"Seguiremos existiendo, pero en silencio": la comunidad LGBTIQ de Burkina Faso frente a la nueva ley homófoba
Una ley que criminaliza la diversidad. Burkina Faso dio un paso atrás en materia de derechos humanos al sancionar una ley que penaliza la homosexualidad.
El Parlamento burkinés aprobó una reforma que criminaliza la homosexualidad con hasta cinco años de cárcel y multas millonarias. La comunidad teme un recrudecimiento de la violencia y se refugia en la intimidad.
Ibrahim Traoré, presidente de Burkina Faso, durante una visita a Moscú, el 10 de mayo.
Burkina Faso dio un paso atrás en materia de derechos humanos al sancionar una ley que penaliza la homosexualidad con penas de entre dos y cinco años de prisión y multas de hasta 15.000 euros. La norma, aprobada por unanimidad en la Asamblea Legislativa de Transición -cuyo cuerpo fue designado por el presidente militar Ibrahim Traoré-, modifica el Código de la Familia y las Personas.
El ministro de Justicia, Edasso Rodrigue Bayala, presentó la iniciativa describiendo la homosexualidad como un "comportamiento bizarro" y aseguró que cualquier persona con "prácticas asimiladas" será llevada a la Justicia.
Las penas se duplicarán en caso de reincidencia y los extranjeros condenados podrán ser expulsados.
Sanciones más duras y expulsión de extranjeros
Un borrador al que accedió la prensa internacional confirma que, además de las penas de cárcel y multas, las sanciones se duplicarán en caso de reincidencia. Para los extranjeros, la ley prevé la expulsión inmediata del país. "Los vamos a acompañar hasta la frontera", sostuvo Bayala.
Con esta reforma, Burkina Faso se suma a los 33 países africanos que mantienen legislaciones que criminalizan la homosexualidad. Mientras algunos, como Uganda o Somalia, contemplan incluso la pena de muerte, Sudáfrica sigue siendo la excepción al reconocer matrimonio, adopción y uniones civiles.
Temor, silencio y vida en privado
La aprobación de la ley provocó alarma en la comunidad LGBTIQ. Una joven de 30 años de Uagadugú, bajo anonimato, relató: "Esta semana vamos a quedarnos en casa y mantener un perfil bajo. No sabemos aún cómo se aplicará la norma, pero legitima la homofobia".
Todavía no entendemos muy bien cómo se va a aplicar la ley porque parece que lo que quieren penalizar es la promoción pública de la homosexualidad y no el hecho de serlo.
Joven burkinesa que prefiere mantener el anonimato.
Sophia -nombre ficticio-, una mujer lesbiana extranjera que llevaba casi diez años viviendo en el país, ya planea emigrar tras recibir amenazas en redes sociales. "Antes se trataba de pasar desapercibido, ahora la hostilidad es abierta", explicó.
Una "familia burkinesa" como justificación
El gobierno militar sostiene que la reforma responde a la defensa de valores tradicionales. "Este nuevo código respeta los valores culturales y la voluntad de construir una familia burkinesa", declaró Bayala. Sin embargo, grupos internacionales de derechos humanos advierten que detrás de estas medidas se esconde la influencia de organizaciones ultraconservadoras extranjeras.
La ley también introduce cambios adicionales: reconoce matrimonios tradicionales en zonas rurales, limita el acceso a la nacionalidad por matrimonio y reduce la edad legal para casarse de 20 a 18 años.
Resistencia en la intimidad
Pese al clima de hostilidad, la comunidad LGBTIQ no se resigna. "Seguiremos existiendo, pero en el ámbito privado", afirmó un activista local. Los encuentros, ahora más discretos que nunca, se organizan sin teléfonos y en lugares secretos para evitar ataques.
"Nos escondemos, pero seguimos viviendo", subraya la voz de un colectivo que enfrenta la invisibilidad forzada con la certeza de que su identidad no se borra, aunque la ley intente silenciarla.