciones que, como el club, buscaban preservar sus reglas internas.

Presiones y viejas heridas

Socios del Golf Club Andino hablaron de presiones para que el local volviera a habilitarse "a contramano de la normativa vigente". Y recordaron que no era la primera vez que el Grupo Broda organizaba fiestas temáticas, recitales o eventos sin aval del contrato.

El diálogo, según la Comisión Directiva, ya estaba roto por la "intransigencia" y el "no cumplimiento de los temas contractuales" por parte de la empresa.

Lo que para algunos es un sunset más, para otros es un caso testigo: ¿quién manda en el Parque? ¿La letra de la ley, la voluntad de las instituciones o los intereses de los concesionarios con padrinos políticos?

El trasfondo político

La elección del artista tampoco fue casual. El Dipy no solo es cantante: es un militante macrista confeso, que ha hecho de la política un trampolín mediático, alineándose con los discursos de Macri y de todo un sector que hoy intenta reposicionarse en la provincia.

Que en el escenario del Parque, bajo un contrato vencido y con un permiso ausente, aparezca esa figura, suena más a gesto político que a un simple show de primavera.

Un caso abierto

El Golf Club Andino y su Comisión Directiva no se quedaron de brazos cruzados: actuaron con coherencia y firmeza institucional, sosteniendo los valores de una entidad tradicional y dejando en claro que no serían cómplices de una irregularidad. Ese rol activo fue determinante para que la Municipalidad reconociera su postura.

El fondo de la cuestión, sin embargo, sigue latiendo: la influencia de un grupo empresario con contactos en el poder, la utilización de figuras políticas disfrazadas de artistas populares, y la sensación de que en Mendoza hay normas que se cumplen solo cuando conviene.

Nosotros, los mendocinos, seguimos preguntándonos si estas clausuras son para la foto o si realmente habrá una voluntad firme de que los contratos se respeten y que el Parque General San Martín no se convierta en un escenario al servicio de los negocios disfrazados de fiestas.

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