12 de octubre: entre la conquista y el nacimiento de una voz

12 de octubre, mientras algunos siguen conmemorando la llegada de los conquistadores, otros elegimos celebrar un nacimiento distinto. El de un hombre que con la palabra, la reflexión y la comunicación ha hecho de nuestra Argentina un territorio más lúcido: el profesor Ariel Robert.

Adrián Characán

Cada año, cuando llega el 12 de octubre, nos dicen que "se celebra el descubrimiento de América". Pero América no fue descubierta: fue invadida, violentada y transformada. Antes de la llegada de Colón ya existían pueblos, lenguas, culturas, espiritualidades. Ya había civilizaciones que cultivaban, que escribían en piedra y en canto. Lo que vino después fue la espada, la cruz y el fuego.

Y sin embargo, la historia oficial insiste en vendernos la idea de un "encuentro de dos mundos". Un eufemismo que encubre el despojo que permitió el enriquecimiento de Europa y el empobrecimiento de este continente. De esas riquezas se construyeron los palacios, las universidades y las catedrales que hoy admiramos. Por eso, cuando algunos dicen "Alemania, un país en serio" o miran con devoción al Viejo Continente, conviene recordar que ese brillo se forjó con el oro, la sangre y la vida de América.

Pero la historia, caprichosa como es, también se permite sus ironías. Porque este mismo 12 de octubre, claro no el mismo año, mientras algunos siguen conmemorando la llegada de los conquistadores, otros elegimos celebrar un nacimiento distinto. El de un hombre que con la palabra, la reflexión y la comunicación ha hecho de nuestra Argentina un territorio más lúcido: el profesor Ariel Robert.

Filósofo, politólogo, periodista, docente, empresario, escritor, creador de medios, pero sobre todo, buen esposo, buen padre, buen abuelo, buen amigo y  una buena persona. De esas que se ganan el respeto no por el cargo, sino por la coherencia y la sensibilidad. Ariel Robert viene del papel y de la tinta, de las redacciones que olían a café y cierre de edición. Y sin embargo, supo migrar con elegancia al vértigo digital, sin perder humanidad ni mirada crítica.

Y hay algo de enigma en su historia. ¿Cómo puede ser que alguien que ha transitado por tantos medios, que ha fundado tantos otros, conserve todavía ese aire de juventud contemporánea? Es un misterio que combina la pasión con el conocimiento, la humildad con el liderazgo. Hoy, como Director de MDZ, conduce uno de los medios más importantes de nuestro país con la misma energía de quien recién empieza, pero con la sabiduría de quien ha visto y vivido todos los cambios del periodismo nacional e internacional.

A veces es difícil lograr el equilibrio: ser exitoso en la profesión, en la familia, con los amigos y en los negocios. Pero Ariel lo ha logrado

No solo por su talento o su trayectoria, sino porque es, fundamentalmente, una gran persona.

Su compromiso social excede su conocimiento académico y su experiencia profesional; nace de su esencia humana, de ese modo generoso y transparente con el que encara cada proyecto. 

En él conviven los libros, entre ellos uno de su propia colección, La Grieta del Medio (es una recopilación de más de 90 artículos, columnas y relatos con tono periodístico y reflexivo, donde Ariel explora las divisiones sociales, políticas y mediáticas, reconociendo que la verdad es siempre parcial y mutable), la calle y el corazón.

Por eso, mientras algunos insisten en celebrar el desembarco de los que vinieron a imponer su poder, nosotros preferimos celebrar la palabra de los que inspiran. Porque Ariel Robert, con su trabajo incansable, su capacidad de adaptación y su compromiso con la verdad, representa lo mejor de nuestra historia: la resistencia inteligente, la pasión por comunicar, la voluntad de transformar y la ternura que intenta, pero no puede ocultar

Y sí, quizá América no fue descubierta. Pero hay hombres que la siguen descubriendo todos los días, a través de la palabra, del pensamiento y de la mirada crítica. Ariel Robert es uno de ellos.

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