Fue un ícono del fisicoculturismo en los 80 y rompió el silencio: "Me cerraron las puertas en la cara"
En plena cima de su carrera, Bob Paris habló abiertamente de su homosexualidad y perdió contratos millonarios, pero abrió un camino histórico para la visibilidad LGBT+ en el deporte.
De músculos perfectos a una voz por la diversidad. En los años 80, mientras Arnold Schwarzenegger ya era leyenda y los gimnasios se llenaban de jóvenes buscando cuerpos de Conan, un nombre emergió con fuerza en el fisicoculturismo: Bob Paris. Con 1,83 metros de altura, proporciones casi perfectas y un físico tan trabajado que lo apodaron The Flawless Marvel (la maravilla sin fallas), Paris fue admirado incluso por encima de referentes como Steve Reeves o Frank Zane. Sin embargo, su legado no quedó en los trofeos, sino en el coraje de decir públicamente algo impensado para la época: "Soy gay".
La valentía de Bob Paris: cómo el primer atleta gay declarado desafió al fisicoculturismo y al prejuicio.
Nacido en 1959 en Columbus, Indiana, creció en una familia atravesada por divorcios y silencios. En su adolescencia, alternó el deporte con el teatro escolar, hasta que a los 17 años, por azar, descubrió una vieja máquina de pesas y quedó fascinado. Desde allí inició un recorrido meteórico: Mr. Los Ángeles, Mr. Southern California, Mr. América y Mr. Universo, además de figurar entre los mejores en Mr. Olympia. Era el molde del atleta soñado: músculos gigantes, sonrisa de cine, perfección estética.
Bob Paris: el fisicoculturista que salió del clóset en los 80 y cambió la historia LGBT+ en el deporte.
Pero en lo íntimo, Paris había asumido su homosexualidad a los 21 años. En lo público, su entorno insistía en mantenerlo oculto. "Nunca inventé novias, pero todos coincidían en que mi sexualidad no debía hacerse pública", contó años después.
Bob Paris, el campeón que sacrificó su carrera por la visibilidad LGBT+ en el deporte mundial.
El día que lo cambió todo
En julio de 1989, cansado de la doble vida, declaró su homosexualidad en la revista Iron Man Magazine. Así se convirtió en el primer atleta profesional activo, en cualquier disciplina, en salir del clóset públicamente. "Mi carga no es ser gay, sino haber sido criado para odiarme por ello", dijo entonces.
La reacción fue inmediata. En un Estados Unidos donde el 70% consideraba la homosexualidad un pecado, Paris perdió el 80% de sus contratos y patrocinios. "Me cerraron las puertas en la cara", contó. También recibió amenazas de muerte, pero junto a eso llegaron entre 20.000 y 30.000 cartas de apoyo, muchas de jóvenes LGBT+ que lo veían como un faro.
A partir de allí, se volcó al activismo, recorrió universidades y cofundó una organización de apoyo a jóvenes LGBT+. En el plano personal, formalizó su relación con Rod Jackson en una ceremonia de compromiso, convirtiéndose en símbolo de la lucha por el matrimonio igualitario.
Entre el amor, la pérdida y el teatro
Su visibilidad tuvo un costo personal. Tras siete años, se separó de Jackson, admitiendo que sentía la presión de sostener la relación "por la causa". También dejó definitivamente el fisicoculturismo en 1991, desencantado por el auge de los esteroides, y retomó su pasión por el teatro y la escritura, publicando nueve libros.
En 1996 conoció a Brian LeFurgey y en 2003, ya viviendo en Canadá, se casaron legalmente. "Poder casarme sanó una herida que tenía desde los 14 años", confesó. Hoy vive retirado del alto rendimiento, pero sigue entrenando por placer y defendiendo la visibilidad LGBT+. "Mi vida ha tomado un rumbo mucho más auténtico", resume.
Entre la gloria deportiva y el activismo, Bob Paris dejó una huella que trasciende el músculo: la de un hombre que eligió vivir sin ocultarse.
Bob Paris no levantó tantos trofeos como Arnold, pero logró un título único: ser recordado como el hombre que eligió la verdad, aun cuando esa elección significaba perderlo todo.