Inspección ocular denegada que podría haber evitado un accidente

El domingo 14 de septiembre de 2025, cerca de las 17:30, un automóvil cayó de punta en un socavón de cuatro a cinco metros de profundidad en la calle pública Kilómetro 48.

Corresponsalía Diario PORTADA

Este domingo, 14 de septiembre de 2025, a las 17:30, un automóvil cayó de punta en un socavón de cuatro a cinco metros de profundidad en la calle pública Kilómetrom 48, cerca de la escuela Luis Contreras. La pareja a bordo, oriunda del departamento de Junín, resultó lesionada cuando su vehículo se precipitó en el hueco. El siniestro volvió a poner en relieve el reclamo vecinal: desde hace más de una década denuncian el pésimo estado de esa ruta y advierten que este accidente pudo haberse evitado.

Los habitantes de El Carrizal de Abajo señalan que han presentado notas, recursos administrativos e incluso un amparo judicial para exigir obras; sin embargo, no han obtenido respuestas. Recientemente, la magistrada interviniente denegó un pedido de inspección ocular, lo que impidió que la justicia constatara el estado de la calle. Para los vecinos, esa inspección podría haber alertado sobre el socavón que terminó provocando el accidente.

Las responsabilidades se cruzan: la calle Kilómetro 48 es competencia de la Dirección Provincial de Vialidad, quien la ha abandonado. Hidráulica y la Municipalidad de Luján de Cuyo tampoco la ha intervenido. El martes pasado se intentó tratar el proyecto, en el Concejo Deliberante, que rechazó el traspaso de las vías de El Carrizal al dominio municipal, propuesto por el Concejal Ruben Lazaro.

Entre los pobladores crece la sensación de que el desinterés oficial tiene que ver con la falta de bodegas de renombre, barrios exclusivos o strip centers en la zona, y con que muchos habitantes son de origen boliviano; en cambio, se destinan recursos a proyectos destinados a sectores de mayor poder adquisitivo.

Un artículo publicado hace unos días ya advertía que la calle Kilómetro 48 se ha convertido en un símbolo de la desidia y de la falta de compromiso de Vialidad, Hidráulica y del municipio, también se mencionaba sobre la caída de la casa del productor Guillermo Favre.

El texto señalaba que en el lugar se están instalando paneles solares sobre 400 hectáreas, con grandes movimientos de suelo que generan un impacto ambiental evidente, mientras que alumnos, docentes y productores deben soportar la falta de infraestructura mínima para transitar la zona. ¿Qué hubiera pasado si el accidente de hoy hubiera sido protagonizado por alguno de los empleados de la empresa de los paneles solares? 

Ahora, el vecino Jorge Stamparini insiste en que la solución no es compleja: afirma que el agua que inunda los kilómetros 48 y 49 se podría desviar si se tapa el puente bajo las vías del ferrocarril, casi pegado a la Ruta 40, y las alcantarillas de esa misma ruta, de modo que el caudal descienda por el canal central hacia el Arroyo de los Pozos o el Arroyo de los Chañares. Según su relato, se trata de una obra sencilla y económica, pero que nunca se ejecuta porque las entidades responsables no se coordinan entre sí: Vialidad no dialoga con Hidráulica, Hidráulica no se comunica con el municipio, la provincia no se coordina con Vialidad Nacional. Esa desconexión, sumada al desinterés político, explicaría -según Stamparini y otros vecinos- por qué la zona lleva más de diez años sumida en abandono y desidia.

El accidente del domingo expone las consecuencias de esa inacción. Los vecinos  sostienen que el siniestro no fue un hecho fortuito sino el resultado de años de abandono. La calle del abandono vuelve a ser noticia, acompañada ahora de una inspección ocular denegada que, de haberse concretado, tal vez habría evitado el accidente.

¿Cuánto tiempo más deberá pasar para que los pobladores de esta zona dejen de vivir entre el abandono y la desidia? ¿Cuánto más para que sientan la seguridad de un Estado presente, capaz de garantizar algo tan básico como el derecho a transitar sin miedo, como lo hace cualquier habitante en libertad? Porque detrás de cada lluvia, de cada tormenta y de cada silencio oficial, lo que se erosiona no es solo el suelo: es la confianza en las instituciones que deberían estar al servicio de su gente.

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